Es extraño que un ateo irremisible como yo coloque el epígrafe con el cual comencé este artículo. Ciertamente, cada quien tiende a buscar la salvación, la felicidad o la tranquilidad como le venga en gana, bien mediante la providencia divina del poder celestial o bien, por razón de la voluntad de un colectivo derivado del poder popular. Yo, por mi parte, me parcializo por lo segunda. No cabe duda que en los fastos de la historia del planeta hubo santos vivos como lo fueron Bolívar, Sucre, Artigas, San Martín, Urdaneta, Chávez, entre tantos patriotas que entregaron su azarosa existencia por el bienestar de sus pueblos. Por fortuna, América aún tiene santos vivos como son Fidel, Evo Morales, Correa, Cristina, Pepe Mujica, Ortega y nuestro comandante Nicolás, hombres y mujeres que entendieron que el poder debe usarse para servir a sus pueblos y no para dominar y reprimir. La verdadera santidad.
Ciertamente, el presidente MM no hace sino continuar el legado de mi comandante Chávez: eliminar del país la política excremental practicada por los líderes de la cuarta república. De esta manera pone en ejercicio leyes que apuntan al bien común de todos los pobladores de Venezuela y no para el beneficio de un grupo de escogidos. Dejamos de ser una sociedad de clase dividida en oprimidos y opresores o, de explotados y explotadores e intentamos convertirnos en una sociedad de iguales: una verdadera sociedad socialista.
No cabe duda, la pendencia comenzada por mi comandante Chávez no ha parado y el testigo lo dejó en buenas manos. Tal como afirmó el presidente Pepe Mujica la lucha por lo imposible requiere de más trabajo. Por allá en 1811 la independencia de Venezuela era lo improbable y sin embargo lo logramos. Hoy lo imposible es nuestra independencia industrial, tecnológica y económica es decir, sacudirnos de una vez por toda del yugo imperial. Por tal razón tendremos que batallar a brazo partido al lado de un comando capitaneado por el presidente MM, apoyado por otros venezolanos patriotas y acompañado del poder popular.
Desde que Hugo llegó al poder el golpe de estado no ha terminado, solamente que las modalidades cambian de acuerdo con la circunstancia y las directrices provenientes del imperio. Ayer fue el alzamiento de militares sin tropa, la emboscada donde murieron varios venezolanos, el secuestro e intento de asesinato de Hugo, la huelga petrolera, las guarimbas, el saboteo constante de los servicios, el persistente acecho y desinformación de los medios de comunicación privados. Hoy, debemos enfrentar una cruenta guerra económica que pretende hambrear al pueblo mediante una escasez inducida, a través del acaparamiento y el tormento sicológico en el cual, al igual que siempre, los sistemas de prensa escrita, televisiva y radial juegan un desagradable papel.
Si analizamos con detenimiento la guerra económica contra los venezolanos advertiremos ciertas peculiaridades. Tales hechos son planificados por unos seres que parecen haberse escapado del infierno de la Divina comedia de Dante. Los directivos de los medios de comunicación privados y la redes sociales mal intencionadas cacarean de la escasez de azúcar, pero no se preguntan de dónde sacan el dulzor la empresas fabricantes de gaseosas, las fábricas de galletas y jugos que utilizan este ingrediente en sus recetas para engordar a niños, jóvenes y adultos. Algo similar ocurre con la leche, sin embargo las fábricas de yogurt, queso y suero no han parado su producción. Así mismo, pregonan la falta de dólares para la industria, pero es notorio que las cervezas, requeridas de ingredientes importados, continúan enviciando a los venezolanos. Las tiendas de autopartes pregonan la insuficiencia de repuestos, pero recién observamos en las firmes actuaciones del gobierno galpones atestados de tales artilugios. Las personas se quejan de los altos costos para adquirir una casa o apartamento, pero las inmobiliarias no revelan que los precios de las viviendas lo calculan en dólares y lo así computado lo cambian a bolívares, pero multiplicado por el ilegal e inexistente dólar paralelo. Imposible controlar la inflación bajo tales criterios.
Las acciones del presidente MM, junto al excelente gabinete que lo acompaña, han revelado las canalladas de un grupo de comerciantes cuyo verdadero propósito es golpear la economía nacional, con la intención de derribar el gobierno socialista y bolivariano. Asociación para delinquir. En verdad, se autodenominan empresarios, pero no son más que vulgares buhoneros (con el perdón de estos trabajadores), sedientos de dólares, que compran barato para vender a precios excesivos. Lo único que lo diferencia de los primeros es que tienen galpones inmensos para guardar y acaparar mercancías para luego venderlas a costos exorbitantes. Pareciera ser que estamos en manos de un grupo de malnacidos, más parecidos a los protagonistas del cuento “Ali Baba y los cuarenta ladrones” que a verdaderos empresarios. Lamentablemente dentro de ese grupo de truhanes hay algunos extranjeros que Venezuela los recibió para que crecieran y vivieran en dignamente en nuestro país, pero da la impresión que el camino de la riqueza fácil los tentó. No podemos permitir que estos indignos mercachifles, con pretensión de hombres honorables, continúen robando a la nación y al pueblo venezolano, por eso la necesidad de una Ley habilitante. Peor aún, algunos de ellos pretenden resguardarse detrás de la honorabilidad de la Asamblea Nacional, para así presumirse inmune de las tropelías que, como comerciante tacaño, comete contra el pueblo venezolano. Es bueno recordar que los humanos son seres imperfectos, por eso la necesidad de leyes para controlar esas infames actuaciones.
No seamos ilusos, todo lo que está ocurriendo en Venezuela está perfectamente planificado por expertos en golpes de estados de todo tipo. Son especialistas en desestabilización, lo han hecho en todas las épocas y en toda la geografía del planeta (Nicaragua, Cuba, Brasil, Santo Domingo, Grenada, El Salvador, Guatemala, Irak, Libia, Egipto, Siria...). En Venezuela la escasez de ciertos rubros no es culpa del gobierno, todo es consecuencia de una componenda planificada desde el imperio en colaboración con algunos compatriotas vendidos, cuyo único interés es derribar el gobierno y apoderarse del país. En todos estos planes desestabilizadores está involucrada la oligarquía parásita representada indignamente por la trilogía del mal amarillo. Tonto sería pensar que estos rapaces, pertenecientes a la estirpe más dañina e improductiva de nuestros aristócratas de orilla, van a repartir la riqueza generada por la renta petrolera. Lo que está sucediendo en el país es una señal y para muestra un botón: los oligarcas sólo quieren dinero (dólares) para ellos y su familia, les importa un carajo los problema ajenos y mucho menos los de los pobres.
Por fortuna llegó la navidad y san Nicolás, se apareció con su traje rojo rojito para espantar a todo aquello que apeste a especulación, a acaparamiento, a robo, despojo de nuestra riqueza petrolera, entre tanto daño que han causado y causan los oligarcas parásitos. Además de lo anterior, le alegró la vida a millones de venezolanos trayendo en su trineo marca Tiuna una avalancha de precios justos y un mundo lleno de esperanzas para los pobres.
Defendamos el legado de mi comandante Chávez y no nos dejemos amedrentar por la falta de azúcar, leche o papel de baño. Lo que está en juego es la patria y vale la pena defenderla. Sin sacrificio y sin trabajo no se consigue nada.