La nueva normalidad

Hay quienes afirman que lo normal es lo que se halla en su estado natural o lo que es habitual y ordinario. A raíz de la cuarentena por el coronavirus algunos políticos o expertos en todo, hacen referencia a un nuevo concepto, se trata de la "nueva normalidad" con la esperanza de superar acontecimientos extraordinarios. Esto ocurre cuando se produce un cataclismo extraordinario y la o las victimas intenta vivir la vida normal pasada la calamidad. En el caso de lo que estamos viviendo los habitantes del planeta, se trata de la posible realidad pos pandemia de coronavirus al que todos lo humanos debemos acostumbrarnos a convivir con el virus o sus fantasmas.

Lo bueno de los políticos o sus asesores es que siempre encuentran palabra o palabras para pretender mantener contenta a las personas, una especie de eufemismo que sustituye a otra malsonantes de mal gusto o inadecuadas o impertinentes. De esto los consumidores tenemos larga experiencia. Al final pareciera que se tratara de cambiar algo para que todo continúe igual. Una frase que no es mía pero igual la utilizaré.

No hay peor desastre que las guerras, algo común en nuestro planeta. Millones de personas vivieron la experiencia de la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Pasada estas calamidades, declarada la paz o un armisticio, las medicinas aumentaron de precio, los alimentos los acapararon para justificar el incremento de las tarifas, los alquileres y las compras de vivienda se fueron por las nubes, es decir se implementó una nueva normalidad, que no era más que la vida normal a lo que los europeos, asiáticos y africanos estaban acostumbrados.

Pero no fue solo lo de los aumentos de precios, es decir la inflación programada por eso de la ley criminal del mercado, sino los grandes beneficios de las burguesías nacionales y globalizadas. Las mismas que siempre salen favorecidas en la vieja normalidad y pasado el cataclismo, durante de la nueva normalidad.

Las grandes corporaciones de fábricas de armas siempre están preparadas para las dos normalidades, tanto de la vieja como la de nueva. Primero, enemistan a los países para la venderles armas antes declarar la guerra, la vieja normalidad, y segundo, cuando termina la conflagración incentiva a los estados, antes beligerantes, para venderles más armas para mantener la paz. La nueva normalidad.

Son numerosas las empresas farmacéuticas que conocen mucho de la nueva normalidad. Existen, en las antiguas y modernas potencias, laboratorios especializados en la invención de virus. Es decir, recintos casi secretos donde trabajan científicos especialistas en inventar patógenos (virus y bacterias) para matar personas por medio de una pandemia. Entre tales virus o bacterias puedo nombrar el ántrax, la tularemia, melioidosis, muermo, la yersinia pestis, el H1N1… que pueden ser dispersados en el aire sin perder la eficacia, es decir, matar más personas. Son las armas utilizadas en las llamadas guerras bacteriológicas para responder a posibles ataques de un enemigo. Sin embargo, a pesar de lo perverso de sus investigaciones e inventos, esos mismos laboratorios, con los mismos científicos, producen el antivirus para vendérselo a los países que ellos mismos han contagiado, obteniendo así una ganancia exorbitante. Es la nueva normalidad.

Actualmente estamos viviendo la nueva normalidad y vemos las armas publicitarias del gobierno de EEUU para descalificar a cualquier país que le lleve la delantera en la producción de la vacuna contra el coronavirus. Acusa a China, a Rusia, sin prueba alguna, para desprestigiar los trabajos de los científicos en sus localidades y de otros laboratorios que no sean estadounidenses. No por un problema de eficiencia científica, solo un problema de dinero y del dominio del escenario político mundial. En otras palabras, no basta la hegemonía política y cultural, también la científica. La vieja normalidad muy parecida a la nueva normalidad.

El rubicundo y orbicular Trump se acostumbró a la vieja normalidad y si por algún momento tendría que aceptar la nueva, sería bajo sus condiciones. Esto sería posible si la nueva se pareciera a la vieja. Por eso aprovecha en su campaña electoral para desacreditar los nuevos liderazgos, como el de Putin, Xi Jinping, u otro que lo despoje de un protagonismo que nunca tuvo. Así mismo, amenaza con aplicar sanciones a sus aliados alemanes para detener el proyecto del gasoducto ruso Nord Stream 2. La vieja y la nueva normalidad en su mejor momento.

En algún tiempo la globalización fue parte de la nueva normalidad. Era la idea de la horizontalidad del comportamiento humano, que todo el mundo comiera, se vistiera, escuchara música, bebiera Coca cola, se envenenara con Mc Donald, que usara la misma ropa deportiva, que utilizara los aviones y las armas made in USA, hasta las medicinas fabricadas por el hegemón. Para esto sacaron las fábricas de EEUU, del Reino Unido, de Francia y otros, para no pagar altos sueldos y las enviaron a China, Vietnam, Indonesia, México, Filipinas, Bolivia, entre tantos de los países donde se establecieron las maquilas. El resultado no fue el esperado, la nueva normalidad tuvo una falla, y algunos países donde existían las maquilas aprendieron demás y comenzaron a fabricar sus propias mercancías desplazando del mercado mundial los productos made in USA, Reino Unido, Francia…

La nueva normalidad fue una frustración y hay que regresar a la vieja normalidad y para esto lo indispensable es crear una estrategia publicitaria para desprestigiar a China y Rusia en todas sus actuaciones. El mofletudo Donald no advirtió que mientras él estaba aplicando sanciones y llevando la guerra hacia otros países, los chinos y los rusos estaban haciendo lo que saben hacer desde hace quince mil años, trabajando y buscando nuevos aliados para cambiar la ruta que tiene más de cien años de agresión planetaria.

El amargado Donald tiene en su campaña electoral otros planes. Una nueva normalidad para Suramérica, que coincide con la vieja normalidad, la del patio trasero. Para eso activa la vieja política de los presidentes jalabolas, los lameculos de siempre que se le arrastran ante cualquier mandato del Departamento de Estado. Y para esto escogió sus mejores siervos, sus mejores perros falderos el subpresidente Duque y el racista Bolsonario para llevar a cabo sus planes desestabilizadores contra Venezuela. Aspira conquistar votos de los segregacionistas de EEUU amenazando constantemente al presidente Maduro de su derrocamiento, invasión y de la aplicación de nuevas sanciones económicas y financieras que están ahogando al pueblo venezolano. Todo esto ocurre ante la mirada indiferente de UE, también amenazada con sanciones. Es la nueva normalidad.

La nueva normalidad llegó y se instaló en Venezuela, algunos comerciantes degenerados, justificando la subida del dólar, las sanciones, el boicot económico, de la epidemia de coronavirus y de la indiferencia de algunos funcionarios que les compete el asunto, aumentaron los precios en cantidad exorbitantes de la cesta básica, de las proteínas, de las medicinas, de los servicios, de las camionetas, de las clínicas y de todo aquello que le produzcan beneficios producto de la especulación. En un pueblo como este, agredido de manera inmisericorde, en un país cuyos profesionales, obreros, pensionados, empleados, entre tantos tienen un sueldo que no les llega a $10 USA deben hacer milagros con la nueva normalidad.

Ciertamente, cuando llegamos al mundo todo estaba hecho y no tuvimos injerencia, teníamos que vivir con lo que se nos ofrecía. Los pobres continuarían siendo pobres y los ricos, a pesar de las calamidades, aprovechando de la nueva normalidad se hacen más ricos, ante la indiferencia de muchos. Quizás por esto Cesare Pavese (1908-1950) escritor italiano, expresó: "¡La fuerza de la indiferencia! Es la que permitió a las piedras perdurar inmutables por millones de años". Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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