Hace 190 años, el 11 de abril de 1.817, en la Mesa de Chirica, lo que hoy es el Municipio Caroní del estado Bolívar, se libró la Batalla de San Félix, donde el patriota General en Jefe Manuel Carlos Piar, derrotó al realista General La Torre, en la denominada por el abogado upatense y estudioso de Piar, Omar Duque Jiménez, la Batalla Madre de la Libertad de Venezuela, criterio que compartimos y que lo sustento, en el comentario de César Zumeta, que al referirse a Piar y a San Félix dice: “Formó ejercito (Piar), venció por la previsión y el denuedo y fue él quien por primera vez asentó sobre fundamento indestructible la patria e hizo posible la organización de la República. Todo cuanto aconteció después, data de San Félix. La Campaña de Guayana fue la más trascendental y una de las más bellas de nuestro ciclo histórico”.
Pero, así como el 11 de abril de 2.002 tuvo su 13 de abril, el 11 de abril de 1.817, tuvo su 16 de octubre de 1.817, que nos muestran con crudeza, de lo que somos capaces los seres humanos, combinar lo sublime, heroico y solidario, con las servidumbres humanas inimaginables, que alguna enseñanza nos deben dejar para el presente.
El 11 de abril de 1.817, el General Manuel Carlos Piar, se cubría de gloria y cerraba su ciclo victorioso de hombre de guerra, para dar inicio a su derrota política, al sufrimiento y vía crucis personal, que culminará con su fusilamiento el 16 de octubre de 1.817 a las 5 de la tarde, a un costado de lo que es hoy, la Plaza Bolívar de la ciudad capital del estado Bolívar.
Piar venía de ser victorioso en 12 batallas previas en el oriente del país, que para entonces, en el trágico año de 1.814, con la pérdida de la 1era República y la entrega de Miranda a los realistas, estaba desolado, el ejercito patriota derrotado y en desbandada, los lideres militares patriotas desconcertados, sin armas, ni tropas.
Por lo que, un Piar victorioso, ha debido ser un hecho alentador y esperanzador para la causa independentista, pero también, cuna de intrigas, egoísmos, deslealtades y traiciones, por parte de muchos patriotas que combatieron bien bajo su mando, o el mismo Piar, bajo mando de otros Generales patriotas, por un lado, y por el otro, la responsabilidad de Piar, por su inusual torpeza e impertinente “ingenuidad” para reflexionar sobre los peligros que se multiplicaban con sus triunfos, ante tanta deslealtad, avaricia y conflicto de intereses políticos, económicos y las disputas aduladoras unas y de desconocimiento a la autoridad de Simón Bolívar otras.
Fue así, como se tejió una telaraña de intrigas, medias verdades, mentiras, resentimientos, egoísmos, calumnias y descrédito alrededor Piar, que lo indispusieron con la autoridad y unidad de mando de Bolívar, hecho éste aprovechado por sus detractores egoístas y frustrados, para pasarle factura, ¡Vaya que factura!
Este hecho histórico y político alrededor de Piar, es hoy día aún, objeto de controversia entre historiadores y estudiosos de Bolívar y Piar, por lo oscuro, incierto y poco definido de los delitos que se le imputaron, que para muchos, entre los cuales me encuentro, con Piar se cometió una injusticia, que trató de borrarlo de la historia y del imaginario colectivo, convirtiéndolo en el primer desaparecido político de la República ya que su cadáver nunca se supo donde fue enterrado, el último destino de sus despojos humanos, es desconocido e incierto, como incierto y mítico es también su origen.
Piar fue sometido a un juicio que no fue justo y no fue ético, porque todo lo justo es ético y lo ético es justo; producto de las servidumbres humanas cuando está en juego el poder, los intereses económicos de grupo y el prestigio de arribistas y oportunistas.
De este hecho histórico y político, en tiempos de revolución, debemos extraer algunas enseñanzas, para que, con ese otro hecho histórico y político contemporáneo, que es el 11 de abril de 2.002, no se cumpla la sentencia del Márquez de Santilla: “Quienes no conocen la historia, están condenados a repetirla”.
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