En política y psicología, divide y vencerás o dividir para reinar (del griego:- διαίρει καὶ βασίλευε, diaírei kaí basíleue) es ganar y mantener el poder mediante la ruptura en piezas de las concentraciones más grandes, que tienen individualmente menos energía. El concepto se refiere a una estrategia que rompe las estructuras de poder existentes y evita la vinculación de los grupos de poder más pequeños. Podría ser utilizada en todos los ámbitos en los que, para obtener un mejor resultado, es en primer lugar necesario o ventajoso romper o dividir lo que se opone a la solución o a un determinado problema inicial. Las máximas latinas divide et impera (pronunciado: dívide et ímpera, «divide y domina»), divide et vinces, divide ut imperes y divide ut regnes, fueron utilizados por el gobernante romano Julio César y el emperador corso Napoleón.
El proceso político y económico que estamos viviendo me ha llevado a leer ávidamente los textos de historia, principalmente de Venezuela. Hoy sin embargo, comenzando a leer la biografía de Gabriel García Márquez del autor Gerald Martin, encuentro que éste (Martin), refiriéndose a los antepasados del Gabo, en sus primeras páginas escribe sobre la Guerra de los Mil Días "la última y más devastadora de una veintena de guerras civiles nacionales y locales que habían arrasado Colombia durante el siglo XIX, libradas entre los liberales y los conservadores, los centralistas y los federalistas, la burguesía y los terratenientes, la capital y las provincias" [1]. Ninguna diferencia con lo acontecido en Venezuela después de la Guerra de Independencia contra el Imperio Español hasta la entrada al siglo XX. Las mismas guerras civiles, insurrecciones, alzamientos, revoluciones. Y seguramente encontraremos situaciones similares en otros países de América Latina.
Venezuela recorrió el siglo XX de la mano de dictadores con algunos paréntesis democráticos. El más largo, ocurrido en los últimos años del siglo, cuando AD y COPEI se alternaron en el poder durante 40 años, desde la caída del dictador Pérez Jiménez en 1958 hasta la irrupción del terremoto Chávez en 1998. El bipartidismo adeco-copeyano fue una copia al carbón del sistema bipartidista estadounidense entre demócratas y republicanos. Una alternabilidad que no pone en riesgo el sistema a cuya cabeza se encuentran los factores económicos poderosos. La llegada de Chávez al poder destroza esa lógica y los partidos (AD, COPEI y otros menos importantes) implosionan. Hasta 1998 el 95% de los votantes lo hacía por los dos partidos del sistema, en 1998 la votación de AD y COPEI juntos desciende a apenas un 11% [2].
Una nueva realidad política se conforma y de inmediato aparece una nueva estrategia del Imperio (esta vez representado por los Estados Unidos de Norteamérica), la de propiciar la conformación de dos bloques antagónicos que deben enfrentarse: la Estrategia de Satanás. En apenas dos años logran conformar una masa crítica importante y lanzan su primer intento de golpe de estado en 2002. Fracasan [3]. Lanzan un paro empresarial y petrolero en diciembre de ese mismo año y de nuevo fracasan. Pasan varios años preparándose y en febrero del 2014 lanzan un movimiento muy bien organizado de toma de las calles y colocación de barricadas, apoyados por servicios de inteligencia y mercenarios paramilitares de diversos países, que denominan "la salida", la cual en realidad, servía de parapeto a una nueva tentativa de golpe de estado militar en el seno de la fuerza aérea, que fue develado apenas unos días antes de llevarse a cabo. Después de este nuevo fracaso, ya sin tapujos y descaradamente, comienza una guerra económica internacional que implica desabastecimiento de productos (principalmente alimentos, medicinas e higiene personal), manipulación financiera y crediticia, colapso de los ingresos (petroleros e impuestos), etc., proceso bien documentado en la literatura [4].
Ahora bien, si analizamos los dos grupos antagónicos que hoy se enfrentan en una Guerra a Muerte declarada abiertamente por uno de ellos, encontramos que:
1. Están conformados en su base por grupos idénticos: antiguos miembros de los viejos partidos nacionales (AD, COPEI, MAS, PCV, más sus divisiones).
2. Utilizan símbolos casi idénticos: una gorra de beisbol [5] con la bandera nacional.
3. Las principales pretensiones de esas bases son muy parecidas: una sociedad en donde puedan consumir libremente, respetuosa de la propiedad privada, pero conservando los derechos sociales conquistados.
4. Aunque en ambos bandos existen grupos radicalizados, en sus grandes mayorías rechazan la violencia y anhelan la paz.
Por otro lado, en nada (o en muy poco) ha cambiado el sistema económico venezolano (el rentismo petrolero) en los últimos 100 años, incluyendo el período de la Revolución Bolivariana. En Venezuela no podemos hablar de socialismo, ni de capitalismo, sino de neo-colonialismo, definiendo este último como aquel sistema de dependencia en el cual el país dependiente solo produce materias primas (petróleo en nuestro caso) e importa todo lo demás. El éxito de la guerra económica contra Venezuela se produce justamente por esa dependencia de los productos las grandes transnacionales (Nestle, Proter&Gamble, L’Oreal, Bayer) distribuidos por sus aliados locales (Polar, Farmatodo) y todo ello bien sostenido y apoyado por el poder mediático (DIRECTV, Venevisión, El Nacional).
En conclusión, hemos caído en la trampa de la estrategia de Satanás y hasta que no logremos cambiar radicalmente el discurso nos encontraremos en una situación en donde la mitad de Venezuela estará enfrentada a la otra mitad. El sueño gringo hecho realidad.
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[1] Gabriel García Márquez, Una vida. Gerald Martin. Random House Mondadori, Colombia (2009). Pág. 38.
[2] Cifras oficiales del CNE.
http://www.cne.gob.ve/web/estadisticas/index_resultados_elecciones_anteriores.php
[3] Yo todavía no tengo claro el por qué fracasa este golpe. Helicópteros de Estados Unidos habían aterrizado en bases militares venezolanas, naves de guerra estaban frente a las costas, Chávez había sido separado del poder y se encontraba prisionero desde el mismo 11 de abril. El 12 de abril comienza la represión contra el Pueblo que se atrevía a protestar. Milagrosamente, el 13 de abril el Pueblo puede llegar a Miraflores prácticamente sin resistencia de la fuerza pública y en horas de la noche Chávez regresa al Palacio de Gobierno. Algún día se sabrá qué fue lo que pasó tras bastidores.