Anoche regresó Mario Silva y no podía ser en momento más oportuno. Lo mejor de todo es que regresó con La Hojilla más afilada. Sabemos que nadie es indispensable, mucho menos en una revolución como la nuestra, pero desde hace rato Mario Silva y La Hojilla nos hacían falta; sacar este programa del aire es darle ventaja a la oposición, es dejar que Ravel señoree por donde quiera, que se convierta en el mandamás de la comunicación en Venezuela. Uno puede imaginar qué es capaz de hacer Ravel cuando no hay una cámara cerca si frente a una se atreve a sacarle la madre al reportero y a llamarlo marico.
Pero a lo que vamos, a La Hojilla. Nuevamente está Mario allí “guillotinando” la mentira, jodiéndole los planes a los golpistas, reventándole la bilis a Ravel. Y lo más importante explicándole las verdades al pueblo. Repito y con mayúsculas por si no se entiende bien: AL PUEBLO. Porque sabemos que hay más de un “revolucionario” por allí que se las da de fino y no le gusta La Hojilla. Y eso sería lo de menos, porque la gente tiene derecho a disfrutar de su libertad y ver los programas que le de su regalada gana; el problema es que se ponen a descalificar a Mario porque “esas no son las maneras” o “ese no es lenguaje” que se debe usar. Mientras tanto, el pueblo clarito, viendo y escuchando a Mario porque saben que Mario dice la verdad por todo el cañón, sin palabras rebuscadas, sin más pretensiones que explicarle las vainas al pueblo.
Mario, sigue echándole bolas y no te dejes joder por los raveles de la oposición y menos por los endógenos, porque como decía nuestro querido Alí Primera, “aunque diga grosería, el pueblo tiene derecho.”
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