La Central de Inteligencia Americana (CIA) definió la guerra fría como “batalla por la conquista de las mentes humanas”.
Y para esa conquista de las mentes humanas, la CIA recurrió y recurre a todos los medios de comunicación, culturales y plataformas o redes sociales a su alcance: radio, televisión, cine, libros, periódicos, teatro, música, congresos, revistas, seminarios, talleres, cursos, festivales, concursos, premios, conciertos, etc.
Y sobre todo reclutar, con cualquier excusa o fachada –fundaciones, ONG’S, institutos– a verdaderos ejércitos de: intelectuales, escritores, artistas, historiadores, poetas y poetizas, periodistas, científicos, críticos de arte, locutores, comunicadores, presentadores, etc.
La “batalla por la conquista de las mentes humanas” no es otra cosa que la guerra prolongada contra comunistas y socialistas y la instalación en los pueblos del mundo –en sus mentes– el modo de vida “americano”.
Además la guerra fría viene acompañada de la guerra psicológica, es parte de sus genes, de la propaganda; de acuerdo al Consejo de Seguridad Nacional, entendida como: “todo esfuerzo o movimiento organizado para distribuir información o una doctrina particular, mediante noticias, opiniones o llamamientos pensados para influir en el pensamiento y en las acciones de un determinado grupo”.
El objetivo de la CIA es lograr que el “sujeto se mueva en la dirección que uno quiere por razones que piensa son propias”.
Es una ilusión suicida pensar que esa corporación de guerra psicológica conocida como CNN, fachada de la CIA, va a cesar su ataque contra el Gobierno Socialista.
Y lo peor es que esa arma de guerra psicológica entra a los hogares venezolanos con el argumento de la, ¿libertad de expresión?
Sacar a CNN de los hogares venezolanos es un acto soberano de legítima defensa.
«La pedagogía del oprimido, como pedagogía humanista y liberadora tendrá, pues, dos momentos distintos aunque interrelacionados. El primero, en el cual los oprimidos van desvelando el mundo de la opresión y se van comprometiendo, en la praxis, con su transformación, y, el segundo, en que, una vez transformada la realidad opresora, esta pedagogía deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación» Paulo Freire