Entrevista a Ricardo Galíndez, luchador sindical

Venezuela a dos semanas de las elecciones: ¿dónde va la Revolución Bolivariana?

La Revolución Bolivariana de Venezuela se enfrenta el próximo domingo 23 de noviembre a unas elecciones que son determinantes: luego de la derrota en el referéndum de diciembre del 2007, este nuevo proceso electoral donde se eligen gobernadores estadales y alcaldes municipales marcará el camino futuro. De ahí se desprenderá el nuevo escenario: ¿la revolución sobrevive y se afianza, incluso se profundiza a partir de la importante marea de luchas obreras que se vive hoy, o comienza un proceso de declive? Para hablar pormenorizadamente de estos aspectos Argenpress entrevistó, por medio de su corresponsal para la región centroamericana y el Caribe, Marcelo Colussi, a Ricardo Galíndez. Él ha sido activista sindical durante toda su vida, y consecuente militante de izquierda. En estos momentos es asesor sindical y funcionario de reclamos del sindicato OSINTRAIOSA (empresa fabricante de bombas para la industria petrolera ubicada en la ciudad de Barquisimeto). Por "deber revolucionario", según manifestó, se encuentra actualmente "en Puerto Ordaz, estado Bolívar, contribuyendo al proceso revolucionario como organizador del equipo político-sindical en la zona donde se hallan los batallones pesados del proletariado industrial venezolano". Ricardo fue fundador del periódico "El Topo Obrero", conocido boletín semanal de fábrica que en el año 2007 ganó el Premio Nacional de Comunicación Alternativa y Comunitaria. Fue delegado al Congreso Fundacional de la Unión Nacional de Trabajadores, el movimiento sindical que acompaña a la Revolución Bolivariana como uno de sus pilares principales. 

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Argenpress: ¿Qué significado histórico tienen las futuras elecciones de noviembre para gobernaciones y alcaldías? ¿Cómo ves el panorama al respecto? 

Ricardo Galíndez: Cada proceso electoral desde que gana Chávez tiene su especificidad. Veamos dos extremos temporales. Durante los años 2003–2004 se trataba de derrotar, también en el campo de la lucha electoral –recordemos que también habían sido derrotadas el 13 de abril del 2002 y en el intento de subversión de masas cuando el lockout de diciembre de ese mismo año– a los últimos intentos de una burguesía pro imperialista y golpista por salir de un gobierno declarado de capitalismo humanista, pero objetivamente contrario a los proyectos e intereses de las clases dominantes que con sus medidas ayudaba a elevar el nivel de conciencia política de las masas, más allá de que no trascendían el marco del capitalismo, lo que generaba una serie de contradicciones con éstas con los amos del capital. El proceso de hoy también tiene su especificidad y viene dado, en primer lugar, por el marco de crisis internacional y nacional que vive el capitalismo; en segundo lugar, por las medidas de nacionalizaciones que se han multiplicado este año profundizando las contradicciones con la burguesía, y en tercer lugar, por el ya abierto proceso de luchas donde la clase obrera está marcando el paso del combate social y que en el caso de la zona de Guayana, estado Bolívar, empieza a preocupar al propio gobierno. Estos tres elementos se interrelacionan dialécticamente, junto con otros ingredientes, como el crecimiento de las contradicciones interburocráticas por el reparto de la torta del estado y sus riquezas. Este proceso electoral no tiene la significación de poner en peligro inmediato la estabilidad del gobierno de Chávez, pues no está en juego el poder ejecutivo, ni en lo electoral ni por el apoyo de masas que pudiera desarrollar la oposición burguesa abierta, como sí se planteó la duda en los días previos al 11 de abril del 2002, aunque si éste perdiese las gobernaciones más importantes o un número significativo de alcaldías claves, de seguro que tendría un recalentamiento social en las calles de pronósticos reservados, al mezclarse esta hipotética victoria, negada desde nuestro punto de vista, con el descontento creciente por los problemas irresolutos y el que va a generar la crisis capitalista internacional, afincado sobre las debilidades de la política económica del gobierno. Las probabilidades de que se concrete un avance sensible o unos resultados electorales que se puedan catalogar como de victoria de las fuerzas de la oposición burguesa sobre las fuerzas bolivarianas y del Partido Socialista Unido de Venezuela –el PSUV– luce, hoy por hoy, irreal, por el apoyo social con el que cuenta el gobierno. A ello se suma la debilidad social y política de la burguesía, agravado porque no tiene claro el cómo y con quién enfrentar ese hecho político, presentando por añadidura lo que representa un liderazgo agotado y dividido, arropados con la crisis descomunal de sus paradigmas de sociedades, que podía plantar en frente, como lo son los Estados Unidos o la Unión Europea, o golpeados duramente como los países emergentes del continente americano como Brasil, Argentina o el mismo México y Chile.

El mismo fracaso de la burguesía y el imperialismo de aislar a Chávez en el campo internacional, para debilitarlo y así desmoralizar sus fuerzas internas, le ha restado puntos. La política del comandante, ubicada en la situación de crisis del capitalismo y de las debilidades concretas del imperialismo norteamericano, le ha permitido fortalecerse de manera relativa en este campo así como a lo interno de Venezuela, tomando como punto de partida las votaciones del referendo del pasado 2 de diciembre del 2007.

La burguesía se encuentra en un impasse, puesto que la crisis del capitalismo le ha creado serios problemas a sus direcciones políticas a la hora de seguir presentando, ante sus bases sociales y a todo el pueblo, el modelo neoliberal como la alternativa a la política de nacionalizaciones y controles económicos del gobierno.

Esta incapacidad política de las fuerzas abiertamente pro imperialistas es el factor fundamental para que los sectores burgueses sean los que permanezcan aislados y hayan perdido los espacios y la capacidad de movilización mostrada a finales del año 2007, y ni se diga la del año 2002. Los propios líderes estudiantiles que destacaron por sus medios de comunicación no han podido superar esta debilidad ni soldar las fracturas existentes, y menos aún, llenado el vacío de la carencia de una política efectiva contra el proceso de fortalecimiento del proceso revolucionario y de su principal beneficiario, el gobierno. Al contrario, estos dirigentes han formado parte de las peleas internas cuadrándose cada uno con tendencias diferentes de la oposición. 

Errores de cálculo, un nuevo traspiés 

En su crisis política que le produce ceguera, la burguesía hace tan solo unos seis meses sacaba unas cuentas bien jugosas de las decenas de gobernaciones y centenares de alcaldías que le iban a arrebatar al “dictador”, “Macaco” y cuanto improperio o calificativo clasista o racista se les podía ocurrir endilgarle a Chávez. Así tenía que ocurrir luego de la “victoria” del referéndum de diciembre del 2007. Solo que la burguesía sacó mal sus cuentas o las presentó mal, y como resultado hizo un peor análisis con resultados aún más graves para sus fines. Hecho parecido les sucedió en el 2002–2003. Ni en diciembre del 2007 fue derrotado el gobierno por una victoria de la oposición, ni el pueblo estaba desmoralizado o en retroceso. El pueblo, en ese momento, le mandó un duro mensaje al gobierno, pero sin retroceder en sus posiciones políticas y al parecer, hoy tomando en cuenta la experiencia, apoyará las candidaturas bolivarianas, pero desde una posición de más combate social, de mayor rebelión frente a los males del capitalismo. 

El significado de las elecciones para Chávez 

Para Chávez estas elecciones son sumamente importantes, pues sus resultados avalarían sus intenciones de alcanzar una reforma constitucional vía Asamblea Nacional que apruebe la reelección presidencial indefinida, aparte de que ha empezado a entender que no estamos blindados ante la crisis del capitalismo internacional como lo anunció en el mes de septiembre y debe estar sintiendo que su proyecto económico está haciendo agua por algunos lados. La meta inflacionaria ha tenido que ser revisada dos veces en nueve meses y ya está siendo rebasada por los hechos. En enero la meta era 11%, por el mes de julio la cambió a 17% y en septiembre ya hablaron de 28%, pero resulta que a estas alturas está en el orden del 31% y faltan los meses de más inflación, por lo que necesita evitar un crecimiento de la oposición que le genere complicaciones interburocráticas y/o le caliente la calle. Chávez quiere un “mapa rojo rojito”, aunque algunos de sus candidatos estén cuestionados por corruptos en algunos casos, y otros porque en abril de 2002 se declararon funcionarios al servicio del gobierno de facto y por lo tanto, en una situación de crisis, es probable que repitan su salto político. Está tan empeñado en lograr una victoria aplastante que se ha montado la campaña casi como si fuese la propia hacia la presidencia de la República. Está usando la fuerza de su influencia, que muestran las encuestas y no solo ellas, para servir nuevamente de portaaviones de los candidatos del PSUV. No quiere ni siquiera competencia dentro del campo bolivariano. Por ello sus ataques al Partido Comunista (PCV) y a Patria Para Todos (PPT) por lanzar en algunos estados y circunscripciones candidaturas al margen de las del PSUV. En esto pareciera que sigue confiando más en los componentes dirigentes de su organización que en otros que le han sido igual de fieles o hasta más. Tal vez está pensando a largo plazo, puesto que ya sintió cómo las bases han empezado a rebelarse contra algunos de los dirigentes que forman parte de su círculo más cercano. Ello se vio en las elecciones para los diversos niveles de dirección del PSUV y para las gobernaciones y alcaldías, y por eso trata de frenar este proceso con medidas administrativas. 

Las contradicciones en el campo de la oposición 

Frente a un Chávez crecido frente a los resultados del referéndum del 2 de diciembre de 2007, al campo de la oposición, que comenzó con unas cuentas abultadas, se le brotaron las agallas lanzándose como peces caribes a devorarse entre ellos. Trataron de dirimir la preeminencia de los liderazgos para el aprovechamiento de la torta burocrática del estado, pero también para contar con la preferencia del imperio a la hora que se intente tomar nuevamente la calle de en medio para derrotar el proceso revolucionario que hoy sigue teniendo a Chávez como el máximo dirigente. Como la realidad no les cuadra con aquellos “números del 2D”, están sufriendo las consecuencias de su propio canibalismo. Van divididos en gobernaciones y alcaldías importantes como en Zulia, y su capital Maracaibo, en el Distrito Metropolitano de Caracas y Alcaldías como Libertador y Chacao del mismo Distrito. En algunos sitios están tratando de remendar el capote ante la derrota que se les viene encima, pero en las principales mantienen sus respectivas trincheras, lo que multiplica su debilidad. No significan mis palabras que la oposición va a ser derrotada de principio a fin como lo ha sugerido Chávez al decir que puede ganar todas las gobernaciones en disputa. Lo que quiero señalar es que la oposición creía, después de los resultados del referéndum de diciembre del 2007, que estas elecciones iban a significar su resurgimiento en un número importante de gobernaciones y alcaldías, y hasta un mayor número de victorias que las obtenidas por las fuerzas bolivarianas, y esto hoy no se ve que se vaya a cumplir. Para algunos compatriotas la abstención va a ser un factor negativo para el campo chavista, lo que no deja de ser un indicativo de la falta de motivación política, pero tienen que ver que en el campo de la oposición la situación es parecida o hasta peor, pues sus bases sienten que el gobierno se ha recuperado de la vapuleada de diciembre de 2007. Además, como ya lo he mencionado, carecen de una política alternativa creíble, además de ir divididos sin razón política cierta, sino por pugnas interburocráticas. Con todo y esto de las posibilidades ciertas de una nueva victoria sobre las fuerzas de la reacción abierta para las fuerzas bolivarianas revolucionarias, es importante entender que la derrota de la oposición en este proceso electoral no va a tener las mismas consecuencias que la victoria del referéndum revocatorio o de las elecciones donde Chávez fue reelecto. No necesariamente va a paralizar a la oposición por un tiempo relativamente largo y no va a suceder porque el país es otro. 

Un nuevo país después de las elecciones 

Es otro en cuanto a que la clase obrera viene emergiendo cada vez con más fuerza buscando rescatar las reivindicaciones perdidas en las décadas de los ´80 y ´90 del siglo pasado y en los primeros años del 2000, y aunque no ha completado el ciclo de reconstrucción, hoy cuenta con importantes sindicatos en manos no burocráticas o permeables a las presiones sociales y en muchos casos orientados por dirigentes revolucionarios. Asimismo, aunque la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) no está funcionando como tal, hay algunos buenos indicios para la unificación y coordinación sindical expresados en la Federación de Trabajadores de autopartes y ensambladoras, en los trabajadores petroleros, los cuales están a un paso de fortalecer la unidad de la Federación Unitaria de los Trabajadores Petroleros de Venezuela (FUTPV) con unos 40.000 afiliados, y pronto en los trabajadores portuarios que suman unos 10.000 que están creando su federación nacional; a escala regional diversas tendencias están discutiendo cómo dar este paso de la unificación, aunque por ahora no se termine de concretizar lo de la UNT. Importante es, que si bien en las cúpulas del gobierno se ha desarrollado una numerosa burocracia “endógena” que el propio Chávez ha denunciado y que es motivo de escepticismo para muchos compatriotas y camaradas sobre el destino de nuestro proceso revolucionario, ver que este proceso de organización y de criticidad de la clase obrera, incluso contra el gobierno, viene dando importantísimos pasos de menos a más y ello sin contar todavía con una dirección política revolucionaria nacional. Es fundamental ver que la dinámica de este proceso se acelera y que los problemas económicos como la inflación, y laborales como la tercerización, a los que se han de sumar los producidos por la crisis económica internacional, le imprimirán una mayor velocidad a la radicalidad de la lucha social y allí se probarán las diferentes direcciones político sindicales, incluyendo las de la oposición que parte de una base de extrema debilidad, pues fueron barridos de los sindicatos en la oleada que dio nacimiento a la UNT.

Estos hechos: radicalización del movimiento obrero, crisis económica internacional y debilidades del plan económico del gobierno, más el fortalecimiento de las direcciones revolucionarias existentes en el seno de las masas, son los elementos que determinarán hacia donde va a coger nuestro país después de las elecciones. No son pues las elecciones mismas las que determinarán nuestro futuro inmediato, como sí pasó con el revocatorio del 2003 que terminó de aplastar a la oposición, dando paso a que la clase obrera comenzara su proceso de reorganización de sus filas y que hoy presenta importantes avances. Si de algo pueden servir estas elecciones, es que si se produce una clara victoria de las candidaturas que apoyan el proceso bolivariano, es cimentar la moral de la clase obrera y el movimiento popular para acelerar su empuje revolucionario. 

Los trabajadores y el estado como patrón 

Dentro de las cosas nuevas que hemos empezado a vivir y que tenderá a hacerse más que evidentes con el desarrollo de importantes luchas, es que un número importante y decisivas de ellas se van a librar contra el gobierno como patrón, lo que constituirá una nueva experiencia para el conjunto de la clase obrera y que probará cuáles son las tendencias prevalecientes dentro del mismo, aparte de fortalecer unas sobre otras. Si son las representadas por la Gerencia de PDVSA que el año pasado combatió y negó a sus trabajadores un buen contrato colectivo, incluso apoyándose en la represión policial militar abierta, o se impondrán, por señalar un punto referencial general, las posiciones del nuevo Ministro del Trabajo que ha dicho que el gobierno debe respetar los derechos de los trabajadores y ser el primer cumplidor de las decisiones que favorezcan a éstos.

Si de estas luchas, donde las corrientes de Izquierda Revolucionaria deben intervenir para orientarlas sin sectarismos, aunque tampoco para conciliar con el patrón, no surge una dirección de masas real, las mismas pueden producir desde un empantanamiento hasta peligrosos retrocesos a aprovechar por el enemigo golpista. Pero si por el contrario, de los próximos combates se da un fortalecimiento de la izquierda revolucionaria convirtiéndolas en direcciones político-sindicales de masas, esto va a permitir abrir una nueva situación en nuestro proceso revolucionario. Dentro de estos dos extremos pueden darse variantes que tenemos que saber calibrar para determinar hacia dónde vamos y poder elaborar políticas para corregir el rumbo. Lamentablemente, este proceso electoral no ha servido para debatir el carácter del proceso revolucionario y el socialismo que queremos a las luces de que los empresarios muestran cada vez una mayor incapacidad para ayudar a impulsar la economía. No ha servido para discutir ni extensiva ni intensivamente las características y la profundidad de la crisis que se desarrolla en el plano internacional, lo que impide que surjan propuestas alternativas a las del equipo de gobierno, que a todas luces son insuficientes. Tan solo basta con escucharlos cómo ayer decían que estábamos completamente blindados y por lo tanto no había que tomar nuevas medidas, y ya hoy empiezan a decir, y eso lo dice Chávez, que sí vamos a ser afectados, pero no mucho y por lo tanto tampoco se discuten nuevas y más radicales medidas.

Podemos decir que la presente campaña electoral no nos ha servido para que las masas revolucionarias se eduquen bajo la orientación de su dirección política que son el presidente Chávez y el PSUV y el aporte realizado por otras corrientes ha sido casi marginal. Pero los trabajadores tienen claridad de que la crisis si nos va a afectar y que si no se afecta a los empresarios, la misma nos va a golpear duro. Los 200 trabajadores de Cerámicas Carabobo División Refractarios (CCDR), ubicados en Puerto Ordaz junto a los sidoristas, son su prueba palpable. Los sidoristas no solo se alegraron por la nacionalización de la empresa, sino que derrotaron mayoritariamente a la vieja dirigencia burocrática y han aumentado la producción global de la planta desde entonces y los de CCDR apenas el patrón intentó apagar los hornos, tomaron la determinación de tomar la planta y mantenerla produciendo bajo control obrero y así lo voceaban en los portones de la empresa cada vez que se reunían. 

Argenpress: El Partido Socialista Unido de Venezuela -el PSUV- ¿constituye hoy una verdadera herramienta revolucionaria para transformar la sociedad? ¿Cómo lo ves en relación a las elecciones que se avecinan? 

Ricardo Galíndez: El PSUV nace de la crisis de dirección política que no pudieron llenar ni el Movimiento V República, ni los comandos electorales, ni la izquierda revolucionaria. Nace de la visión correcta de Chávez de que sin esta dirección, que se tiene que materializar en un partido de masas, no es posible llevar el proceso revolucionario planteado a buen término. De allí que ordena su creación y para ello mueve sus piezas, incluyendo a dirigentes que en otros momentos habían sido apartados de la primera línea por su posición crítica a algunas decisiones del gobierno. Hay quienes sostienen que el PSUV es un nuevo Movimiento V República con otro nombre; pero no se dan cuenta de algunas importantes diferencias entre ambas organizaciones, como el hecho de que las tesis programáticas propuestas por la Comisión Organizadora del PSUV fueron discutidas en las bases militantes y en el Congreso Fundacional y allí sufrieron importantes modificaciones en positivo revolucionario. La misma elección de la dirección nacional tuvo elementos democráticos que permitieron expresar el repudio hacia varios de los principales dirigentes del gobierno, teniendo como resultado que candidatos del entorno de Chávez no quedaron como principales. Ambos hechos jamás se dieron en V República.

¿Qué el poder de Chávez sigue siendo decisivo y que las bases no controlan debidamente a sus dirigentes? Hoy eso es cierto de cabo a rabo, pero, ¿lo será en momentos cuando la lucha social se radicalice al punto de repetirse la marcha de solidaridad con los trabajadores de SIDOR después que el gobierno regional y la Guardia Nacional Bolivariana los reprimieron, como un hecho cotidiano? Creemos que se han dado unos cuántos síntomas de que no será así. ¿Y los otros dirigentes del PSUV podrán actuar a su libre albedrío en un momento de mayor radicalización? Tampoco lo creemos; es más nos atrevemos a afirmar que van algunos van a sufrir importantes derrotas frente a las masas revolucionarias, mientras que en otros se va a producir un interesantísimo proceso de radicalización política.

El PSUV es un espacio organizativo que refleja de manera distorsionada el nivel de conciencia, de combatividad de la clase obrera y el pueblo en general. En el mismo se están desarrollando debates que se habrán de multiplicar y centrar en los problemas más importantes del proceso revolucionario. En su seno se formarán importantes tendencias de izquierda que enfrentarán a las de derecha que existen desde la fundación del partido. ¿Podrán estas tendencias o corrientes de izquierda convertirse en mayoritarias dentro del PSUV, o lograr una autonomía tal que le conviertan en un dirección política revolucionaria de masas, capaz de direccionar todo el proceso revolucionario? ¿Qué papel jugará Chávez en el momento que las bases del partido sean quienes desde las empresas, desde las Misiones golpeadas por la crisis del capitalismo internacional y las debilidades de la política económica del gobierno, lo enfrenten y hasta le exijan una rectificación radical, que signifique una ruptura con los empresarios y los corruptos y con la esencia del capitalismo?

En los próximos meses empezaremos a tener las respuestas a estas y muchas otras preguntas, pues el momento en que las masas se van a enfrentar a “su propio gobierno” ya tuvo en la lucha por el contrato petrolero vigente, y tiene en la lucha de los tercerizados de SIDOR, el botón de muestra. Una cosa es segura: los militantes obreros y de extracción popular, estudiantil y campesina van a empujar, y muy duro, fuera y dentro del partido, el cual si no cambia su actual política de ser un simple receptor y ejecutor de las decisiones de los dirigentes más cercanos al presidente, sencillamente será rebasado por las masas, al no responder a sus intereses y los de la revolución socialista.

Hoy el PSUV será el gran beneficiario del “portaaviones” Chávez y así lo señalan las encuestas, pero a su “izquierda” seguirán creciendo otras opciones que se ubican en el campo bolivariano y socialista revolucionario. El que el PSUV sea el más beneficiado no le confiere de una el carácter de ser el partido que culminará el proceso de lucha anticapitalista. Ahora bien, siendo cierta esta afirmación, es aquí donde comienza el problema que consiste en forjar la dirección política revolucionaria que se requiere. Y entonces nos surge la pregunta de si los sectores marxistas revolucionarios seremos capaces de diseñar una política que permita fortalecer y unificar las corrientes revolucionarias que se gestan al interior del PSUV y que ya han dado sus primeros combates con resultados nada halagadores para los sectores reformistas y burocráticos. Pero la tarea tiene otra cara y es la de fortalecer y unificar estas corrientes entre sí, con las que también están surgiendo fuera del PSUV y que hasta ahora muestran un mayor dinamismo en la intervención en las luchas concretas. Todo esto con el objetivo de formar la Dirección Revolucionaria ya mencionada.

Sin ser alarmistas, tenemos que decir que los tiempos se acortan por la dinámica de la lucha de clases y nuestra tarea de forjar una Dirección Política Revolucionaria está apenas en sus comienzos. Hay mucho material, pero solo redoblando los esfuerzos y mejorando los métodos de trabajo y planteando nuestras propuestas, podremos culminar con bien nuestra obra. Considero que seguimos teniendo una oportunidad de oro, pero no podemos perder tiempo en poner manos a la obra de unificar a los revolucionarios echando raíces en la clase obrera y pueblo revolucionario. Para ello tenemos que convertirnos en los abanderados de las luchas reivindicativas y políticas que se nos vienen, defendiendo con toda claridad y sin sectarismos la independencia política de la clase, partiendo de sus niveles de conciencia. Partir de nuestros propios deseos y aspiraciones tan solo nos confinará a la marginalidad de tan hermoso proceso que estamos viviendo. 

Argenpress: El gobierno bolivariano ha nacionalizado varias empresas en el transcurso del año 2008. Para el discurso de la derecha, eso podría ser sinónimo de "cubanización" en ciernes, pero algunas voces desde el campo popular no ven en esas maniobras verdaderos pasos hacia el socialismo, sino movimientos tácticos que no cuestionan de fondo la estructura económico-social. ¿Cómo las evalúas tú? 

Ricardo Galíndez: La derecha, así como los sectores que pecan de ultraizquierdismo, han querido ver a Chávez y todo el proceso revolucionario con lentes blancos o negros. Si Chávez nacionaliza es un comunista; si se reúne con Fidel Castro, es un comunista (aquí hasta se olvidan que Carlos Andrés Pérez en su primer gobierno mantuvo tan buenas relaciones con Fidel Castro, en contra de la opinión del imperio y de los cubanos batisteros, que en la isla era considerado un héroe, y jamás lo tildaron de comunista, sino de un gran dirigente latinoamericano). Para los sectores más radicalizados de la izquierda Chávez tan solo está tratando de salvar el capitalismo de unas masas, que a decir verdad, apenas están iniciando un proceso de ascenso bajo sus propias banderas. Incluso sectores que lo caracterizan como bonapartista “sui géneris” en lo concreto lo enfrentan política y metodológicamente como si fuese un típico y frontal gobierno de derecha contrrrevolucionario. Por eso es que ambos sectores siguen siendo marginales políticamente hablando. Que Chávez esté “empeñado” en decir que su socialismo es con los empresarios, no significa que los hechos lo corroboren al 100 por ciento. Mucho antes de que los gobiernos imperialistas nacionalizasen algunos importantísimos bancos para salvar la economía capitalista mundial, ya el comandante había nacionalizado algunas importantes empresas y no para salvar al capitalismo, sino para construir “una economía social” garantizando el empleo de los afectados y la producción de determinados bienes. En más de una oportunidad esas nacionalizaciones que se han extendido a empresas multinacionales como la CANTV, cementeras, lo cual ha significado la rebaja de los precios de las tarifas y del cemento en uno y otro caso, lo que no representa precisamente la política capitalista de hoy día, pero asimismo y respondiendo a las características de clase del gobierno de Chávez, de oscilar entre la burguesía y el pueblo, esas nacionalizaciones no han dado paso a una administración obrera sino de funcionarios gubernamentales que reproducen los métodos de dirección burguesa y sus privilegios gerenciales.

El que la burguesía critique a Chávez por estas nacionalizaciones, que las ha pagado a precio de la Bolsa de Valores y que respete a los accionistas minoritarios o clase B como en el caso CANTV y SIDOR respectivamente, nos da un indicativo que para ella el problema va más allá del dinero. Es político. Cada paso en esta línea que da Chávez es una siembra de contradicciones que no le es favorable a la burguesía, aunque ninguna de esas medidas haya trascendido el marco del capitalismo. Cada paso en este sentido es un incentivo a las masas a combatir contra el capital, sea nacional o multinacional. Allí están los casos de SIDOR y Cerámicas Carabobo División Refractarios. Una multinacional que fue nacionalizada causando una gran alegría entre los trabajadores y una postura en contra de que Ternium Techint se quede con un 10 o 20% de las acciones por no haber razones técnicas o económicas para hacerlo y la segunda, donde apenas los patronos intentaron cerrar la planta, los trabajadores se alzaron y piden la expropiación (término usado espontáneamente por lo trabajadores) bajo control obrero de la misma (Cerámicas Carabobo DR es una empresa que suministra refractarios a las empresas de Guayana incluyendo SIDOR y PDVSA). Y esto es así porque los trabajadores sienten que Chávez está golpeando al gran capital y lo ven como bueno y que hay que profundizar estas medidas.

Hoy la clase obrera está mucho más consciente de la necesidad de expropiar a la burguesía que cuando se nacionalizó el Central Tocuyo, hoy Pío Tamayo en la ciudad de El Tocuyo, o cuando VENEPAL, hoy INVEPAL. Hoy es partidaria de estas medidas, aunque no se haya producido el control obrero de la producción y se hayan encumbrado gerentes que actúan y reproducen esquemas gerenciales de corte capitalista. Este es el problema para la burguesía.

¿Dará Chávez, como cabeza del PSUV, el salto cualitativo que dio la dirección cubana en los años 60 del siglo pasado y que encabezaba Fidel? La burguesía apuesta a que sí, si es que no dice que ya estamos en la Cuba comunista. La aplastante mayoría de los sectores de la izquierda revolucionaria hasta hace tan solo unos meses apostaba a que Chávez iba hacia la derecha con sus coqueteos con la burguesía. Otros ni siquiera opinan, pues están pegados a la teta del gobierno. Hay quienes decimos que Chávez mantiene su carácter contradictorio de oscilar entre posiciones de apoyo a la burguesía y de otras contrarias a ellos y hasta enfrentados. Que esta característica la trae desde que lanza su Agenda Bolivariana, antes de ser presidente de la República, con una “pequeña” diferencia de allá a hoy: el proletariado ha empezado a entrar en la escena de la lucha de clases bajo sus propias banderas produciéndose innumerables combates todavía circunscritos a sus empresas. Algunos de estos enfrentamientos han tenido repercusión nacional, como el de los petroleros y Sanitarios Maracay el año pasado y SIDOR este año. La gran mayoría han sido peleas entre el proletariado y los empresarios privados, pero también se han producido en contra del gobierno como patrón: PDVSA y ahora SIDOR.

En la medida que la crisis económica de origen externo e interno se agudice, veremos cómo la clase obrera radicalizará posiciones, y entonces veremos para dónde va a coger de manera definitiva el gobierno. Los empresarios sabemos dónde están y qué van a hacer en los próximos combates: enfrentar con todo a las masas y al gobierno. La burguesía utilizará todas las armas a su alcance para derrotar a las masas, incluso usando su peso e influencia en el seno del propio gobierno como ya sucedió con el anterior Ministro del Trabajo José Ramón Rivero, quien puso su Despacho al servicio de su corriente sindical: la Fuerza Socialista Bolivariana de Trabajadores y de los empresarios como los de Sanitarios Maracay.

En la medida que la crisis económica se profundice y nos afecte y que las masas se radicalicen, el gobierno no podrá seguir oscilando con tanta tranquilidad como hasta hoy. ¿Tenderá hacia un gobierno como el que surgió en Cuba en el año 61 donde el capitalismo fue desplazado y sustituido por una economía centralizada y controlada totalmente por el estado? Esa es una posibilidad que está en el tapete, pero en el entendido que aquí no existe el partido-ejército, y nuestras masas habrán caminado un gran trecho, realizado una gran experiencia que le permitirá asumir un rol protagónico de mucha mayor envergadura en las definiciones y características de ese nuevo gobierno, en ese nuevo estado. ¿Que Chávez no girará a la izquierda sino hacia la derecha, o frenará al movimiento de masas hasta el punto de desmoralizarla como pasó en Chile bajo Allende? Eso está por verse, y sobre todo porque en Venezuela la izquierda revolucionaria tiene un peso creciente muy importante en el seno de la clase obrera, que de corregir sus errores y algunas políticas, puede jugar un rol decisivo en ambos casos; es decir: en el caso que Chávez gire a la izquierda o que pueda fallar y no visualizar con claridad los pasos hacia delante que hay que producir. 

Argenpress: Si se diera el caso que en el 2013 el presidente Chávez debiera dejar el Ejecutivo, ¿qué futuro tiene la Revolución Bolivariana? 

Ricardo Galíndez: Ponernos a estas alturas del juego a pensar que pasará en el 2013, cuando se están produciendo tantos hechos que van a cambiar la situación social y económica y hasta abre la posibilidad de proyectar un nuevo liderazgo de carácter obrero y revolucionario, para bien o para mal, creo es gastar energías en nada. Es gastar pólvora en zamuro. Partamos tan solo de palabras del gobierno. Hace dos meses decía que nuestra economía y de los países latinoamericanos estaba blindada. Hoy señala que la crisis internacional sí nos va a afectar y que hay que eliminar los gastos superfluos. En enero de este año el gobierno estimó la inflación en 11%, unos meses después anunció que iba a ser del 18% y en septiembre cambió a un 27%, pero resulta que ya está por el orden del 32%. Nosotros dijimos en nuestro periódico "El Topo Obrero" en el mes de febrero que la inflación iba a estar entre el 35 y 40 % y para allá vamos.

Las presiones inflacionarias se acentúan. Las posibilidades de una devaluación para el año que viene es cierta, pues las medidas que el gobierno viene tomando para controlar la devaluación del bolívar fuerte en el mercado paralelo se están desinflando. El precio del petróleo para el año que viene está rozando los 60 dólares y ya un precio de 80, traería problemas a lo que hay que añadirle las rebajas en la producción de petróleo. Y las masas revolucionarias venezolanas vienen tomando cada vez con más fuerzas “la calle” para expresar su descontento por las necesidades no cubiertas por una burocracia privilegiada cada vez más descarada y por la necesidad de alcanzar mejores condiciones salariales, de trabajo y de vida. Si este año fue más dinámico en lo económico y en lo social que el año 2007, el 2009 lo será más aún que el 2008; entonces ¿cómo quieres que nos preocupemos por que pasará en el 2013? Par vaticinar un futuro tan lejano en los términos como se dinamiza la lucha de clases en Venezuela, tendríamos que convocar los poderes de aquel general israelí que le pidió a Jehová mantener la luz del día para derrotar a sus enemigos: tendríamos que paralizar la lucha de las masas, y por lo menos también la del deterioro del salario y de las condiciones de trabajo y de los servicios públicos para facilitar el milagro y entonces soñar que la revolución se va a desenvolver en los salones del Palacio de Miraflores. Pero jugando al vaticinio brujeril, y con mucha dificultad pues no acostumbro a practicar este “arte”, diría que no debería pasar nada grave, porque la burguesía seguiría aislada de las masas por su incomprensión del proceso, por deteriorarse a los ojos de su base social por seguir cayendo en actos de corrupción y peleas de quítate tu para ponerme yo. Es más, como la cosa es que Chávez tiene que irse en el 2013 y nuestra izquierda ya ha aprendido unas, muchas cosas buenas, estará en capacidad de lanzar una candidatura dentro del movimiento Bolivariano con opción de victoria.

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Marcelo Colussi

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