Ocaso de la economía: Socialismo como destino o Fascismo como gerencia de crisis

…que ya la bolsa será una pirámide de musgo,

que ya vendrán lianas después de los fusiles

y muy pronto, muy pronto, muy pronto.

¡Ay, Wall Street!

  Federico García Lorca 
 

Los vampiros son longevos y duros de matar. Hay que hostigarlos de cerca e inmovilizarlos hasta que la luz del alba los destruya. Su capitalismo es igual: hay que darle batalla y desgastar su hegemonía hasta que lleguen los primeros rayos de la aurora de una sociedad humana, la humanidad socialista. 

ANUNCIO DE LA CRISIS 

Asistimos al derrumbe del mercado financiero, mercado del dinero, primera y única mercancía que interesó a la burguesía, y fue sucesivamente su razón de ser, nacer, triunfar y caer. Crisis justamente del dinero, ese bastardo hijo del oro; trabajo muerto que domina al vivo, pasado coagulado que tiraniza al presente como el pensamiento de los muertos oprime el cerebro de los vivos; carroña, “vida de lo que está muerto moviéndose en sí misma” (Hegel); suma de lo que nadie tiene y siempre falta, constante y sonante carencia de la gente. El dinero, policía secreta de las ideas, es la abstracción que domina lo concreto, la idea burguesa del mundo que corrompe la vida y la degrada en imagen tarifada. 

NATURALEZA DE LA CRISIS 

Es la crisis del dinero. No es, pues, una crisis económica clásica, cíclica, cuantitativa, debida a que hay mucho o poco de algo en el mercado. Esta es la crisis final de la economía como motor universal, como imperativo categórico, como economía política (“ciencia de la dominación”), como regente de la historia. Esa economía política que, según Marx, “sólo resuelve el problema que ella misma crea: la falta de dinero”. Y ahora ni eso. 

¿FIN DE LA INCONCIENCIA? 

Esto no es derrumbe de imperios sino de sueños, comenzando por el “sueño americano”, hipotecado y devaluado a perpetuidad. La precariedad hace que el mundo burgués ya no ofrezca ilusiones del tamaño de sus desengaños y, como se sabe, “La economía capitalista no funciona sin la inconciencia de quienes en ella participan” (Marx). Es el golpe a la credibilidad dado por la mano (invisible porque no existe) del mercado.  

El peligro hoy es que el Estado burgués sabe aplicar la “gerencia de crisis”, imponiendo su estado de sitio a todos los órdenes de la sociedad, para abatir toda conciencia y transformarla en obediencia mediante la dictadura. En el fascismo la economía no tiene que probarle nada a nadie como no sea al Estado, y el Estado somete a todos, incluso al Gran Capital para quien trabaja. El Estado fascista es el “guachimán” que pone orden en la hacienda. El fascismo es el mito técnicamente equipado para salvar a la burguesía del asalto de sus enemigos (y de su propia estupidez) mediante el uso y abuso de la fuerza. La crisis actual no es necesariamente terminal para los vampiros, especialmente para su banda más obscena y hamponil, la mafia Bush-Cheney con sus operadores políticos transnacionales. 

¿ARDE EL REICHSTAG? 

De hecho, la famosa “globalización” era, en gran medida, una modalidad de emergencia con métodos de choque para exprimir incluso a los más pobres, sin piedad y sin escrúpulos. La globalización es el fascismo del dinero, guerra y el terrorismo del Imperio contra los pueblos. Las leyes privatizadoras vienen acompañadas por leyes represivas a una escala nunca vista desde la Segunda Guerra Mundial. Son un “fascismo preventivo” y su ejemplo más claro es la siniestra Constitución Europea.   

EL GATO NO ESTA MUERTO 

Los ratones deben abstenerse de celebrar funerales prematuros. La política, que es economía concentrada, está viva en los partidos burgueses y en los partidos reformistas o tecnocráticos. Ambos, en caso de tormenta social, la aprovechan para entrar al Estado, para formar coaliciones o para convertirse en ala conciliadora de los partidos revolucionarios que nacen de la crisis. El descalabro del sistema abre paso a las formas más arcaicas y violentas, asi como a las más ágiles y actualizadas, y por lo tanto más peligrosas, de la política.

Aunque totalmente desprestigiado y en las postrimerías de su mandato, George W. Bush puede utilizar la crisis económica como justificación de un zarpazo fascista que viole, aún más, la Constitución y los derechos humanos en los Estados Unidos. 

HORA CONSTITUYENTE 

Además, Estados Unidos no es el eslabón más débil de la cadena capitalista que oprime a la Humanidad. Ese papel se lo disputan China, India, España, México y otros reyes del “libre comercio”. Pero Estados Unidos sigue siendo la patria del Capital, la Meca de la infamia, el modelo para todos los burgueses.  

Para los pueblos, en cambio, la referencia son los movimientos políticos y sociales de Suramérica, y muy especialmente de Venezuela, inspirados en la crítica a las experiencias fallidas del socialismo del Siglo 20, y en la durísima experiencia exitosa de la Cuba bloqueada, con sus valiosos aciertos y sus aún más valiosos errores. 

El Proceso Bolivariano es una mina de lecciones sobre el  cambio progresivo y preparatorio para la transición desde el capitalismo, no hacia un modelo ideológico sino hacia el terreno de ensayo y error permanente de un nuevo socialismo, menos traumático, en paz, libertad y democracia, pero dispuesto a cualquier cosa.  

Por la deuda socio-cultural que arrastra, de la Revolución Bolivariana podemos decir lo que se dijo de Julio César, “Tiene todos los vicios y ningún defecto”. Sobre todo no tiene el defecto tan común de creer que alguien sabe lo que es y cómo se construye el socialismo.  

Además, y para compensar sus carencias, a la Revolución Bolivariana no le faltan iniciativas. La propuesta de Chávez de una Asamblea Constituyente en Estados Unidos es de una sencillez genial y, además, el único programa posible para acabar con la dictadura bipartidista. La propuesta es elemental como el huevo de Colón, y en eso Chávez supera al marino genovés, con la diferencia de que el Comandante en Jefe venezolano tiene muchos, muchísimos más huevos, los necesarios para combatir a los vampiros del principio del fin y el fin del principio.  

Este drama colosal que necesita la participación de todos, exige de las mayorías no preparadas mucho más que las revoluciones de antaño exigían de los “revolucionarios profesionales”. La única vía es transformar comprendiendo y comprender transformando, hasta salir de una vez de esta maldita prehistoria contemporánea del capitalismo crepuscular. 

rotheeduardo@hotmail.com



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Eduardo Rothe


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