El rey de España, todavía golpeado por la caída que sufriera en Botsuana, con su cadera retorcida, con su rostro inflado y un andar tembloroso y humillado, clama por ayuda a los países Sudacas. El rey ya no está para embrollos, ni para reclamos, ni para mostrarse soberbio, ni mucho menos para sentir como en la cumbre de 2007, que América Latina es todavía el feudo de su tatarabuelo Fernando VII.
El rey dice que se le dobló el chasis y que necesita acudir a un taller para que se lo enderecen.
El rey abrazó tembloroso a todos los presidentes que acudieron a la cita. El reino de España está muy mal, lo dijo por todo el cañón; ya lo pregonó en la India, pero él sostiene ahora que no volverá a matar más elefantes ni a mandar a callar a nadie. Que más bien, ahora le cuesta hablar.
Santos le dio un beso.
Piñero lo apurruñó.
Felipe Calderón le apretó contra sus pechos.
Humala lo estrechó entre sus brazos.
Puras pamplinas diplomáticas, pero del dicho al hecho media mucho trecho.
El sólo hecho de la no presencia de Chávez a la Cumbre ha anunciado un rotundo fracaso del encuentro, que de paso, nunca ha servido para nada útil, más que para mirarse un poco los mandatarios y hacer turismo en la meca de las rumbas gitanas.
España no tiene nada que ofrecer distinto de lo que le puede dar a México, por ejemplo, Estados Unidos. España tal cual como se encuentra, encajonada en Afganistán y cumpliendo los mandatos de la OTAN, nada tiene que ver con nosotros.
El rey y Rajoy se han quedado solos en el mundo, porque dentro del gran negocio del capitalismo España representan muy poca cosa. Estados Unidos los inundó de hipotecas basuras, los llevó al despeñadero económico más grave en un siglo de su historia, y ellos tuvieron que callar y aún más, sostener la misma política que los mantiene en la más penosa bancarrota y desolación.
Buscan dinero y se muestran muy amigables hoy con nosotros, pero en el fondo siguen odiando a los indios, a los negros, a los latinoamericanos en general.
España es un mundo que realmente ya no tiene nada que ver con Latinoamérica. En el pasado, en 1930, todavía podíamos lazos profundos de hermandad, pero todo eso se ha ido para siempre al foso. Ya nada nos liga en lo moral, en lo político ni en lo humano.
No creo que Venezuela le compre más barcos, encontrándonos nosotros en el Mercosur; ahora se los podemos comprar a Argentina o a Brasil.
Para peor desgracia, a las delegaciones se les atendió en el Oratorio de San Felipe Neri, donde se debatió y firmó la Constitución de 1812, que acabó traicionando el rey Fernando VII. Qué descaro. Cómo se habría sentido ofendido en recinto el Presidente Chávez.
¡Pero es posible que todavía a estas alturas puedan en América Latina creerse los cuentos de esa élite española que aún asume que aquí somos sus vasallos! El fin de Europa en su conjunto es evitar y ahogar cuanto nos pueda favorecer. Ese es el único medio que ellos tienen para mantener un alto nivel vida. Ellos sólo persiguen aquello que les permita preeminencia de sus políticas sobre nosotros, todas de corte neoliberal..
España realmente ha muerte para siempre en América Latina. Ya es inútil. Ella tiene un rey, un rey disipado, enclenque, pro-fernandista, y a un paso de la tumba, y nosotros somos esencialmente republicanos.
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