La necesidad de avanzar en Venezuela en el logro de una institucionalidad realmente revolucionaria y participativa que tienda, además, al establecimiento de unas nuevas relaciones de poder, se ha convertido en un asunto público que debe discutirse ampliamente en el seno de las filas chavistas, de modo que éstas sepan discernir a ciencia cierta lo que está en juego actualmente si se desperdicia la oportunidad de llevar a cabo, decididamente, la revolución bolivariana socialista; colocándose al poder popular como la pieza fundamental de dicha institucionalidad.
Por eso, teniendo en cuenta la perspectiva de unas nuevas elecciones de alcaldes y concejales en el país, las candidaturas del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y del Gran Polo Patriótico Simón Bolívar (GPP-SB) no pueden verse como un simple concurso de preferencias personales o como la oportunidad de zanjar algún un compromiso político o un favor recibido, lo cual hace que se olvide grandemente la existencia de un proyecto de transformación socialista. Esto impone una recapitulación inmediata y sostenida de todo aquello que planteara el Comandante Hugo Chávez desde el primer momento que hablara del socialismo del siglo XXI, no obstante la mucha resistencia que el mismo iba a generar entre muchos de sus seguidores de entonces.
Ahora que no se cuenta con la presencia física de Chávez como máximo líder del proceso revolucionario bolivariano socialista, hay que resaltar su empeño en que los consejos comunales y las comunas pasaran a ser las organizaciones rectoras de la transformación socialista, tanto en lo que respecta al Estado como a la sociedad entera. Para ello es imprescindible retomar la formación teórica, dirigida por igual a la dirigencia y a las bases del chavismo, de modo que ella contribuya a caracterizar objetivamente el curso histórico del proceso revolucionario bolivariano socialista, definiendo y atacando las diferentes contradicciones existentes y aquellas que, eventualmente, pudieran detectarse en lo futuro. La misma serviría de herramienta eficaz para vencer las diversas tácticas y estrategias desarrolladas por la contrarrevolución, las cuales tienen como designio inmediato causar el descontento y el desmoronamiento moral de las bases chavistas que legitime luego sus acciones desestabilizadoras de acuerdo al plan trazado en unión con el régimen de Estados Unidos.
Sin embargo, todavía será preciso que quienes ahora se atribuyan la condición de legatarios de Chávez estén abiertos a la comprensión de lo que implica echar adelante el proyecto revolucionario bolivariano socialista de la mano con el pueblo organizado, lo que impone deslastrarse de las concepciones, los comportamientos y los esquemas de la democracia liberal-representativa que son, al fin y al cabo, los que han permeado todas las estructuras del Estado, a pesar del aparente cambio socialista que se les ha aplicado. Esto es algo que, aun sin el visto bueno de la dirigencia partidista y los gobernantes chavistas actuales, tendrá que ocurrir forzosamente, de manera que el proyecto revolucionario bolivariano socialista pueda concretarse sobre bases sólidas y no meramente retóricas. Para ello es vital la conformación de equipos políticos con un propósito común y pertenezcan a organizaciones que actúen de forma estructurada para alcanzar unas metas específicas que contribuyan a definir y a afianzar, en consecuencia, el rumbo a seguir para asegurar la construcción definitiva del socialismo bolivariano.