“Tocado de vuestros infortunios, no hemos podido ver con indiferencia las aflicciones que os hacían experimentar los bárbaros españoles, que os han aniquilado con la rapiña, y os han destruido con la muerte; que han violado los derechos sagrados de las gentes; que han infringido las capitulaciones y los tratados más solemnes; y, en fin, han cometido todos los crímenes, reduciendo la República de Venezuela a la más espantosa desolación. Así pues, la justicia exige la vindicta, y la necesidad nos obliga a tomarla. Que desaparezcan para siempre del suelo colombiano los monstruos que lo infestan y han cubierto de sangre; que su escarmiento sea igual a la enormidad de su perfidia, para lavar de este modo la mancha de nuestra ignominia, y mostrar a las naciones del universo, que no se ofende impunemente a los hijos de América (…) Españoles y Canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables”.
Decreto de Guerra a Muerte, Cuartel General de Trujillo, 15 de junio de 1813.
Simón Bolívar.
¿Cuánto puede durar un reconcomio? Vale la pregunta ante el sistemático, racista y grosero desprecio demostrado por los funcionarios de los aeropuertos españoles ante los ciudadanos venezolanos que osan pisar a la “Madre Patria”, así como la denominaban con un extraño orgullo muy a la Malinche nuestros maestros en la escuela.
Un nuevo episodio de este maltrato institucionalizado y aprobado por las autoridades del gobierno español acaba de suceder en el aeropuerto de Barajas en Madrid, donde con excusas baladíes muchos venezolanos fueron y son detenidos, vejados, golpeados y expulsados del país al que intentan entrar por razones de turismo, visita a familiares, entre otros. Según las publicaciones, en el 2009 se produjeron unos mil casos de vejaciones a venezolanos.
Una de las afectadas, Ismelia Meléndez, cuentan que los trataron como perros, que los retuvieron en centros de reclusión llenos de latinos y todo tipo de viajantes de piel oscura, que les decían “que tanto hacen viniendo para acá, por qué quieren emigrar, quédense con el gilipollas de su presidente Chávez”, mientras los sacaban a empujones en patrullas hasta el avión de retorno cual si fueran delincuentes, luego de haberlos coaccionado a firmar un documento en donde hacen constar que trataron de ingresar ilegalmente a la bendita península racista.
Un nudo de indignación se hace en la garganta, en especial al pensar como fueron recibidos los miles de inmigrantes españoles que ante las guerras o el hambre llegaron al país y aquí establecieron negocios y familia. En ningún puerto, venezolano alguno les dijo “váyanse de aquí, malditos españoles”, como sí ha sucedido en otros rincones del planeta, donde viejas heridas entre pueblos permanecen abiertas.
Ya desde el 2008, con la famosa directiva del retorno pudimos ver como el fantasma de la xenofobia y el racismo recorre Europa. En lo particular, creo que ese fantasma nunca ha dejado de recorrer el “viejo” continente, decadente en pensamiento y ahora sumergido en una espantosa crisis económica por su sumisión lacaya ante los imperios económicos del siglo XXI.
¿Tendremos acaso que retomar el Decreto de Guerra a Muerte del Libertador, para que se nos respete? Como no se trata por supuesto de impulsar el asesinato de cuanto español anda por aquí o allende los mares, propongo humildemente un boicot a los productos venidos de la coño de madre Patria, ya que a nuestros ex conquistadores al parecer solo les duele el bolsillo, y la dignidad de los pueblos es cosa de “gilipollas”.
Españoles y canarios, contad con la muerte moral y económica, si no obráis con respeto a nuestra condición de pueblo soberano, de nación liberada hace 200 años de vuestro yugo y, por el amor de Cristo, olvidad que hace dos centurias pateamos vuestro real y noble trasero de estas tierras. Superadlo.
*Periodista/Docente UBV-Zulia
boscan2007@gmail.com