Un método infalible para no ser nefastos en nuestra gestión, cuando estamos al frente de organismos públicos, es la "Auto-Regulación Permanente".
Jámas podemos creer -como gobernantes- que nos las estamos "comiendo", o que somos "una verga de triana". Al contrario, mientras vamos trabajando y asumiendo tareas, pensemos siempre: "¿en qué estamos fallando?"; con humildad, advocación y profundo amor al prójimo.
Ello nos permitirá -a diario- revisar, rectificar y reimpulsar nuestros horizontes, y no caer jamás en la tentación del egocentrismo, la arrogancia y el despotismo.
"¡Por mi culpa; por mi culpa; por mi gran culpa!", nos enseño Jesús, en la ruta de redimir nuestras fallas y mantener vivo el corazón justiciero.
Solo el pueblo es "dueño y señor" de todo cuanto acaudalamos desde el poder político. Nada es de uno; y más bien esas masas no dan un poder de administración efímero; sujeto a su mandato, y no a lo que nos venga en gana hacer (o deshacer).
Hoy lo que necesitamos no son "sabios" ni "expertos" en el manejo burocrático de las instituciones; ufanados allí de una "grandeza" despreciable que repugna y expele al pueblo pobre; ¡no...!
Lo que necesitamos son apóstoles de la verdad y la pasión por lo justo; por lo grande; por lo que encienda la esperanza de las grandes mayorías empobrecidas.
El Socialismo nada tiene que ver con posiciones individualistas, despreciativas, despóticas, arrogantes, indolentes ni falsas. A quien presuma de ser una persona de Izquierda, Humanitaria y Chavista, y practique todos estos anti-valores de la putrefacción capitalista, grítenle, como Alí Primera, "¡Muérgano, go home...!".