Durante los tiempos de la dictadura gomecista, la represión y la tortura impuestas por el régimen, hicieron de los venezolanos un pueblo asustado. Por su lado, el hambre y las enfermedades recurrentes, que azotaron por estos tiempos a buena parte de las familias de nuestro país, agregaron al susto la tristeza. En tales condiciones el pueblo venezolano carecía de razones para celebrar nada. De allí que no se organizaran festejos populares en los pueblos y ciudades del país durante aquellas décadas amargas. Las fiestas eran asuntos que se realizaban puertas adentro, en las casas de los funcionarios de gobierno o en las mansiones de la burguesía incipiente de la Venezuela de entonces. En estas ocasiones, los organizadores de tales festejos acompañaban el evento con uno de aquellos improvisados grupos de música cañonera, que ponían a bailar a los asistentes con interpretaciones de valses venezolanos, pasodobles o merengues. Estos eran los ritmos bailables entonces, y también eran estas sencillas agrupaciones, integradas en su mayoría por cuatro personas, las que amenizaban las fiestas.
Pero la muerte del tirano, en diciembre de 1935, permitió que en el país se soltaran las amarras. Fue como si el cadáver de Gómez se llevara consigo el pánico impuesto a la población durante los casi treinta años que duró su mandato. Entonces la gente se armó de valor y volcó a la calle a linchar gomecistas y destruir los símbolos del régimen que acababa de fenecer. Y en la calle se quedaría de una vez y para siempre, tanto para participar en los mítines organizados por los partidos políticos insurgentes, como para disfrutar de las fiestas populares que, por diferentes razones, tendrían lugar a lo largo y ancho de la geografía nacional en las décadas subsiguientes. Y fue así como, en medio de esa nueva situación, y no por casualidad, llega a Venezuela, el día 31 de diciembre del año 1937, procedente de República Dominicana, el hombre que a partir de ese momento pondrá a bailar a los venezolanos a lo largo de cincuenta años. Nos referimos a Luis María Frómeta, el popular Billo (1915-1988). Esa misma noche amenizará la fiesta de fin de año caraqueño en el amplio salón del Roof Garden, del hotel Madrid, iniciando así lo que con el transcurrir de los años se convertirá en una tradición muy propia de los venezolanos, esto es, disfrutar la navidad con la música de la orquesta Billo´s.
Con la llegada de aquella colosal orquesta de casi veinte integrantes, la Billo´s Happy Boys, llamada luego, a partir de 1940, la Billo´s Caracas Boys, quedarán atrás los ritmos de la acompasada música cañonera, puesto que las preferencias de los venezolanos se volcarán hacia las muy movidas guarachas, cumbias, merengues, porros y son montuno, entonados por los ruidosos trombones, trompetas, saxofones, piano, tumbadora y timbales, y cantadas, en primera instancia, por las inigualables voces de Manolo Monterrey (el Ciclón Antillano), Rafa Galindo y Víctor Pérez. De la Primera República billera merece la pena recordar canciones como La Mulata Caridad, Maybá, Taboga, Caminito de Guarenas, la Burrita de Petare, grabadas en el siempre recordado sello RCA Víctor.
Pero los mejores tiempos para la Billo´s estaban por venir. Las nuevas circunstancias económicas y políticas del país, instauradas a partir de los años sesenta y caracterizadas por el incremento en las ventas de los volúmenes de exportación del petróleo, el aumento a su vez de los ingresos fiscales del Estado venezolano, además del establecimiento de nuevos gobiernos electos por el voto popular, trajeron para Venezuela unas promisorias circunstancias económicas en las que prosperaron la industria manufacturera y el comercio; creció mucho el negocio de la construcción en las más importantes ciudades del país; por su parte la población urbana aumentó considerablemente, se incrementó la matrícula estudiantil en escuelas y universidades y mejoró bastante el empleo y los salarios. Tales circunstancias, a las que debemos agregar la aparición de la radio y la televisión, generaron las condiciones para que el pueblo festejara, se divirtiera, y se pusiera a bailar en espacios públicos, al compás de la música billera, interpretada ahora por maravillosos monumentos vocales, como lo fueron Felipe Pirela, José Luís Rodríguez, Memo Morales Ely Méndez y el simpar guarachero Cheo García. Con los atributos musicales reunidos en la Orquesta la Billo´s, muy pronto se convirtió ésta en la agrupación musical más popular de Venezuela, preferida por los venezolanos para amenizar las fiestas patronales en los pueblos y ciudades del país, en los carnavales, los matrimonios, los cumpleaños, las graduaciones y, sobre todo, para celebrar la navidad. Fueron numerosas las grabaciones realizadas por el maestro Frómeta dedicadas a las fiestas decembrinas; de éstas podemos mencionar: Cantares de Navidad, Año Nuevo, Fiesta Decembrina, Cantemos con Alegría, Gaita con Billo`s, Brindis Navideño y Aguinaldo con Billo`s, canciones que con el transcurrir del tiempo pasaron a ser compañeras infaltables a la hora de elaborar las sabrosas hallacas y darse el abrazo de fin de año.
Sin duda que mucho contribuyó la Orquesta del maestro Billo a hacer de diciembre el mes más rumbero, el más alegre, el más guapachoso, el de las mejores fiestas venezolanas. Por su influjo este mes pasó a ser el preferido entre nosotros para celebrar, además de la Noche Buena y día de fin de año, matrimonios, bautizos, cumpleaños, confirmaciones, y cualquier cosa que medio justifique un rumbón. Son treinta y un días que nuestros compatriotas se la pasan de pista en pinta cimbreando el esqueleto al compás del ritmo salido de la orquesta más popular de Venezuela.
Pero es que una sabrosa Guaracha cantada por Cheo García es una invitación a ocupar la pista que muy pocos podemos resistir; ante su contagioso sonido no hay pié que se quede quieto y mucho menos en navidad cuando tenemos la disposición anímica para cabriolar el esqueleto. De manera que no es una exageración el dicho popular venezolano según el cual navidad sin Billo no es navidad. Es casi una obligación tararear en diciembre el “Cantemos con alegría pero con felicidad que el niño Jesús bendito con nosotros rezará”, así como entonar también el “un año más que se fue, otro recuerdo infeliz, tal vez el otro traerá alegría para tí”. Y todo eso se lo debemos en buena hora al cronista musical de Caracas, al siempre recordado, Luis María Frómeta, el maestro Billo, cuyas composiciones continúan aún deleitándonos, setenta y seis años después de aquel su día inaugural en el Roof Garden y veinticinco años luego de su desaparición física.
Recordar, como hemos hecho aquí al maestro Billo, es por demás oportuno, pues se acerca el mes de diciembre y todo indica que los venezolanos disfrutaremos una estupendas navidades, quizá las mejores en varias décadas. Por tal razón, nuestra recomendación es que saquemos ya de las alacenas nuestra colección de Long Play o CD de la orquesta Billo´s allí guardada y disponernos a entrarle al baile desde el primer día del próximo mes. Respecto al optimismo tenemos poderosas razones para sentirnos así. Por un lado, está la esplendida situación económica en la que se encuentra nuestro país, situación evidenciada a través de las estadísticas referentes a asuntos tales como: la muy satisfactoria situación del empleo nacional, la abundancia de circulante interno y la inigualable capacidad adquisitiva del venezolano, el crecimiento económico sostenido durante los últimos años, el buen nivel de las reservas internacionales; por otro lado, están las recientes decisiones tomadas por el gobierno presidido por Nicolás Maduro, decisiones que no podemos calificar sino de estupendas, extraordinarias, maravillosas, de verdaderos aguinaldos decembrinos. Nos referimos, en primer lugar al golpe contundente proporcionado a los fabricantes y comerciantes especuladores y agiotistas al obligarlos a disminuir en por lo menos el 50% los precios de los bienes y servicios circulantes en el mercado nacional. Constituye lo anterior un verdadero estacazo al terrible problema de la inflación, causante de tantos sufrimientos a los sectores populares nacionales, una decisión valiente que golpea sensiblemente a la poderosa clase de los comerciantes importadores. En segundo lugar está la aprobación de la Ley para la Protección del Pueblo y sus Derechos Económicos, misma que fijará un límite máximo, entre el 15 y 30%, a las ganancias obtenidas por fabricantes y comerciantes.
Y para rematar las buenas noticias, tenemos lo que revelan distintas encuestadoras acerca de los resultados que muy probablemente arrojarán los venideros comicios del 08-12-13. Tales encuestadoras informan que el chavismo triunfará, que los candidatos de la Revolución obtendrán una abrumadora victoria, que más de doscientas alcaldías quedarán en manos de militantes Bolivarianos, suficiente como garantizar la continuidad del proceso revolucionario. Sin duda, así será compatriotas, la revolución se afirma y se confirma; larga vida tendrá el proceso bolivariano venezolano. de manera que a gozar de lo lindo las muy cercaas navidades con las guarachas de Cheo García, con los boleros de Rafa Galindo y Ely Méndez, con los pasodobles de Memo Morales y con los porros de Manolo Monterrey. “Año Nuevo Vida Nueva, más alegres los días serán, las mujeres y los hombres un besito nos daremos y entre todos cantaremos llenos de felicidad”.