Sin Globovisión la vida no es sabrosa. ¡Qué va, no es lo mismo!
La política sería muy aburrida; dejaría de tener sentido La Hojilla; Dando y Dando y cuanto programa de opinión se genere en Venezolana de Televisión. ¿De qué hablaría el señor Mario Silva García, por ejemplo, si desapareciera el Aló Ciudadano? ¿Y Alberto Nolia, que según sus propias palabras se retiraba de su programa, Los Papeles de Mandinga, porque la política no estaba interesante; incluso aburrida dijo; entonces, cuándo volvería? ¿Y el vámpiro Ledezma e Ismael García? ¿Y cabeza e´ motor? ¿Por cuál canal los veríamos chillando? ¿Eh, eh? Y a Omero Simpson, (a) Roberto Giusti ¿quién lo sustituiría en la televisión venezolana con su visceral e incomparable estilo antichavista?
Y por nuestras glándulas suprarrenales ¿quién respondería por ellas; por su funcionamiento, cuando dejen de producir adrenalina; esa hormona que se segrega en cantidades abundantes y placenteras y que se traduce en ritmo cardíaco acelerado haciéndonos sentir vivos cada vez que Globovisión anuncia una medida expropiatoria del Estado Venezolano en contra de un oligarca o terrateniente o cuando difunde en vivo y directo, vía microondas una guarimba o desastre natural del cual el único responsable es el rrregimen comunista del dictador Chávez.
Pero por sobre todas las cosas ¿cómo vivir en lo adelante sin esa contagiosa, estresante y tenebrosa melodía de fondo que acompaña con su dum, dum, dum, cada mala noticia por Globovisión?
¿Se imaginan vivir sin ella?
Imposible ¿verdad?
Quienes vivimos la política; quienes la disfrutamos, no compartimos de ninguna manera el cierre de Globovisión. Si se cierra Globovisión, se estaría atentando al derecho que todo venezolano tiene al entretenimiento; a estar divertidamente desinformados y aterrorizados. Porque si bien es cierto que con la salida del aire de Globovisión la vida dejaría de tener sentido para cualquier chavista, peor sería aún para nuestros queridos hermanos y compatriotas escuálidos. Con su cierre; el cierre de Globovisión, desaparecerían los disociados y eso no es justo; eso no lo queremos ¿verdad? es discriminatorio; en especial, en un Estado que se precia de ser socialista. Además, ¿de qué vivirían mis colegas siquiatras? no tendrían pacientes ni razón de ser su especialidad médica.
Entonces ¿Qué sentido tendría sancionar a Globovisión con un fuera de señal por horas o en su defecto; de manera permanente, con medida de revocatoria de concesión al estilo RCTV si ello conllevaría a la sociedad venezolana, chavista y escuálida, al caos; al borde de la locura?
Con el debido respeto que nuestro máximo líder nos merece, prefiero que Hugo Chávez, con esa magnanimidad que siempre lo ha caracterizado; que no debe confundirse con cobardía, siga aplicando la máxima que tanto ha repetido: ÁGUILA NO CAZA MOSCAS y en su lugar lo preferimos cabalgando; cabalgando al mejor estilo del Quijote; porque sí los perros siguen ladrando, es porque la revolución sigue cabalgando, y eso, ningún mediocre canal de televisión, de corte fascistoide tratando de intimidar a un pueblo, como el heroico pueblo caraqueño, al igual que lo intentó en su oportunidad la iglesia católica y la oligarquía de la época, el 26 de marzo (jueves santo) de 1812 en tiempos de obscurantismo casi medieval ante un fenómeno natural como lo es un terremoto sin lograrlo, mucho menos, “un loco con cañón”, al decir del ciudadano Presidente, lo conseguirá.
No obstante, sabiendo que la palabra de Hugo Chávez es palabra comprometida podemos sentenciar desde ya: Los días de Globovisión están contados, porque tanto va al cántaro el agua, hasta que se esfonda. Y este cántaro, se esfondó.
¡El que tenga oídos, que oiga!
(*)Médico
elieceralvarado@hotmail.com
