En días pasados fuimos testigos los venezolanos y venezolanas de bien, de las quejas presidenciales sobre el destino de las vacunas que, con tan esmerado esfuerzo se había permitido adquirir la República Bolivariana de Venezuela al sistema Covax de Naciones Unidas por un monto de 120 millones de dólares. Estimaba, el Presidente, Nicolás Maduro, que al cancelar ese financiamiento se relanzaría con pie firme el plan de vacunación nacional de inmunización contra el Covid-19; incluso, ya se hablaba del reinicio de actividades presenciales para octubre próximo y un sinfín de nuevas posibilidades ante la apertura de actividades económicas, realizables en un nuevo contexto de inmunización del 70 por ciento de la población venezolana. La queja presidencial, rápidamente obtuvo su respuesta de parte de los representantes del sistema Covax, tanto por escrito como por conversaciones sostenidas entre la Vicepresidenta Ejecutiva de la República, Dra. Delcy Rodríguez y representantes de la Oficina de Covax en el país. En comunicación fechada el 7 de junio del presente año, Santiago Cornejo de la Office of the COVAX Facility, explica las motivaciones por las cuales no ha llegado al país una sola dosis de las vacunas financiadas por Venezuela, se lee en la comunicación: «Venezuela ha cancelado mediante 12 transacciones un total de US $ 109.968.081,82 faltando por cancelar US $ 10. 031.838,18 que se corresponden con pagos bloqueados por EEUU: US$ 2.487.321,60 del 21 de abril 2021; US$ 376.075,91 del 6 de mayo 2021; US$ 552.034,85 del 6 de mayo de 2021 y US$ 1.190.000,00 del 18 de mayo de 2021…» De lo leído, se concluye que el imperialismo y sus sanciones no son una entelequia que surgió de la esquizofrenia presidencial sino una realidad verificable, que existen para infortunio de los pueblos y la humanidad aunque se pretenda «humanizarlas», denominándolas como medidas coercitivas unilaterales. Que la pandemia por Coronavirus, no ha suavizado para nada el corazoncito de Biden, si es que lo tiene, y su criminalidad está más latente y viva que nunca antes, tal cual Donald Trump. Que las palabras del director de la OMS, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien declaró que: «la única manera de derrotar esta pandemia, como siempre hemos dicho, es por medio de la solidaridad. Solidaridad, solidaridad, solidaridad… Somos una sola raza humana y eso es realmente suficiente. Este es un enemigo invisible contra la humanidad», quedaron en solo palabras muertas, que aró en el mar. Que, a la par del «enemigo invisible contra la humanidad», el coronavirus, hay otro muy visible y más peligroso, el imperialismo, léase: EEUU y Europa.
Al igual que hicieran en Vietnam, donde sufrieron la mayor derrota militar en toda su historia. Los EEUU, provocaron una catástrofe humanitaria con millones de muertos y heridos con sus bombardeos aéreos que arrasaron con más de 9 mil aldeas pobladas, millones de hectáreas productivas, ciudades, puentes, diques, embalses, ferrocarriles, caminos, fábricas, puertos, hospitales y escuelas destruidas producto de 6 millones 300 mil toneladas de bombas lanzadas sobre Vietnam, una fuerza explosiva que algunos comparan con la equivalencia de dos bombas atómicas; esto, sin contar que sobre la población vietnamita, los imperialistas de EEUU, emplearon proyectiles incendiarios, entre los cuales merecen ser mencionados las bombas de napalm y de fósforo blanco, hoy prohibidas por Naciones Unidas dado su carácter criminal-destructivo de la especie humana. Tal pareciera, que el objetivo de los imperialistas del Norte (EEUU y Europa), fuera alcanzar los mismos fines destructivos de la especie humana, pero, mediante métodos aplicables a tiempos de paz, léase: sanciones y bloqueo financiero-comercial, mecanismos tan iguales de perversos que la propia Naciones Unidas se han pronunciado en su contra, como bien lo reflejan las votaciones históricas que realiza la ONU en repudio al bloqueo de EEUU contra la digna y heroica República Socialista de Cuba. Y es, el imperialismo, tal como lo describiera –acertadamente- V. I. Lenin que, como resultado de la fase monopolista del capitalismo, no solo es exportación de mercancías sino también de capitales, es explotación de las naciones de menores recursos, es lo que el economista egipcio, Samir Amin, llamara: «Imperialismo colectivo», constituido por las grandes empresas transnacionales financiero-comerciales, fundaciones y organizaciones no gubernamentales de todo tipo, integradas como un todo y subordinadas a los intereses de los gobiernos de las grandes potencias del mundo como un solo y gran «Colectivo», que ejerce el dominio global en el planeta. Siendo, los EEUU, quien asume el papel de líder internacional en esta etapa de «globalización» o fase superior del imperialismo, y ello le permite abrogarse el derecho unilateral de decidir quiénes son los buenos y quiénes los malos sobre este planeta Tierra que nos debiera pertenecer a todas y todos por igual.
¡Covax es coba! Detrás de la solidaridad, que como comunidad internacional de naciones está obligada a expresar y manifestar la Organización de Naciones Unidas, ONU, se ha permeado el imperialismo para neutralizar e invalidar el multilateralismo que, como destino común, tiene como objetivo alcanzar la Humanidad toda. Ejemplo de ello es Covax. ¿Quiénes integran Covax? Además de la Organización Mundial de la Salud, OMS, la integran un grupo de fundaciones privadas: Gavi, Vaccine Alliance, Coalition for Epidemic Preparedness Innovations. Visto así, el bosque aún no nos permite visibilizar lo que es, en definitiva, Covax. Quitando más ramas del árbol, podemos apreciar que Covax surge en el marco de la colaboración global del Acelerador del Acceso a las Herramientas contra la Covid-19, fundado en abril de 2020. El Acelerador, está formado por Gobiernos y organizaciones internacionales, como la Organización Mundial de la Salud y el Banco Mundial. También, participan empresas, asociaciones de la sociedad civil y la coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI), la Fundación Bill y Melinda Gates, el Fondo Wellcome, la Fundación para Nuevos Diagnósticos Innovadores (FIND), y Unitaid. Covax, promueve la cooperación entre Gobiernos, son los llamados países «autofinanciados» del programa, aquellos que disponen de recursos y eso les garantiza un seguro de acceso a las dosis necesarias hasta alcanzar entre el 10 y 50 por ciento de su población. Hasta hace un año atrás, EEUU, no formaba parte de Covax al igual que Rusia o China, grandes potencias que ellas mismas producen las vacunas que requiere su población. Pero, a partir de febrero de este año con la llegada a la presidencia de Joseph Biden, el gobierno imperialista de los EEUU retornó al multilateralismo de Naciones Unidas y con ello, se incorporaron al sistema Covax, sin necesidad de requerir vacunas pues es harto conocido que están saturados de vacunas contra el Covid-19, las han acaparado a tal nivel de saturación que hoy se permiten el filantrópico placer de donar vacunas a los países imposibilitados de acceder a éstas, gracias a que hay países como los EEUU, que han acaparado las vacunas y han dejado al mundo padeciendo de su escasez. Por lo demás, es harto sospechoso que los EEUU hoy se integren a Covax, a no ser que tengan intereses que se desean garantizar desde dentro de dicha organización. Es la desconfianza propia de un imperio, que no confía en sus propias organizaciones «Colectivas», léase: Fundación Bill y Melinda Gates, Fondo Wellcome, Fundación para Nuevos Diagnósticos Innovadores (FIND), y Unitaid, la misma OMS, como brazos extensores del poder global de Washington, incluidos sus gobiernos aliados. Pero, ¿Qué intereses desea resguardar Washington desde el interior de Covax? Obviamente, garantizarse que la OMS cumpla con las sanciones y demás medidas de bloqueo financiero-comercial aprobadas por el gobierno de los EEUU. Tal como acaba de ocurrirle a Venezuela y el bloqueo de recursos transferidos desde un banco Suizo. Quedó para la historia, el supuesto secreto bancario suizo, como paraíso fiscal que se vendía al resto del mundo. EEUU, le demuestra al mundo todo que sigue siendo el policía universal y sus órdenes deben acatarse. Tal es, el despropósito de la insolencia imperial estadounidense contra Venezuela, su Gobierno y bravío pueblo que le resiste heroica y gallardamente.
Pero, Covax, no solo expresa la vigencia del imperialismo a lo interno de la OMS, sino que esa instancia supuesta de multilateralismo, cargada de supuesta solidaridad humanitaria, al fin de cuentas no viene a ser otra cosa sino una instancia comercial para la distribución y venta de las vacunas anticovid producidas por EEUU y Europa. En su comunicación de respuesta, Santiago Cornejo de la Office of the COVAX Facility, así lo expresa, sin tapujos de ningún tipo, los recursos aportados por los gobiernos que se asociaron a la iniciática Covax, son: «Para tener opción a comprar vacunas de Johnson & Johnson y NOVAVAX…». Expresaba, el Presidente, Nicolás Maduro, días atrás: «Guaidó ¿Tú quieres dialogar conmigo? ¿Quieres dialogar en Miraflores? ¿En Noruega? Te traje al diálogo, Guaidó, tuviste que llegar. Al final, de tanto nadar llegaste a la orilla del diálogo con Nicolás Maduro». Sin perder la oportunidad para recordarle al delincuente promovido por Donald Trump, alias Juan Guaidó, las condiciones para que tal iniciativa de diálogo pudiera concretarse, siendo éstas: «Que se levanten de inmediato las sanciones, el reconocimiento de todos los Poderes Públicos, y tercero, devolverle al pueblo los activos y cuentas del Estado». ¡Más claro, imposible! Pero, volviendo a Covax y su trastada de garantizar al imperialismo el bloqueo de los recursos venezolanos desde dentro de la OMS, ahora el abuelo, Joseph Biden, es quien le responde –cínicamente- al Presidente Maduro: «Tanto nadar para morir en la orilla de las sanciones, vengan pasteles».
¿Se ha podido evitar esta situación desagradable? Claro que sí, un simple despeje de los árboles que impedían ver la sabana del Covax hubiera permitido inhibir al Gobierno Bolivariano de ser partícipes de esa iniciativa de los imperialistas de Europa y EEUU. Con solo tener presente, que la vieja Europa le mantiene secuestrado a Venezuela más de 3 mil millones de dólares en su sistema financiero por órdenes expresas de EEUU es más que suficiente para desconfiar. El Ché, fue enfático al sentenciar que: «al imperialismo no se le puede creer ni un tantico así de lo que expresan, ¡Nada!». Tal montonal de recursos, secuestrados en la banca europea, permitirían a Venezuela garantizar todos los combos Clap para alimentar a 6 millones de familias durante un año completo y quincenalmente. En su defecto, permitirían garantizar todas las vacunas requeridas para inmunizar toda la población venezolana y extranjera residente en su territorio. Y ha sido gracias a Covax, que el Gobierno Bolivariano se ha auto engañado creyendo en la buena fe de los imperialistas de EEUU y Europa. ¡Vaya tontos que somos! Con muchísima razón, Albert Einstein, refiriéndose a las crisis manifestaba: «No pretendamos que la cosas cambien si siempre hacemos lo mismo», frase de la cual surgió la definición de locura que algunos adosan a Einstein, sin que su autoría esté demostrada, pero la frase contiene en sí misma una validez total: «La locura es: seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes».
Veamos a Venezuela en el espejo de Sudáfrica, quien este año se casó con el sistema Covax y autofinanció millones de vacunas para inmunizar su población. Johnson & Johnson, es la fabricantes estadounidense seleccionada para proveer de vacunas a Covax. Es la misma vacuna de una sola dosis que causa la preocupación de los organismos de salud estadounidenses, que han alertado porque están a punto de caducar este mes de junio y el gobierno de Biden se propone donarlas al extranjero como caridad imperial. No fueron utilizadas pues en abril se descubrió, que su aplicación representaba un alto riesgo de formación de coágulos sanguíneos raros lo que condujo que en los propios EEUU se suspendiera su aplicación, dejando en consecuencia, un exceso de vacunas inseguras para la vida. Ayer, 13 de junio, Sudáfrica, fue noticia de alarma internacional pues decidió su Autoridad Reguladora de Productos Sanitarios (SAHPRA), el retiro de su programa de vacunación de 2 millones de vacunas Johnson & Johnson. Ya en abril de este año, Sudáfrica, había tomado una decisión similar de suspensión de su plan vacunal con J&J debido a los riesgos de producción de coágulos sanguíneos. Ha sido un permanente avanzar, parar, avanzar, retirar de dicho plan vacunal con J&J. En esta oportunidad, como consecuencia de un alerta que ha lanzado la propia Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) estadounidense, como lo refleja el ministro de salud sudafricano, Zweli Mkhize, en su alocución: «No podemos tomarnos a la ligera la decisión de la FDA. Hemos suspendido voluntariamente el uso hasta que la relación causal entre los trombos y la vacuna haya sido investigada de forma suficiente». Por más que investigamos lo de Covax, no dejamos de reconocer que ese sistema de la OMS no es otra cosa sino un «Paquete chileno», muy mal empaquetado por cierto, una estafa en la que un Gobierno que está en la mira de los imperialismos de EEUU-Europa, no debió caer por inocente y pendejo. Con muchísima razón, Hugo Chávez, parafraseando a José Gervasio Artigas, nos precisaba: «No podemos esperar nada sino dentro de nosotros mismos». Si hasta ahora, hemos avanzado junto a China y Rusia en la vacunación, para qué esperar que EEUU y Europa nos ayuden a salir de este atolladero en que ellos nos han metido? ¿Parecemos locos verdad?...