La verdad es que inicialmente me surgieron algunas dudas razonables de que los CLAP pudieran ser la respuesta más efectiva al problema del desabastecimiento inducido al que durante estos últimos meses se ha sometido al pueblo de Venezuela.
A medida que pasan los días, y viendo el ataque sistemático e indiscriminado de la derecha sobre los CLAP, estoy comenzando a sospechar razonablemente que la derecha teniendo claridad sobre el potencial de los CLAP como organización popular desata todo su furia contra ellos a los fines de acabarlos, temiendo a la poderosa organización popular que puede estar contenida en ellos.
No es una mentira para nadie que si de algo ha adolecido la revolución desde hace tiempo, pero especialmente desde el vacío que dejó Chávez, es la organización popular como medio para consolidar los cambios revolucionarios, más allá del “control” del gobierno, del estado y sus instituciones por parte del chavismo.
Se repite que los CLAP están politizados, que discriminan a quienes no son afectos al chavismo, que todos tienen derecho a la alimentación independientemente de su ideología, que el PSUV controlará los CLAP y que le negará la bolsa de comida a quienes solicitan el Referéndum Presidencial, etc., etc. y todos esos señalamientos y la vehemencia con que se hacen no es más que un indicador de que “sólo el pueblo salva al pueblo”.
A la derecha no le preocupa en absoluto si un CLAP excluye a una familia por razones políticas, que siendo sinceros es algo que podría llegar a pasar, le importar ver que la gente descubra el potencial que tienen las comunidades organizadas para abocarse a solucionar el problema de la escasez de alimentos.
Pero no sólo le hacen daño a los incipientes CLAP la derecha con su propaganda de descrédito, sino que le puede hacer mucho daño también el mismo gobierno si se empeña en controlar, desde arriba, estas organizaciones que tanto prometen en la dura y difícil crisis que le ha tocado al chavismo vivir en estos tiempos.
Así que los CLAP no sólo pueden terminar siendo víctimas de Ramos Allup, Chúo Torrealba, Borges, etc. que hoy los demonizan, sino que su éxito depende de la confianza que puedan tener en ellos Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez, Jaua Milano, etc., sin esperar que estos sean apenas apéndices políticos del PSUV para controlar maquinarias y garantizar votos.