Biopolítica y Covid-19, una realidad de los pueblos en pandemia

Cuando el francés Montesquieu desarrolló la teoría de la separación de poderes, concluyendo que el ejecutivo, el legislativo y el judicial debían recaer en manos diferentes, seguramente no imaginó el larguísimo historial de enfrentamientos entre los Gobiernos y sus parlamentos que se desencadenaría, no es algo nuevo en la historia latinoamericana.

En América Latina los Gobiernos y sus Parlamentos han tenido infinidad de encontronazos, algunos de los cuales desataron graves crisis institucionales. Varias de las dictaduras de Suramérica en las décadas del 70 y 80 se iniciaron tras enfrentamientos entre los presidentes y los parlamentarios.

Recordemos a Salvador Allende, Alberto Fujimori, Manuel Zelaya, Alberto Lugol Siempre ha existido una tirantez en relación con los poderes. Los países del Sur, buscan a través de algunos dirigentes desplegar el ejercicio del biopoder, teniendo como punto de despliegue su relación con Europa.

Michel Foucault (1977). Expuso muy claramente este ejercicio político para lograr una captación de los intercambios ideológicos y comerciales hacia la población y como lograr un desenvolvimiento e interacción entre la disciplina de la higiene estadal, los profesionales, las redes internacionales y los ciudadanos para lograr introducir un programa para administrar a la población en sus elementos conceptuales de discernimiento y racionalidad.

Entiendo que el biopoder puede ejercerse de diferentes maneras y cambia conforme lo hacen las ciencias de la vida y el sentido de las maneras de vivir (Foucault 2007); es entonces relevante comprender sus matices en las circunstancias particulares de un Estado nacional, una sociedad, determinadas modalidades de administración pública y un uso social específico del conocimiento que puede articular lo que se denomina el "gobierno de la vida" y la "conducción de conductas" (Rose 2007a). El gobierno de la vida que nos interesa palpar, reconoce aquellos actos administrativos propuestos y cumplidos para que algunos aspectos de la vida de los habitantes del país asimilen principios formulados, entre otros, por la medicina, la pedagogía, las legislaciones, los principios de trabajo eficiente y de la civilidad .Busco precisar el sentido de la afirmación de que los regímenes de control y la gubernamentalidad se ocupan de la política de la vida y de la conducción de conductas en las condiciones singulares en las que esto pudo haber ocurrido en nuestro Continente. El estudio y análisis dado por años de estudios, confía en identificar cómo se llevó a la práctica este enunciado en el contexto del establecimiento y la consolidación del Estado nacional a partir del siglo XIX. Evidenciándose esta plataforma con las teorías propuestas por el comandante Hugo Chávez Frías, teniendo presente un conjunto de recopilaciones descritas por Carlos Andrés Pérez y que el Doctor Rafael Caldera Rodríguez había archivado en el Palacio de Miraflores para detener de una manera drástica la Reforma del Estado Venezolano, una idea preconizada en Alemania.

La biopolítica requiere de muchos análisis y estudios sociales, es un uso extendido de la realidad sanitaria de un país. El vínculo que esta categoría ha permitido tender entre la práctica de gobernar, el cuerpo como entidad histórica y política, la vida concebida como una responsabilidad estatal y el sentido del ejercicio del poder, cuando éste se encamina a "hacer vivir". Implica apreciar de qué manera la vida puede ser gobernada en el cuerpo, y, más aun, se expresa en la entidad representada como "el cuerpo" en los últimos cinco siglos de la historia cultural y política del mundo occidental. Esta forma específica que adopta la vida, la forma corporal, es notable por cuanto la idea de vida es, para efectos de dirigirla, imprecisa.

En el uso discernible en la presentación de la idea de la biopolítica, se trata del concepto propuesto para analizar la conducción de conductas y el propósito de hacer vivir (Foucault 1977, 163-176). Esta idea sugiere que, en lo concerniente a las circunstancias comprometidas con su conducta y la conservación de su vida, las personas han sido afectadas por un poder que las ha constituido subjetivamente para proceder así y que los actos y la forma como éstos se realizan son la evidencia misma de la eficacia del biopoder. Tanto las acciones como las formas de llevarse a cabo serían excitadas, orientadas e interpretadas por este biopoder. Así, la biopolítica que comienza a practicar el Estado comprometería acciones en torno de la vida biológica de la población y produce subjetividad.

Después de la primera revolución en Venezuela que data de 1822- 29. Han convertido a nuestros campesinos en consiervos y propietarios libres de sus tierras, pero, la titularidad de las mismas la tenían y tienen los terratenientes y militares. En un orden cerrado, La Asamblea Nacional- antiguo congreso- desde la época de Rómulo Gallegos lo que ha hecho es impedir el caminar agrícola, Juan Vicente Gómez lo intento como uno de los dos caudillos venezolanos, pero, ya el germen socialista estaba germinando en las pequeñas comunidades y las ligaduras políticas en vez de unirse con las ciudades y poblados, se rompieron y la voluntad en el campo para sembrar se perdió, desapareciendo los conucos, porque los frutos eran pagados en un valor bajo a los campesinos para ser vendidos en zonas urbanas a precios escandalosos y, las plantas medicinales fueron acaparadas por los grandes laboratorios y, ya cuesta mucho dinero sanarse ante cualquier gripe que, hoy simplemente le llamamos virus y le llamamos COVID- 19.

El aspecto sanitario dejo de funcionar a cabalidad y, en nuestro caso el Departamento de Mariología fue desmantelado y luego el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social.

El Estado es un cuerpo político que se encuentra vinculado a la vida de los ciudadanos- Nación- y como efecto, tenemos el ejercicio del poder que esta imbricado a las ideas de vida y cuerpo, se fusionaron dándonos a reconocer una verdad microfísica a nivel corporal que llevo al cuerpo- Estado- a ser receptáculo de la vida.

Por esto, ninguna persona empírica puede ser Jefe de Estado o diputado. Se necesita exteriorizar el sentido del ejercicio del poder porque arropa lo sanitario. Estamos ligados a un nuevo escenario del existir desde 2008, cuando se escucho de una crisis financiera y la banca como los empresarios pegaron un grito por las carencias económicas y de crisis y, la mayoría de los presidentes fueron engañados por el Fondo Monetario Internacional y grupo de gran poder económico que tiene sus raíces en el Medio Oriente.

Allí, se inició un verdadero juego político, donde los laboratorios farmacéuticos presionaron para obtener más ganancias en la venta de fármacos y empezaron a lanzar sus virus de una manera focal en algunas regiones del mundo, sobre todo en Latinoamérica donde los países tienen mucha riqueza en su subsuelo.

De modo que, el deseo de vivir asumió una relación de dos términos, política- vida, donde hay una dimensión financiera.

Ahora que pensamos en el ejercicio del poder y en los actos de gobierno de la vida como hechos biopolíticos, muchas instituciones sociales, muchos procesos y eventos ocurridos en los dos últimos siglos, se hacen inteligibles o causan un nuevo efecto. Hoy en día se cuentan entre ellos los ejercicios biopolíticos que desbordan el alcance o el control estatal y son propios de las sociedades o de los contextos liberales avanzados: se estudian los programas de investigación genética de las empresas multinacionales, el comercio de órganos o las tecnologías de autorrealización que muestran su intención biopolítica porque los sujetos –en su calidad de ciudadanos, consumidores o trabajadores– se interesan en transformar su vida. Estos fenómenos proliferan en ambientes designados como neoliberales o de baja regulación estatal, donde el conocimiento experto circula y se interpreta a menudo sin mayores constricciones.

Así que, estamos ante un nuevo discurso que nos arrolla en este siglo, la falsedad ideológica de los políticos y de algunos laboratorios que solo les interesa las relaciones de producción e industrialización que ya se encuentran agotadas y, nos estamos estrellando como pompas de jabón. Somos parte de un gran experimento con libre concurrencia y con soporte industrial en las ciudades. Que luego, en nuestro tiempo se convirtieron en Corporaciones. La clase campesina latina era la protesta omnipresente contra la aristocracia terrateniente que en un principio se derribo en el Siglo XVIII en su ciclo final. Sembrando sus raíces para darle paso a la propiedad parcelaria y el feudalismo, como el suelo francés que dio un balance para la formación de la burguesía que hoy, nos acorrala, derrumbando con sus golpes económicos al campesino, lo contemplamos en los usureros de las grandes ciudades que con su figura de bodegueros están apoyados por un grupo de facciosos socialistas que impusieron al dólar como moneda de intercambio.

Antes de alcanzar este punto, las sociedades tuvieron otras experiencias de gobierno. Previo al control de las poblaciones se aplicó el dispositivo disciplinario en el cuerpo individual. La regulación, en cambio, vino a operar en la población –una suerte de cuerpo social estadísticamente concebido― que, según una tecnología de significación capaz de producir una verdad legítima, comparte algunos rasgos que con frecuencia se exponen somáticamente. Esta secuencia se repite a menudo; ocurrió en "países occidentales", "países industrializados", "países modernos" o "sociedades liberales avanzadas", como se apellida el conjunto de algunos países europeos –no se especifica si Rusia, Albania o Rumania hacen parte de este grupo–, Estados Unidos y Canadá, Australia y Nueva Zelanda y, probablemente, Japón. No han indicado los autores de estas reflexiones si las sociedades, los Estados o los países de Iberoamérica, Filipinas, China, Egipto, India o Kenia en los siglos XIX, XX o XXI se han constituido mediante estas formas de gobierno o si la condición de occidental, industrializado y moderno que parecen no tener, los excluye de estos procesos. Se podría pensar que subyace la idea de que, por tratarse de gobiernos poco democráticos, países menos expuestos a la modernización, sociedades menos civilizadas, economías menos industrializadas, pueblos más heterogéneos e ineficientes, que no producen conocimientos científicos significativos ni son ejemplos de los procesos posmodernos, no se han constituido mediante el biopoder; acaso estarían capturados por la dominación. Desde luego, se trata de una especulación o una verdad, esto último, está determinado por los laboratorios.

Con todo, esta elipsis entraña una dificultad. A juzgar por la profusa literatura producida en América Latina, que explícitamente reconoce en el siglo XIX diversos fenómenos que se nombran como biopolíticos, parece prudente introducir alguna sospecha. ¿Qué significa la sustracción de los hechos relacionados con la constitución de tantos Estados nacionales de los fenómenos biopolíticos? ¿Por qué no se consideran entre ellos los sucesos similares ocurridos en amplias regiones del mundo? ¿Cómo afecta esta omisión las interpretaciones locales? ¿Los actos de biopoder que reconocemos en la región son tales o sólo los vemos así por el efecto de alguna expresión de colonialismo o ingenuidad epistemológica de nuestro uso de estos acercamientos?

En lo que sigue intentaré no olvidar que, en relación con los regímenes y las poblaciones americanas, los postulados de los análisis biopolíticos más citados han ignorado hechos relevantes como el surgimiento de la primera gran población que dio inicio al mundo colonial: la de los indios; que esta población, producto de un indolente borrado de diferencias entre miles de pueblos, fue sujetada y disciplinada mediante encomiendas, trabajo, misiones, encierros, traslados y catequización, y controlada a partir de censos y tecnologías para fortalecer una subjetividad subordinada; que para conseguirlo fueron concebidos y llevados a la práctica los recursos contables y administrativos para la supervisión de esta mano de obra, y que estas formas de gobierno, que a primera vista responden al modelo conceptual que podría reconocerlas como biopolítico, debido a la ausencia inmediata en el territorio americano del contexto liberal que parece ser el caldo de cultivo de la biopolítica, sin duda sirvieron para crear y aprender lo que durante los siglos XVIII y XIX maduró como un régimen de control.

Hoy, ese control esta representado por las pandemias y el COVID- 19, es un claro y cierto ejemplo de sometimiento a los pueblos y cuya herramienta son los laboratorios.

Pese a la limitación cronológica impuesta a este trabajo, no puedo dejar de detenerme, al menos por un instante, en una reflexión sobre las formas biopolíticas practicadas en América, puesto que uno de sus conceptos nucleares, el de población, muestra en América un desarrollo notable. Los estudios compilados por Heraclio Bonilla (2011) y publicados bajo el título indios, negros y mestizos en la Independencia, nos actualizan respecto al punto que interesa señalar. Allí, Óscar Almario nos recuerda que "el total de los deportados del África se estima entre 10 y 15 millones de seres humanos" (Almario 2011, 24), cuyo tráfico ocurrió especialmente entre 1640 y finales del siglo XVIII. Para efectos de la administración de la mano de obra y en general de la tecnología vigente, esta población pasó a llamarse de negros esclavos. Conocemos desde luego las características de la población indígena, tasada en unos 50 millones en 1492 y administrada durante tres siglos de Colonia hasta reducirse a 5 millones hacia 1810. Esta población fue gobernada por medio de una combinación de reducciones, reasentamientos forzados, trabajo, suplicio, control de vientres, catequización y muerte. La mezcla y simultaneidad de hacer vivir, hacer morir, dejar vivir y dejar morir desdibuja la solución de continuidad entre regímenes soberanos, disciplinarios y reguladores. La catequización católica y la condena de las formas de vida autóctonas amerindias y africanas, así como los múltiples recursos de deshumanización propios de una racionalidad expuesta en las prácticas de gobierno empleadas con la población indígena y esclava durante los siglos de la Colonia, son los pilares de gobierno de estas poblaciones. Con esta experiencia ganada surgieron los Estados nacionales de las repúblicas hispanoamericanas que pasaremos a considerar propiamente biopolíticos.

En el período de la consolidación biopolítica en Colombia se pusieron en marcha varios de los elementos característicos de una racionalidad política aplicada a una o varias poblaciones que se perfilaron por efecto de la actividad de la razón de Estado, de sus prácticas, y, a la vez, donde las poblaciones fueron naturalizadas y convertidas por esta razón en objeto de estudio. Esto ocurrió en las décadas comprendidas entre 1880 y 1950. En el caso de las repúblicas iberoamericanas es decisivo el hecho de que esto sucediera tras la Independencia, situación distinta a la de los procesos de consolidación nacional que vivieron los Estados europeos durante los siglos XVIII, XIX y XX en su paso hacia formaciones más o menos republicanas.

El COVID- 19, es la destrucción de la vida misma que rompe con el intercambio social y destruye nuestra condición del existir natural. El COVID 19 es la resultante de una guerra de laboratorios, denunciada por un farmacéutico venezolano, Dr. Eduardo Samán, quien le dio consejos al fallecido presidente Hugo Chávez Frías que rompiera con algunos rasgos del cuerpo de ese poder, activara la producción de genéricos, control de las patentes en las medicinas venezolanas y equilibrar los salarios de los especialistas que laboran en nuestros hospitales para que no se fuesen al exterior para formar parte de las grandes élites médicas.

Con el predominio siempre patente de la población urbana, más serán los afectados y, allí donde el capital se concentra, tendremos más contaminados. Es un plan macabro, muy bien concebido para aumentar las arcas de los financistas y grandes banqueros, tanto asiáticos como de Las Américas.

Mientras, la vida mental del obrero, ama de casa y niños se desarrolla en una sola habitación para fomentar depresión, aislamiento, suicidio, inapetencia sexual, y desequilibrio emocional. Esto, desencadena enfermedades patológicas como diabetes, alta presión sanguínea y recuerdos que nos llevan al pasado.

Lo mismo que en el Panteón Romano se encuentran los dioses de todas las naciones, en el Sacro Supremo Romano- Germánico tenemos los pecados de todas las formas de Estado. Es el moderno mundo político que los pobres no podemos disfrutar. Ya la pandemia es un presente político, no respetaron a nadie, con tal de controlar la hoja de coca boliviana. Nuestra esperanza esta en Alemania, Angela Merkel debe hablar, porque la OMS es puro rodeo y conocía la debilidad de China y escondió información, este virus viene progresando desde 2009 y no hablo claro. Los científicos deben aclarar términos y la investigadora de Hong Kong fue muy clara porque, todo esta enmarcado en una política- sanitaria que nos atañe a todos, necesitamos de una información de prensa muy precisa.

El COVID- 19 es la cuarta pandemia lanzada por laboratorios a la humanidad, tenemos la peste negra, ébola, peste española y el COVID- 19, le antecedió el zika, kinkuya y el SARS.

Cuando el francés Montesquieu desarrolló la teoría de la separación de poderes, concluyendo que el ejecutivo, el legislativo y el judicial debían recaer en manos diferentes, seguramente no imaginó el larguísimo historial de enfrentamientos entre los Gobiernos y sus parlamentos que se desencadenaría, no es algo nuevo en la historia latinoamericana.

En América Latina los Gobiernos y sus Parlamentos han tenido infinidad de encontronazos, algunos de los cuales desataron graves crisis institucionales. Varias de las dictaduras de Suramérica en las décadas del 70 y 80 se iniciaron tras enfrentamientos entre los presidentes y los parlamentarios.

Recordemos a Salvador Allende, Alberto Fujimori, Manuel Zelaya, Alberto Lugol Siempre ha existido una tirantez en relación con los poderes. Los países del Sur, buscan a través de algunos dirigentes desplegar el ejercicio del biopoder, teniendo como punto de despliegue su relación con Europa.

Michel Foucault (1977). Expuso muy claramente este ejercicio político para lograr una captación de los intercambios ideológicos y comerciales hacia la población y como lograr un desenvolvimiento e interacción entre la disciplina de la higiene estadal, los profesionales, las redes internacionales y los ciudadanos para lograr introducir un programa para administrar a la población en sus elementos conceptuales de discernimiento y racionalidad.

Entiendo que el biopoder puede ejercerse de diferentes maneras y cambia conforme lo hacen las ciencias de la vida y el sentido de las maneras de vivir (Foucault 2007); es entonces relevante comprender sus matices en las circunstancias particulares de un Estado nacional, una sociedad, determinadas modalidades de administración pública y un uso social específico del conocimiento que puede articular lo que se denomina el "gobierno de la vida" y la "conducción de conductas" (Rose 2007a). El gobierno de la vida que nos interesa palpar, reconoce aquellos actos administrativos propuestos y cumplidos para que algunos aspectos de la vida de los habitantes del país asimilen principios formulados, entre otros, por la medicina, la pedagogía, las legislaciones, los principios de trabajo eficiente y de la civilidad .Busco precisar el sentido de la afirmación de que los regímenes de control y la gubernamentalidad se ocupan de la política de la vida y de la conducción de conductas en las condiciones singulares en las que esto pudo haber ocurrido en nuestro Continente. El estudio y análisis dado por años de estudios, confía en identificar cómo se llevó a la práctica este enunciado en el contexto del establecimiento y la consolidación del Estado nacional a partir del siglo XIX. Evidenciándose esta plataforma con las teorías propuestas por el comandante Hugo Chávez Frías, teniendo presente un conjunto de recopilaciones descritas por Carlos Andrés Pérez y que el Doctor Rafael Caldera Rodríguez había archivado en el Palacio de Miraflores para detener de una manera drástica la Reforma del Estado Venezolano, una idea preconizada en Alemania.

La biopolítica requiere de muchos análisis y estudios sociales, es un uso extendido de la realidad sanitaria de un país. El vínculo que esta categoría ha permitido tender entre la práctica de gobernar, el cuerpo como entidad histórica y política, la vida concebida como una responsabilidad estatal y el sentido del ejercicio del poder, cuando éste se encamina a "hacer vivir". Implica apreciar de qué manera la vida puede ser gobernada en el cuerpo, y, más aun, se expresa en la entidad representada como "el cuerpo" en los últimos cinco siglos de la historia cultural y política del mundo occidental. Esta forma específica que adopta la vida, la forma corporal, es notable por cuanto la idea de vida es, para efectos de dirigirla, imprecisa.

En el uso discernible en la presentación de la idea de la biopolítica, se trata del concepto propuesto para analizar la conducción de conductas y el propósito de hacer vivir (Foucault 1977, 163-176). Esta idea sugiere que, en lo concerniente a las circunstancias comprometidas con su conducta y la conservación de su vida, las personas han sido afectadas por un poder que las ha constituido subjetivamente para proceder así y que los actos y la forma como éstos se realizan son la evidencia misma de la eficacia del biopoder. Tanto las acciones como las formas de llevarse a cabo serían excitadas, orientadas e interpretadas por este biopoder. Así, la biopolítica que comienza a practicar el Estado comprometería acciones en torno de la vida biológica de la población y produce subjetividad.

Después de la primera revolución en Venezuela que data de 1822- 29. Han convertido a nuestros campesinos en consiervos y propietarios libres de sus tierras, pero, la titularidad de las mismas la tenían y tienen los terratenientes y militares. En un orden cerrado, La Asamblea Nacional- antiguo congreso- desde la época de Rómulo Gallegos lo que ha hecho es impedir el caminar agrícola, Juan Vicente Gómez lo intento como uno de los dos caudillos venezolanos, pero, ya el germen socialista estaba germinando en las pequeñas comunidades y las ligaduras políticas en vez de unirse con las ciudades y poblados, se rompieron y la voluntad en el campo para sembrar se perdió, desapareciendo los conucos, porque los frutos eran pagados en un valor bajo a los campesinos para ser vendidos en zonas urbanas a precios escandalosos y, las plantas medicinales fueron acaparadas por los grandes laboratorios y, ya cuesta mucho dinero sanarse ante cualquier gripe que, hoy simplemente le llamamos virus y le llamamos COVID- 19.

El aspecto sanitario dejo de funcionar a cabalidad y, en nuestro caso el Departamento de Mariología fue desmantelado y luego el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social.

El Estado es un cuerpo político que se encuentra vinculado a la vida de los ciudadanos- Nación- y como efecto, tenemos el ejercicio del poder que esta imbricado a las ideas de vida y cuerpo, se fusionaron dándonos a reconocer una verdad microfísica a nivel corporal que llevo al cuerpo- Estado- a ser receptáculo de la vida.

Por esto, ninguna persona empírica puede ser Jefe de Estado o diputado. Se necesita exteriorizar el sentido del ejercicio del poder porque arropa lo sanitario. Estamos ligados a un nuevo escenario del existir desde 2008, cuando se escucho de una crisis financiera y la banca como los empresarios pegaron un grito por las carencias económicas y de crisis y, la mayoría de los presidentes fueron engañados por el Fondo Monetario Internacional y grupo de gran poder económico que tiene sus raíces en el Medio Oriente.

Allí, se inició un verdadero juego político, donde los laboratorios farmacéuticos presionaron para obtener más ganancias en la venta de fármacos y empezaron a lanzar sus virus de una manera focal en algunas regiones del mundo, sobre todo en Latinoamérica donde los países tienen mucha riqueza en su subsuelo.

De modo que, el deseo de vivir asumió una relación de dos términos, política- vida, donde hay una dimensión financiera.

Ahora que pensamos en el ejercicio del poder y en los actos de gobierno de la vida como hechos biopolíticos, muchas instituciones sociales, muchos procesos y eventos ocurridos en los dos últimos siglos, se hacen inteligibles o causan un nuevo efecto. Hoy en día se cuentan entre ellos los ejercicios biopolíticos que desbordan el alcance o el control estatal y son propios de las sociedades o de los contextos liberales avanzados: se estudian los programas de investigación genética de las empresas multinacionales, el comercio de órganos o las tecnologías de autorrealización que muestran su intención biopolítica porque los sujetos –en su calidad de ciudadanos, consumidores o trabajadores– se interesan en transformar su vida. Estos fenómenos proliferan en ambientes designados como neoliberales o de baja regulación estatal, donde el conocimiento experto circula y se interpreta a menudo sin mayores constricciones.

Así que, estamos ante un nuevo discurso que nos arrolla en este siglo, la falsedad ideológica de los políticos y de algunos laboratorios que solo les interesa las relaciones de producción e industrialización que ya se encuentran agotadas y, nos estamos estrellando como pompas de jabón. Somos parte de un gran experimento con libre concurrencia y con soporte industrial en las ciudades. Que luego, en nuestro tiempo se convirtieron en Corporaciones. La clase campesina latina era la protesta omnipresente contra la aristocracia terrateniente que en un principio se derribo en el Siglo XVIII en su ciclo final. Sembrando sus raíces para darle paso a la propiedad parcelaria y el feudalismo, como el suelo francés que dio un balance para la formación de la burguesía que hoy, nos acorrala, derrumbando con sus golpes económicos al campesino, lo contemplamos en los usureros de las grandes ciudades que con su figura de bodegueros están apoyados por un grupo de facciosos socialistas que impusieron al dólar como moneda de intercambio.

Antes de alcanzar este punto, las sociedades tuvieron otras experiencias de gobierno. Previo al control de las poblaciones se aplicó el dispositivo disciplinario en el cuerpo individual. La regulación, en cambio, vino a operar en la población –una suerte de cuerpo social estadísticamente concebido― que, según una tecnología de significación capaz de producir una verdad legítima, comparte algunos rasgos que con frecuencia se exponen somáticamente. Esta secuencia se repite a menudo; ocurrió en "países occidentales", "países industrializados", "países modernos" o "sociedades liberales avanzadas", como se apellida el conjunto de algunos países europeos –no se especifica si Rusia, Albania o Rumania hacen parte de este grupo–, Estados Unidos y Canadá, Australia y Nueva Zelanda y, probablemente, Japón. No han indicado los autores de estas reflexiones si las sociedades, los Estados o los países de Iberoamérica, Filipinas, China, Egipto, India o Kenia en los siglos XIX, XX o XXI se han constituido mediante estas formas de gobierno o si la condición de occidental, industrializado y moderno que parecen no tener, los excluye de estos procesos. Se podría pensar que subyace la idea de que, por tratarse de gobiernos poco democráticos, países menos expuestos a la modernización, sociedades menos civilizadas, economías menos industrializadas, pueblos más heterogéneos e ineficientes, que no producen conocimientos científicos significativos ni son ejemplos de los procesos posmodernos, no se han constituido mediante el biopoder; acaso estarían capturados por la dominación. Desde luego, se trata de una especulación o una verdad, esto último, está determinado por los laboratorios.

Con todo, esta elipsis entraña una dificultad. A juzgar por la profusa literatura producida en América Latina, que explícitamente reconoce en el siglo XIX diversos fenómenos que se nombran como biopolíticos, parece prudente introducir alguna sospecha. ¿Qué significa la sustracción de los hechos relacionados con la constitución de tantos Estados nacionales de los fenómenos biopolíticos? ¿Por qué no se consideran entre ellos los sucesos similares ocurridos en amplias regiones del mundo? ¿Cómo afecta esta omisión las interpretaciones locales? ¿Los actos de biopoder que reconocemos en la región son tales o sólo los vemos así por el efecto de alguna expresión de colonialismo o ingenuidad epistemológica de nuestro uso de estos acercamientos?

En lo que sigue intentaré no olvidar que, en relación con los regímenes y las poblaciones americanas, los postulados de los análisis biopolíticos más citados han ignorado hechos relevantes como el surgimiento de la primera gran población que dio inicio al mundo colonial: la de los indios; que esta población, producto de un indolente borrado de diferencias entre miles de pueblos, fue sujetada y disciplinada mediante encomiendas, trabajo, misiones, encierros, traslados y catequización, y controlada a partir de censos y tecnologías para fortalecer una subjetividad subordinada; que para conseguirlo fueron concebidos y llevados a la práctica los recursos contables y administrativos para la supervisión de esta mano de obra, y que estas formas de gobierno, que a primera vista responden al modelo conceptual que podría reconocerlas como biopolítico, debido a la ausencia inmediata en el territorio americano del contexto liberal que parece ser el caldo de cultivo de la biopolítica, sin duda sirvieron para crear y aprender lo que durante los siglos XVIII y XIX maduró como un régimen de control.

Hoy, ese control esta representado por las pandemias y el COVID- 19, es un claro y cierto ejemplo de sometimiento a los pueblos y cuya herramienta son los laboratorios.

Pese a la limitación cronológica impuesta a este trabajo, no puedo dejar de detenerme, al menos por un instante, en una reflexión sobre las formas biopolíticas practicadas en América, puesto que uno de sus conceptos nucleares, el de población, muestra en América un desarrollo notable. Los estudios compilados por Heraclio Bonilla (2011) y publicados bajo el título indios, negros y mestizos en la Independencia, nos actualizan respecto al punto que interesa señalar. Allí, Óscar Almario nos recuerda que "el total de los deportados del África se estima entre 10 y 15 millones de seres humanos" (Almario 2011, 24), cuyo tráfico ocurrió especialmente entre 1640 y finales del siglo XVIII. Para efectos de la administración de la mano de obra y en general de la tecnología vigente, esta población pasó a llamarse de negros esclavos. Conocemos desde luego las características de la población indígena, tasada en unos 50 millones en 1492 y administrada durante tres siglos de Colonia hasta reducirse a 5 millones hacia 1810. Esta población fue gobernada por medio de una combinación de reducciones, reasentamientos forzados, trabajo, suplicio, control de vientres, catequización y muerte. La mezcla y simultaneidad de hacer vivir, hacer morir, dejar vivir y dejar morir desdibuja la solución de continuidad entre regímenes soberanos, disciplinarios y reguladores. La catequización católica y la condena de las formas de vida autóctonas amerindias y africanas, así como los múltiples recursos de deshumanización propios de una racionalidad expuesta en las prácticas de gobierno empleadas con la población indígena y esclava durante los siglos de la Colonia, son los pilares de gobierno de estas poblaciones. Con esta experiencia ganada surgieron los Estados nacionales de las repúblicas hispanoamericanas que pasaremos a considerar propiamente biopolíticos.

En el período de la consolidación biopolítica en Colombia se pusieron en marcha varios de los elementos característicos de una racionalidad política aplicada a una o varias poblaciones que se perfilaron por efecto de la actividad de la razón de Estado, de sus prácticas, y, a la vez, donde las poblaciones fueron naturalizadas y convertidas por esta razón en objeto de estudio. Esto ocurrió en las décadas comprendidas entre 1880 y 1950. En el caso de las repúblicas iberoamericanas es decisivo el hecho de que esto sucediera tras la Independencia, situación distinta a la de los procesos de consolidación nacional que vivieron los Estados europeos durante los siglos XVIII, XIX y XX en su paso hacia formaciones más o menos republicanas.

El COVID- 19, es la destrucción de la vida misma que rompe con el intercambio social y destruye nuestra condición del existir natural. El COVID 19 es la resultante de una guerra de laboratorios, denunciado por un farmacéutico venezolano, Dr. Eduardo Samán, quien le dio consejos al fallecido presidente Hugo Chávez Frías que rompiera con algunos rasgos del cuerpo de ese poder, activara la producción de genéricos, control de las patentes en las medicinas venezolanas y equilibrar los salarios de los especialistas que laboran en nuestros hospitales para que no se fuesen al exterior para formar parte de las grandes élites médicas.

Con el predominio siempre patente de la población urbana, más serán los afectados y, allí donde el capital se concentra, tendremos más contaminados. Es un plan macabro, muy bien concebido para aumentar las arcas de los financistas y grandes banqueros, tanto asiáticos como de Las Américas.

Mientras, la vida mental del obrero, ama de casa y niños se desarrolla en una sola habitación para fomentar depresión, aislamiento, suicidio, inapetencia sexual, y desequilibrio emocional. Esto, desencadena enfermedades patológicas como diabetes, alta presión sanguínea y recuerdos que nos llevan al pasado.

Lo mismo que en el Panteón Romano se encuentran los dioses de todas las naciones, en el Sacro Supremo Romano- Germánico tenemos los pecados de todas las formas de Estado. Es el moderno mundo político que los pobres no podemos disfrutar. Ya la pandemia es un presente político, no respetaron a nadie, con tal de controlar la hoja de coca boliviana. Nuestra esperanza esta en Alemania, Angela Merkel debe hablar, porque la OMS es puro rodeo y conocía la debilidad de China y escondió información, este virus viene progresando desde 2009 y no hablo claro. Los científicos deben aclarar términos y la investigadora de Hong Kong fue muy clara porque, todo esta enmarcado en una política- sanitaria que nos atañe a todos, necesitamos de una información de prensa muy precisa.

El COVID- 19 es la cuarta pandemia lanzada por laboratorios a la humanidad, tenemos la peste negra, ébola, peste española y el COVID- 19, le antecedió el zika, kinkuya y el SARS.



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Emiro Vera Suárez

Profesor en Ciencias Políticas. Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajó en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño

 emvesua@gmail.com

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