En las aceras del centro
comercial se aglomera una buena cantidad de jóvenes que conversan informalmente.
Su aspecto, reproduce las portadas de revistas, las orientaciones de
la moda, lo que está “in”. Su conversación se pasea por varios
temas, que son “agotados” en dos o tres frases…todas triviales,
en forma de clichés aprendidos o repetidos: este rrrrégimen lo que
quiere es uniformarnos, quitarnos la posibilidad de elegir lo que queremos…no
cree en la propiedad privada y anda expropiando…mi papá quiere irse,
dice que acá ya no hay las mismas condiciones, ni la seguridad necesaria
para poder desarrollar su negocio inmobiliario…nos comemos un helado?
En los espejos, las vitrinas,
los periódicos, las revistas y las pantallas de televisión se reflejan
las mismas imágenes, repetidas una y otra vez, como pauta del buen
vestir, del último grito de la moda. Así, la gente hipnotizada se
desvive por obtener los recursos que le permitan, explotación mediante,
adquirir los zapatos, ropas y accesorios para estar al día, así sea
pasando hambre…
Paseamos la mirada por
las calles de la ciudad, por los centros comerciales y sus plazas, y
vemos ejércitos de gentes usando los mismos estilos de ropa, accesorios,
cortes y colores de cabello, lenguaje…en un empeño incesante de ser
“originales”, de “ser diferentes” a la gente palurda que no
sigue los “dictados de la moda” y de “resaltar” usando lo que
“todos usan”.
Trágica manera de razonar
y buscar la supuesta libertad! Al final, esta gente queda sometida,
aprisionada y sojuzgada por un sistema que lo muele, lo explota y lo
condiciona a la docilidad permanente, a la sumisión constante, ante
un dios mundano que le invita al ejercicio incesante de su mejor sacramento:
el consumo. Este elemento del sistema, fundamental y pernicioso, conlleva
un mensaje de supuesta libertad de elección, de falso bienestar y de
impostergable necesidad de comprar y comprar, desechar y desechar.
Queda toda esta gente
sometida a un yugo más fuerte que cualquier otro signo de esclavitud.
Los grillos, les someten hasta las neuronas, impidiéndoles pensar y
activar con criterio propio. Los latigazos, vienen gratuitos a través
de un sistema de mensajes y enseñanzas aletargadoras de toda disidencia,
de toda crítica.
La consecuencia: una
sociedad uniformada, a la moda y que cree, porque así se lo hacen
sentir, que son originales vistiendo lo que le “impone el sistema”
y usando las mismas ropas, colores y accesorios que todo el mundo chic
utiliza. Lamentables vallas publicitarias gratuitas de marcas y tendencias.
Esclavitud perpetua y sostenida por decisión propia. ¡Este es el máximo
logro de esta máquina capitalista de moler dignidades, criterios y
voluntades!
Ojalá algún día
se dieran el permiso a disentir, a ser realmente diferentes, a probar
siendo realmente originales y se rebelaran en contra de esa opresión
silente, constante y omnipresente que les somete. Ese día quizá
descubran que hay barrio, esquina, plaza, pueblo, taparitas de suero,
alpargatas, flautas de pan, guaruras, guarapos sanadores, gente diferente
por auténtica y sencilla, mangos dulces y tantas maravillas que, por
cotidianas, humildes y tiernas, hacen que la vida tenga real significado
para quien la vive..
Ese día, la revolución
socialista dejará de ser el coco de esta gente alienada y se convertirá
en la posibilidad de otro mundo, en la oportunidad de vivir en armonía
con su entorno, su historia y su naturaleza.
Movimiento Continental Bolivariano - Capítulo Aragua
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