Quince (15) años construyendo vida en Venezuela y solidarizándose con quienes necesitan de nuestro apoyo tiene la revolución bolivariana generada por el Comandante Eterno, Hugo Chávez, y quince años también tiene enfrentándose y venciendo a quienes poco les importa la vida de las personas y por el contrario, auspician la violencia y la muerte de nuestros compatriotas.
En noviembre de 2007, en una concentración en apoyo a la reforma constitucional, en la avenida Bolívar de Caracas, y cuando estaban por reunirse representantes de las FARC, el ELN, en función de un acuerdo humanitario, el carismático líder venezolano decía:
-“Esa es nuestra Revolución, Revolución para la paz, la unión, el entendimiento”.
La revolución bolivariana de Venezuela no ha estado exclusivamente en la palabra, en el discurso, sino en las acciones.
Arropada con una alta sensibilidad ha llevado salud, educación, vivienda y una amplísima inclusión a los habitantes de este país, donde una mayoría de ciudadanos, por lo general fue olvidada, expoliada, apaleada y en ocasiones eliminada.
Y siempre con la sensibilidad y el humanismo que le caracteriza la Revolución Bolivariana lo que ha hecho es darle amor y paz a los que nunca tuvieron nada y que en ocasiones debieron acostarse con los estómagos vacíos. Basta recordar las personas de la Tercera Edad protestando el bajo nivel de las jubilaciones y pensiones, que ni para comprar los remedios les alcanzaba.
Y si hablamos de otros ejemplos, pues recordemos el Caracazo de febrero de 1989: un pueblo que se rebela y es atacado con violencia y víctima de una masacre cuya cantidad de personas asesinadas se desconoce.
¿Y en el 2002 no pso nada?
¿Qué ocurrió entonces, una guerra de suspiros?
No señores, lo que ha habido es mucha violencia y una estela de dolor por años. Y todo eso -hasta nuestros días- lo ha hecho la Derecha venezolana, empujada por las instituciones que hoy día sigue manejando el imperialismo estadounidense.
Un trato inmerecido que ha estado recibiendo la mayoría venezolana de una oligarquía, que en el pasado colocaba y quitaba ministros y que permanecía “rendida” al capital y al mercado, siempre ha sido un trato violento, exento de amor y mucho menos de paz.
Sin embargo, la revolución bolivariana con su cauce socialista, solidario y pacífico es calificada de manera permanente por la oposición venezolana como violenta.
Es una matriz que los ricachones oligarcas de Venezuela han intentado vender sin resultado alguno. Nos quieren vender como violentos y no pueden porque somos un país de paz y de hecho, en estos momentos en este planeta, nuestro líder Hugo Chávez es una figura mundial que ocupa lugar destacado junto a Jesucristo y el Ché, por encima de cualquier otro líder internacional en este tiempo de vida que tiene la Tierra.
¡ Pareciera la alborada de los justos!
Al venir acá recordaba algunas de las lecturas que uno hace y digo que me alegra, porque podemos hacer referencias, en esta Casona, a muestras del amor de nuestros antepasados indígenas, de esos que vivían hace siglos en las tierras que hoy nosotros pisamos.
Quienes no quieren saber de la Revolución Bolivariana de Venezuela, lo primero que nos dicen es que nosotros aludimos siempre al pasado para explicar lo que acontece en el presente.
Yo digo junto a ustedes, que lo sigamos haciendo, porque nosotros seguiremos apelando a la memoria nacional y por eso siempre decimos que está prohibido olvidar.
Cuando Cristóbal Colón llega a las costas de nuestra actual Venezuela –andaba entonces por la desembocadura del río Orinoco- creyó encontrar el Paraíso. Allí las aguas dulces de nuestro gran río se encontraban con las aguas saladas del océano atlántico.
Independientemente de lo que acabo de decir, Colón escribe a los reyes católicos sobre la gente que lo recibe y los califica como gente amistosa, cordial, franca y abierta.
Prácticamente, Colón definió lo que en esencia seguimos siendo los venezolanos: Gente de paz, de amor, de convivencia y de respeto.
Por supuesto, el tener esa característica como ser humano, es algo que choca a quienes tienen una mentalidad abusadora, atropelladora, que ven en las aparentemente personas desvalidas una suerte de presas fáciles de dominar.
Y eso fue lo que pensaron los conquistadores alemanes de la Compañía Guipuzcoana, es decir, los Welser.
Los Welser, en primer lugar desataron las pasiones y el resquemor entre los españoles que habían llegado antes de los alemanes. Ellos eran propietarios de una casa de banqueros en lemania y pelaron los ojos cuando llegaron las primeras noticias sobre el Nuevo Mundo a Europa, en las que se hablaba de oro, perlas y plata, aparte de la agricultura en una tierra virgen.
Las intenciones naturales de los conquistadores españoles y alemanes en nuestras tierras fueron siempre las del despojo.
Lo que les he comentado desde el principio, es que antes de que cualquier cosa ocurriera, los europeos iniciaron la violencia contra toda Latinoamérica.
No es que quien habla trate de montarse en una cruzada contra los europeos. ¡No! Simplemente hago libre mi pensamiento de decir que, no creo en todos los europeos y mucho menos en todos los anglosajones.
Nosotros tenemos una cultura de paz, convivencia, alegría, disfrute, recreación, creatividad y mucha dulzura, pero eso no significa que somos los ingenuos que encontró Cristóbal Colón.
Frente al acoso opositor, hubiese sido muy fácil para la revolución bolivariana responder la criminal conducta con una conducta parecida, pero eso no tiene nada que ver con el espíritu humanitario y solidario de la revolución.
Somos gente de paz y seguiremos construyendo la convivencia de la sociedad ideal, pero no somos tontos ni esclavizables.
Nuestra región es de paz, Venezuela es de paz y haremos hasta lo imposible por saturarnos de paz, pero eso no significa que somos frágiles y que vamos a permitir un nuevo vasallazgo, un nuevo abuso imperial. Dominar a las personas, explotarlas y robarlas es algo que no tiene nada que ver con nuestra identidad latinoamericana.