Si la ley Orgánica de Educación en su articulado restringe derechos alcanzados por la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela o simplemente los reafirma, ya poco importa. A partir de ahora, ella sólo servirá para medir, observar y analizar lo que realmente hay detrás de este defendido, estigmatizado y combatido instrumento legal; es decir y aquí todo el mundo sabe, que lo que está en juego de nuevo, es el choque de trenes, que tarde o temprano ha de producirse entre los que pujan por mantener lo conquistado y los que resisten y avanzan por la revancha de lo perdido, aquel 13 de Abril al grito de ¡Voolvioó! ¡Volvioó!, ¡Volvió! ¡Volvió!
¡Ha regresado! ¡Ha regresado! el ¡Chávez vete ya! Parecieran gritar al unísono la presidenta de la Asamblea Nacional, Cilia Flores, el Ministro de Interior y Justicia, Tarec El Aissami y el Coronel de la Guardia Nacional, Antonio Benavides Torres, cuando sin haber desaparecido el humo de las lacrimógenas en la Libertador, anuncian como el que silba en el cementerio: “que el verdadero propósito de los marchistas es propinarle un golpe de estado al presidente Hugo Chávez”
Los hechos y las circunstancias ameritan pasar revista; porque aquí no solamente es el camarada Hugo, el que con su patota de tribilin le ha puesto el acelerador al proceso. Lo de este sábado indica, que también desde el otro canal, más de uno carga la chola a fondo y han decidido recorrer el camino del nunca jamás. Expresiones como: “No vamos a tratar. Vamos a marchar” en boca del diputado Ismael García, significan que hasta en los sectores del socialismo democrático; que de paso también existen en la oposición, han resuelto hoy por la ley, mañana por cualquier otra iniciativa del gobierno, empujar su carromato hacia la crispación política, asumiendo incluso el riesgo de no llegar a la parada propuesta y embarrancarse en cualquier curva.
Con desacato, marchas o abrogatorio, la oposición se la juega, y si esta última parada coge fuerza en la mesa “unitaria”, corren alto riesgo de suicidarse en primavera; porque un revés en esa contienda, les barrería las ilusiones de regresar al parlamento de forma victoriosa. Disminuir el acelerador, dejar la ruta del desacato y permitir que la ley entre con o sin Dios, por los pasillos y en los bultos de los muchachos, les caería como el centellazo que le partió la cara a la Chinita, aquí en la Basílica de San Juan de Dios.
Con los llamados a criminalizar las protestas, que a cada rato realiza nuestra inefable Fiscal General, la justificadera de la golpiza a los periodistas de la cadena Capriles, por parte del ex perseguido y ex comandante guerrillero, Fausto; y la enrredina que arman para convencer, en primer lugar a los propios camaradas que apoyamos a Chávez, de la “razones” por la cual los otros venezolanos no pueden marchar hasta los organismos Públicos del Estado; de este lado de la acera, también estamos corriendo el riesgo de convertir al socialismo del siglo XXI, en una sopa de sapo crudo, que ni los más rojos rojitos se la querrán tomar.
Así andan las cosas por estos caminos de regreso a clases. A ver quien da más por los que andan a la vanguardia de esos volantes. Falta poco pá llenar de nuevo el transporte escolar. Los que estamos apoyando o no a la polémica ley, estamos atentos, pero no expectantes; conscientes eso sí, de que aquellos que produzcan más daños colaterales en el 2010, saldrán raspaos.
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