Universidad y Política “sucia”…

Por ser función de las instituciones universitarias formar el talento humano requerido por la estructura social-política vigentes, o en construcción, además de generar conocimiento científico-tecnológico para beneficio y uso de esa estructura, es indiscutiblemente obvio el carácter político de la Universidad que por ende debe obedecer a las orientaciones y estrategias del Estado para el desarrollo Nacional, máxime si se trata de un Estado Docente como el venezolano, definido como tal en la Constitución y en la LOE.

Lo anterior, aunque es una perogrullada, parece no estar muy claro en algunos de quienes nos desempeñamos como docentes universitarios y/o tenemos responsabilidades directivas en estas instituciones, demostrando con nuestras acciones, en el discurso del ejercicio docente, del desempeño en otras funciones académicas, o simplemente en las conversaciones de pasillo, que deseamos ir por caminos paralelos (y hasta en contraflujo) a los intereses del país, delineados en los planes de desarrollo nacional y local, o en los lineamientos del ente rector, bajo el trillado argumento de la autonomía universitaria asumida como “hacer lo que me viene en gana”, tan erróneo para las universidades autónomas y privadas, e imperdonable a las Experimentales y las UPT, que deberíamos desarrollar sin ambages y limpiamente las políticas de Estado para el desarrollo nacional.

De ningún modo estamos abogando por una Universidad sumisa, acrítica o servil a los intereses y caprichos de la estructura burocrática gubernamental. Eso, aparte de antiético, resultaría lesivo a los intereses de la sociedad y del mismo Estado, pues nos colocaría en un ejercicio politiquero más que político, entendido éste como las acciones para la organización y desarrollo de la sociedad, sustentado en “el conocimiento de las dinámicas sociales y el ejercicio del poder en sus diferentes expresiones” (DRAE, 2001), tema de gran interés académico para contribuir al impulso del país mediante el conocimiento.

Tampoco estamos aclamando la neutralidad ideológica, propia de eunucos mentales incapaces de asumir el rol de masa crítica: intelectualmente facultada para el análisis profundo de los problemas de la realidad, capaces de opinar sobre sus causas y aportar soluciones en beneficio del país, aplicando un cúmulo de conocimientos y habilidades del saber y hacer, pero además con valores, actitudes y sentido de pertenencia a la Patria, así como dispuestos al ejercicio profesional-social con pertinencia territorial y calidad en el desempeño ético.

Este es en nuestro criterio uno de los grandes retos del ejercicio político de las y los universitarios en cualquier instancia que nos encontremos, o rol que desempeñemos: apostar a la pertinencia y calidad académica, entendida bajo los criterios de máxima inclusión al acceso-creación-uso del conocimiento e incremento de las capacidades resolutivas a los problemas de la sociedad, sin exclusión ni descalificación, pues el desarrollo nacional beneficia colectiva e individualmente a todos y todas. Tengamos claro que el mejoramiento del nivel y calidad de vida de los habitantes actuales y futuros del país (según el ancestral principio quechua del “buen vivir”), no puede ser obra de la improvisación o del trabajo por afinidad ideológico-partidista sin los conocimientos científico-técnicos, aunque tampoco con los tecnócratas apátridas-apolíticos. Debe contarse con el talento y experticia de todos los ciudadanos y ciudadanas capaces de crear-ejecutar acciones en pro del bienestar social y colectivo, sin distinción ideológica, religión, género o preferencia sexual.

Si bien la política es teórica y literalmente lo más cercano imaginable a la guerra física, pues constituye el espacio para confrontar ideas y puntos de vista antes o después de los encuentros bélicos, es necesario tener presente que la guerra misma se enmarca en principios aceptados y reconocidos por las partes en conflicto, cuyo incumplimiento se tipifica de “guerra sucia”, como la desatada actualmente por el imperio contra el Oriente Medio. Asimismo se califica de “política sucia” la arremetida contra Latinoamérica, con Venezuela de objetivo, la revolución bolivariana como meta y la MUD de instrumento.

Son calificativos cuyo objeto es diferenciar prácticas moralmente contrarias a lo aceptado y reconocido por las partes, pues pese a la confrontación y saldos, se presupone posible una acción “limpia” en el ejercicio de ambas, lo que sepulta el argumento cuartorepublicano en torno a que la política “es sucia per se”, ya que en la ética del pensamiento de Bolívar, en los principios del Socialismo científico, o en la filosofía del líder de la Revolución Bolivariana, la “política sucia” simplemente no existe.

En tal sentido asumir que ser afines al proceso revolucionario otorga una patente de corso para incumplir la misión académica, es políticamente tanto o más nefasto y sucio que quienes por adversar al Presidente Chávez aprovechan las aulas para resaltar errores y ocultar logros del gobierno, negarse a rendir cuentas del gasto, sabotear equipos y procesos, celebrar las sanciones a PDVSA, o sádicamente se burlan de la enfermedad del Presidente, dan vivas al cáncer y desean la muerte del líder de los bolivarianos, en oscuro ejercicio de la “política sucia”…


albanozam@hotmail.com


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Albano A Zambrano Q.

Economista Agrícola. Profesor de la UPT ?Argelia Laya?

 albanozam@hotmail.com

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