La coincidencia de excesivas precipitaciones en un área determinada y la ausencia de precipitaciones en otras, así como las alteraciones en la temperatura, son un fenómeno recurrente en la historia de la Humanidad conocido como El Niño y la Niña. Los registros meteorológicos existentes por lo menos desde el siglo XVI e incluso del período precolonial dan cuenta de los efectos destructivos que ha tenido y tiene El Niño sobre los grupos humanos y sobre la naturaleza, particularmente en Suramérica. Ejemplo de ello es la tragedia que azota actualmente a la población colombiana, la cual tendrá en el corto plazo consecuencias sociales, económicas y políticas severas que posiblemente alterarán sensiblemente las actuales relaciones de poder, la productividad económica y la capacidad de la población -tanto urbana como rural- para continuar viviendo como lo había hecho hasta el presente.
El Estado colombiano, según lo ha expresado el Presidente Santos, no dispone de los medios para financiar la recuperación de las cuantiosas pérdidas económicas y sobre todo en infraestructura; viviendas, alimentación, enseres de las viviendas destruidas o inundadas, escuelas, empleos, vías de comunicación, embalses, represas, etc. Si como se ha especulado, las lluvias continúan tres meses más, el nivel de afectación que sufrirá el territorio colombiano y en particular el área pacífica donde existen las principales cuencas hidrográficas podría ser de dimensiones incalculables. Ello seguramente afectará el estado de guerra civil que abate a la población colombiana desde hace sesenta años, generando quizás la necesidad de negociar una paz necesaria para las tareas de reconstrucción. La tragedia colombiana tendría quizás un grave impacto sobre la sociedad venezolana: los casi cinco millones de colombianos desplazados que viven en nuestro país tienen sus familias de origen en la costa atlántica de Colombia.
No es de extrañar que vivamos una nueva ola de desplazados que aumente la crisis social, particularmente en el área de viviendas, ocasionada por las fuertes lluvias e inundaciones que afectaron el territorio venezolano. Es posible que las lluvias en Colombia posible afecten igualmente la producción y la distribución de cocaína y mariguana que alimentan el mercado internacional de la droga, originando una escasez de alcaloides en países como México y los Estados Unidos.
Si se produce una escasez de dicha droga, es posible que aumenten los precios y se agudicen los enfrentamientos entre las narcofamilias tanto por el control de los inventarios como por la renta derivada de la distribución de la misma. Puede que se agudicen igualmente los conflictos entre los consumidores y los distribuidores del narcomenudeo, por el acceso a la droga. Es posible así mismos que los carteles transnacionales que producen drogas duras como el opio o drogas químicas traten de copar el vacío dejado por la posible subproducción de cocaína ocasionando más violencia, o que se trate de ampliar la producción de cocaína en países como Perú y Bolivia, entre otros, con la consecuente crisis social. Frente a este oscuro panorama que podría avecinarse sobre nuestro país, nos parece que ha sido muy sabia la decisión del Presidente Chávez de solicitar a la Asamblea Nacional una Ley Habilitante que faculte al gobierno bolivariano para tomar las medidas necesarias para capear aquel posible temporal.
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