Autonomía universitaria e informatización del saber

Si algo expresa con notoriedad que el concepto de “autonomía universitaria” remite a una estructura de poder anclada en la decrepita visión enciclopedista de la modernidad, lo constituye la aprensión frecuente de sus defensores y privilegiados beneficiarios para asumir con determinación los avances de las tecnologías de la informática como instrumento para acelerar y mejorar el acceso al saber en todas sus manifestaciones. No hay duda que tal desconfianza proviene del incontrovertible hecho de que la informática constituye el límite opuesto, o el elemento suficiente de desplazamiento, de la tradicional estructura disciplinaria con la cual se accede y se imparte el saber desde hace más de dos siglos en Occidente. Estructura que es en sí misma un dispositivo de sujeción y configuración de subjetividades a los fines más generales del funcionamiento normal de la sociedad y de la lógica capitalista de producción que la rige.

Una hipotética puesta en marcha dentro de las universidades de un ambicioso plan destinado a informatizar al máximo el acceso al saber, su didáctica y la evaluación correspondiente, decretaría de forma no expresa el fenecimiento sostenido y creciente de la tradicional estructura de poder que se yergue sobre el cuerpo del profesor y que no es distinta a la terrible mecánica de mando que impone la dialéctica de la instrucción sobre el estudiante. El creciente predominio que se explaya a lo largo de todas las sociedades globalizadas por parte de las tecnologías de la información esta produciendo, a un ritmo acelerado, una democratización del acceso al saber en todas sus áreas y una ventana inédita para también hacerse del conocimiento especializado.

Sí algo esta conformando un nuevo mundo y un nuevo ser social son los increíbles avances que la tecnología y la red ha interpuesto en el ritmo natural de la captación y procesamiento de los saberes. La vertiginosa liberación que allí tiene lugar y la fuerza volcánica con la que se expele, esta prodigando en todas direcciones un nuevo lugar ontológico capaz de abrir sobre el destino material de la humanidad limites jamás imaginados. Probablemente lo más resaltante tiene que ver con la eliminación del lugar educativo, con lo que llamaba Foucault el espacio disciplinario y lo que Hardt y Negri denominan lugar de producción de subjetividades. La creación y construcción en proceso de las maravillas de la red y los avances disímiles de la informática es la causa del advenimiento de un nuevo espacio que es también un no lugar y que aparece diseminado a través de toda la estructura social. Con la enorme capacidad heurística de la tecnología informática y con los ulteriores desarrollos que se avizoran, debemos admitir que este será el siglo que verá morir los campus universitarios, la arquitectura escolar de la férula y del encierro parcial y todos aquellos espacios circunscritos en la que para impartir saber se amerita de un cierto territorio con un cierto rango de soberanía y con un poder interno jerarquizado.

La noción y aun toda la conceptualización del principio de “autonomía universitaria” tiene una génesis muy parecida a la de los Estados-nación- Ambos principios se originan sobre la necesidad de un territorio y de unos limites, ambos remiten a una juridicidad que los posibilita y les proporciona soberanía, ambos invocan una identidad y un conglomerado humano distinto al externo, ambos son hijos de la falaz dualidad interior-exterior. Ambos remiten a la jerarquía como principio dinámico de funcionamiento.

La noción de “autonomía universitaria” refiere su necesidad genética bajo el primado de defender la libertad de cátedra para el profesor (Ideal individualista burgués) y el derecho que deben ostentar los centros educativos universitarios para definir su propias estructuras de funcionamiento, tratando al máximo con ello de limitar las injerencias del Estado. Todo ello a propósito de sustentar una racionalidad que se sustrae olímpicamente del hecho real que confirma que toda su composición interna y que su mecánica de producción de subjetividades esta dispuesta, en lo fundamental, a reproducir el mundo espiritual del sistema que tiene lugar allende sus muros, replicando así los objetivos mas preciados de todo Estado capitalista.

La tan espiritualizada y enconadamente moralizada noción de “autonomía universitaria” no es sino una prevaricación indiscriminada de lo real, es un concepto interpuesto para ocultar ininterrumpidamente el funcionamiento de una maquina distribuidora de saber que tiene precisos fines y concretas funciones en la tarea de crear un tipo de hombre y de ideología previamente precisada. Es una idea teñida de admirables ensueños y de perfectas promesas, pero que es incapaz de permitir una mirada al verdadero mundo de la producción material y a la dinámica sobre la cual el mismo concepto se hace posible y eficaz.

En verdad y a contrapelo con lo que el sentido común pregona, para la verdadera producción del saber, para la exacta emancipación de este, la universidad debe de ir paulatina y sistemáticamente desligándose de sus estructuras tradicionales y dejando de ser universidad. Una universidad para la posmodernidad no debe existir, porque no existirá el lugar, porque las fronteras dejaran de ser y no habrá espacio posible para el sometimiento profesoral. El advenimiento acelerado del no lugar de la producción del saber convertirá a estos claustros, otrora gloriosos y ejemplares, en vetustos monumentos que recordaran los dolorosos trances por los que tuvieron que padecer anteriores generaciones para poder acceder al saber especializado. El más predispuesto enemigo del desarrollo del saber se encuentra en la imposición de la lógica de dominio y control profesoral, y que no es otra que la que se esconde bajo el manido y ya ruinoso concepto de “autonomía universitaria”.

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Quien crea que este articulo no tiene asidero real y que lo expuesto es pura y locuaz prestigitación retórica, bueno, entonces que se de un paseo por la universidad modelo del país, es decir la UCV, y se dedique a averiguar cuan actualizada se encuentra tecnológicamente. No hay duda que se percatara que la universidad se ha detenido en el tiempo, que los pocos sistemas informáticos orientados a pregonar el conocimiento recrudecen en la obsolescencia y el mal servicio. Encontrara que el software de la biblioteca central para la localización de títulos y autores pertenece a la prehistoria de la informática y resulta más confiable el provecto sistema manual de archivos. Descubrirá pocos espacios habilitados para acceder a Internet y los que verá estarán extraordinariamente limitados tanto en número como en tiempo de uso. Verá que no existe biblioteca virtual, ni tampoco un área formal interna dedicada al desarrollo de cursos y materias educativas digitalizadas. Se percatará, finalmente, del erial tecnológico que allí campea.

Desde luego que esto no es producto del azar ni responde a la proverbial negligencia de los directivos universitarios. Se trata de una perspectiva notablemente identificada que responde a la necesidad de sostener la preeminencia del poder profesoral y toda la retícula de sujeción disciplinaria que de él se desprende. Se trata de una verdadera estrategia de subsistencia que no dudamos luchara hasta el final, paradójicamente, contra la verdadera liberación del saber, contra la verdadera emancipación de quien legítimamente se debe apoderar de él.

En días pasados y a propósito de la violencia desatada por los factores afines a lo añejamente consagrado en la UCV, factores de la derecha y del neo fascismo y que han encontrado en la cuestión de la Reforma Constitucional una buena excusa para sus actividades, arremetieron con extrema barbarie contra el Centro de Estudiantes de la Facultad de Derecho cuyos miembros son mayoritariamente cercanos al proceso revolucionario, causando total destrucción al ser el recinto incendiado. No deja de ser curioso e irónico, que allí se encontraran depositados una veintena de equipos de computación que iban a ser donados a la UCV.

Quienes perpetraron el desmán y tal vez sin habérselos propuesto estaban simbolizando el más caro de sus secretos, el turbio y remoto leiv motiv de sus más ofuscados deseos de venganza contra los intentos liberadores.

munditown@yahoo.com


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