Si por un lado existe la crisis financiera mundial, por el otro: el sistema financiero bancario en Venezuela sigue intacto. El proceso de intermediación sin vocación social no favorece ni a la clase media ni mucho menos a la los estratos más bajos de la sociedad; sigue prevaleciendo las exorbitantes ganancias de los dueños de la banca privada.
¿Por dónde empezar a solucionar la crisis financiera, sino por una involución del sector financiero bancario?. La mano invisible del mercado no es más que el lavado de capitales y el juego de dinero en mesas ficticias donde pareciera no existiera ninguna ley restrictiva que le de vinculación a este capital con la inversión en lo social, vale decir en lo real, la crisis real la produce este desequilibrio económico. La produce el financiamiento de sectores económicos que manejan el mercado especulativo distanciado del sector primario productivo. Sectores beneficiados por el propio estado a través de contratos para la construcción de infraestructura, importación y ensamblaje de vehículos, entre otros, son los mismos beneficiados históricamente por el sistema financiero bancario, con recursos de los ahorristas en su mayoría de clase media y baja. Restricciones burocráticas prevalecen en la banca “universal” en contra de los pobres, no pudiéramos imaginar en ese sistema financiero vigente, un financiamiento hacia alguna estructura organizada por el poder popular en beneficio de un colectivo, y no de un individuo o grupo minoritario en particular, hasta allí ni siquiera ha llegado de manera enérgica la empresa bancaria “universal” en manos del Estado, excluyendo de esta afirmación los otros bancos en manos del estado como el Banco del Pueblo, el Banco de la Mujer, entre otros con vocación agrícola y pecuaria.
Más de un defensor del capital saldrá en defensa del sector bancario privado, con la excusa de que la crisis económica es mundial, pero aquí la banca sigue estando intacta, bajo las mismas reglas de juego que aquella protegida por el manto paternalista y cómplice del gobierno estadounidense; sabemos que son los mismos actores, pudiéramos considerarlos en responsabilidades compartidas en una “estafa real” que está afectando la economía mundial. No podemos negar la existencia de esta crisis económica mundial, pero superar una crisis económica de cuarta generación producto de una “estafa real”, sin culpables, pareciera no ser tarea de nadie. Al final el Estado es el culpable.
¿Cómo armonizar las condiciones internas de los medios de producción sin el impacto externo de la crisis? La crisis se asomó en su primer momento en el ámbito nacional como una situación virtual, como algo invisible sin causas que la determinen. Las bolsas financieras continúan cotizando el precio del petróleo, pagándose y dándose el vuelto, los países sin este recurso no renovable sufren un estancamiento y retroceso inclusive desde el punto de vista histórico que los conduce al aislamiento internacional por el levantamiento de muros económicos para la importación y exportación de productos alimenticios desde y hacia los países desarrollados, estos últimos responsables sólo de velar por sus intereses internos.
¿Cómo atacar la crisis económica mundial y su repercusión en la economía nacional si el Estado Venezolano no ha reconocido a lo interno la presencia de una crisis económica real que arrastró consigo de manera inesperada los precios del petróleo? Si bien, se puede reconocer el papel del estado por preservar el patrimonio nacional como única garantía para el desarrollo del país, no existe un llamado a la población a tomar medidas que permitan en el corto o largo plazo reimpulsar la economía familiar. Ahora... ¿Cómo la economía familiar vence una crisis económica de cuarta generación producto de una “estafa legal” sin culpables? ¿O es que nuestra crisis no es la misma crisis mundial, y lo que realmente existe es una desarmonía en las condiciones internas de los medios de producción, originando el fenómeno especulativo?. Hay que aclarar esta situación. No es irreal el incremento del consumo en el venezolano, pero también es cierto que una parte de la población sigue sin lograr un mínimo de condiciones, ni siquiera una mínima estabilidad laboral que venza el fantasma del pesimismo. También es real la cultura del consumismo, y la falta de planificación del gasto en la economía familiar, aquí también puede haber responsabilidad del Estado. Algo que habría que poner en práctica para lograr un equilibrio interno en las relaciones de producción y vencer la crisis mundial es lograr una austeridad consciente que no rompa con la paz social lograda en los últimos años de Gobierno en Venezuela.
Ahora... ¿Cómo se logra una austeridad consciente en nuestro país si nadie habla de una crisis real interna?. La crisis es mundial pero también interna. ¿Hacia dónde dirigen sus recursos económicos los núcleos familiares? Los detractores del gobierno generan una visión pesimista del escenario nacional, responsabilizando al gobierno sobre una situación donde la macroeconomía pareciera funcionar en beneficio de convenios internacionales no materializados en el corto plazo, y la economía familiar perturbada por la ganancia especulativa, tanto del sistema financiero bancario como del comercio explotador que dispone de la poca riqueza social que obtienen: Si no es responsabilidad del sector privado contribuir con la economía familiar, entonces únicamente el Estado puede controlar el mercado especulativo que atenta en contra de ella.
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