Gluteos virtuales y pornocensura

 Si usted revisa la historia del movimiento estudiantil venezolano desde la batalla de la Victoria hasta esta línea que lee, constatara que siempre los grandes medios de comunicación lo condenaron. O en el menor de los casos, le hicieron

lo que el eufemismo comunicacional llama “mala prensa”.

 El siglo XXI rompió la regla y la tradición. De súbito, al poder mediático

le dio por mimar a colegiales, liceístas y universitarios, sobre todo, si proceden del sector privado de la educación y militan en la oposición. No sólo en Venezuela, en ningún país del mundo un estudiantado ha recibido tal despliegue periodístico de sus acciones. De esta forma se ha construido un “movimiento virtual”.

 La virtualidad afirma por un lado y niega por otro. Es por ello que los estudiantes revolucionarios no existen para los grandes medios, son vetados e invisibilizados. La realidad, sin embargo, es terca, obstinada y hace corta la vida de lo virtual. Un movimiento no se crea ni nace en los periódicos, canales de televisión y emisoras de radio.

 El matrimonio entre medios y estudiantes de oposición, comenzó a raíz del fin de la concesión de RCTV. Los chicos salieron a defender la propiedad de un enemigo jurado del movimiento estudiantil (si investigan un pelo, la historia desde 1960 se lo demostrará). Pronto, ese “movimiento” quedaría al desnudo en la Asamblea Nacional.

 Pidieron un derecho de palabra, el parlamento se lo concedió y huyeron por la derecha. En la tribuna, dejaron la evidencia de su orfandad de ideas: un guión con el logo de ARS Publicidad. Allí les soplaban todo lo que debían hacer en el palacio legislativo. Cumplieron el libreto al pie de la letra pero dejaron olvi-dada  la chuleta.

 Desde entonces hasta el día de las nalgas al aire, todo fue copiar formas de protestas ajenas a nuestra idiosincrasia. Invitados por la derecha europea, trajeron al trópico modelos de acciones practicadas en la Europa del Este, en las llamadas revoluciones de colores. Los medios las desplegaban y elogiaban la “originalidad” de los chicos de los colegios privados. Algunos fueron calificados de “héroes” sin el menor rubor periodístico.

 Con ese despliegue mediático, los muchachos oposicionista creyeron que se la estaban comiendo y que podrían alcanzar lo que no lograron los generales golpistas del 11 de abril de 2002, los meritócratas que paralizaron la industria petrolera y los guarimberos de 2003-2004, esto es, derrocar al gobierno y tumbar a Hugo Chávez. Sus manitas blancas harían posible la revolución blanca, no ve.

 2009 los desengañó. Las encuestas informaban de la popularidad del presidente Chávez y las Naciones Unidas reconocían los avances del país en desarrollo humano. En América Latina, los gobiernos progresistas florecían desde centro hasta Suramérica. Los jóvenes oposicionistas caminaban en sentido contrario al de la historia, al dejarse guiar por magnates mediáticos reaccionarios y cadáveres insepultos de los viejos partidos políticos.

 Desnuda la realidad virtual, decidieron desnudarse en tiempo real. Copiándose, una vez más, otra forma de protesta nórdica, decidieron enseñarle sus glúteos al mundo. Los medios que tanto los publicitan, consciente del rechazo que eso tendría en el pueblo venezolano, no publicaron las imágenes de las nalgas al aire, símbolo de la precoz decadencia de una generación que los medios y los añejos partidos envejecieron en tiempo record. Los grandes medios les subieron los pantalones a los chicos y vetaron sus glúteos en sus primeras páginas y horarios estelares. La oligarquía mediática, cuando le conviene, practica la pornocensura.



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Earle Herrera

Profesor de Comunicación Social en la UCV y diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV. Destacado como cuentista y poeta. Galardonado en cuatro ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo, así como el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (mención Poesía) y el Premio Conac de Narrativa. Conductor del programa de TV "El Kisoco Veráz".

 earlejh@hotmail.com

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