Echar por tierra la confianza y la esperanza de los hombres, que se extravían de las brújulas de las mayorías con uniforme de pueblo, te borrastes para siempre brigadista
Era mejor la muerte decente que la espalda a un cometido
Fue tu último salto, sin aroma a valentía ni tabaco, salto al olvido y despedida.
Miguelangel. Zambrano
Confieso, a varios días, Todavía me cuesta asimilar las palabras y los gestos, los señalamientos y argumentos que como escudo sacado del bolsillo de la chaqueta de cuero marrón y la piel de amargura esbozo Raúl Isaías Baduell. Con El: Se apagaron las lagrimas, los gritos, el reclamo, la exigencia y el compromiso con la patria, con El: Un juramento al Saman de Guere, a la tierras aragueñas, el discurso al soldado, a un sentir de pueblo, al tricolor de la bandera, a la placera A la tropa consternada, a la gente recostada a la cerca y hasta la sangre en el asfalto.
Escribir un artículo en contra de ti me parece una mentira que acepto como deber.
Con la misma firmeza y semblante Comandante Baduell.
¡Traicionar una esperanza!
Totalmente inaceptable, Abrazarse al enemigo.
Dejarse acompañar por quien denigran y ofenden a la mayoría de pueblo,
Totalmente inaceptable, y
Con aquellos que buscaron tu muerte y desean tu muerte.
Totalmente inaceptable.
¿O es que el accidente de los helicópteros, en aquellos días de abril, fue producto de la casualidad o una causalidad de aquellos que hoy te acompañan?
No celebro tu caída, pero era mejor que te hubieses sembrado en esas montañas Baduell para no tener que recordarte en este momento de la patria de aquel lado de la acera, con las palabras vacías y la mirada extraviada. Haciéndole jugada a la extrema derecha.
Pero los tenías escondido y un ego desconocido por ese pueblo que te apreciaba y no precisamente los que reciben en estos instantes. Los mismos que al no ser útil, te arrumaran dentro de la caja del olvido, con otros personajes muy nefastos. Debe ser bien feo, compartir ese “sitial de honor”, no me gustaría estar en tus botas de soldado que deserta, llegar tan lejos para rendirse, no debe ser una tarea fácil en la memoria de un hombre que salto de un avión, sin paracaídas.
*Estudiante UBV
miguelangeljr@cantv.net