Las características que vienen adquiriendo algunas ciudades en tiempos del Covid 19 nos impulsa considerar una serie de aspectos que, sin lugar a dudas, en próximas fechas tenemos que replantearnos desde la familia, la escuela, la iglesia, los consejos comunales, las empresas, los organismos de seguridad; en fin, todos los que hacemos vida en sociedad. Por supuesto el Estado, mediante la Carta Magna debe solventar que los Poderes Públicos garanticen el cumplimiento de las leyes y la autonomía que cada sector tenga como derecho en el aporte de soluciones y que éstas puedan orientar la calidad de vida que muchos ciudadanos venimos perdiendo.
Con las imágenes cada vez más impactante de una ciudad que se desmorona arquitectónicamente, humanamente y moralmente es lógico pensar que en un futuro no muy lejano quienes pudieran habilitarla serían personas sin sentimiento y tampoco de una lógica de respuesta hacia lo que son las normas y ordenanzas municipales.
Ciertamente el Gobierno Nacional tiene un plan piloto para salir al paso de este tipo de situaciones como programa emblemático para la recuperación de espacios públicos y áreas principales de las comunidades más desasistida como es el caso de “Barrio nuevo, barrio tricolor” pero al parecer la deshumanización como virus letal para destruir una urbe está en la psiquis de las personas sin ningún arraigo o identidad con el patrimonio público ni tampoco por el respeto a sus semejantes. Dígase especialmente de quienes están en puestos claves del alto gobierno; sea nacional, regional, municipal o local.
No es posible veamos edificios pertenecientes al Estado en condiciones deplorables, abandonados a su suerte existiendo familias viviendo en condiciones de insalubridad, hacinados y carentes de servicios públicos; avenidas de anchos corredores viales sin iluminación y atiborradas de basura, tanto en aceras como en islas; improvisación de alcabalas por funcionarios policiales quienes actúan de manera temerosa y en grupo como ver buitres en plena carroña; las escuelas y universidades blanco de los más tramposos e inescrupulosos quienes atesoran la oportunidad de adquirir algunos de sus bienes ante la reinante soledad producto de la pandemia; empero, es la lamentable situación de urbes o municipios en Venezuela que claman porque se les asista y no sean parte de una mayor catástrofe como la que padecemos actualmente.
(*) bridator2@gmail.com