Continuando la reflexión de la semana pasada, donde comencé a referirme a la obligación de superar la impunidad y así aportar en la construcción de una sociedad distinta en sus valores, discursos y conductas, abordo el tema desde un nuevo ángulo: el sentido de la justicia y su relación con las prácticas sociales.
Cumplir el ordenamiento constitucional de consolidar un Estado social de derecho y de justicia exige estudiar los alcances y limitaciones de ambas dimensiones, haciéndoles trascender el espacio de la retórica y definiendo como condición imprescindible su vinculación práctica con los espacios sociales, siendo ello lo que les confiera legitimidad. En esta dirección, ejemplos como los del parlamentarismo de calle y el principio del Pueblo Legislador deben replantearse y reimpulsarse, en favor de constituir espacios de estrecho arraigo e identidad entre el pueblo y sus leyes.
La construcción de una idea emergente de la justicia exige además que el ejercicio de los derechos se despliegue en acciones virtuosas y ejemplarizantes, siendo esta combinación el único camino posible para transitar hacia un modelo social más humanista, solidario, justo y profundamente ético. La existencia de leyes es condición necesaria más nunca suficiente en este proceso: una más ajustada ecuación obliga a sumar leyes y prácticas.
Un caso de ese virtuosismo y prácticas ejemplarizantes y necesarias lo encontramos en la comunicación mediática, donde un Estado que exija aplicar la justicia a los medios privados que hacen uso y abuso del derecho a la libertad de expresión, no puede sólo soportarse en una crítica a sus discursos. Para aplicar las leyes primero debe ser profundamente crítico con sus propias prácticas, convirtiendo el ejercicio de la comunicación pública en ejemplo de lo que se reclamará a los demás operadores y exigiéndose de forma permanente, la máxima calidad. Y si desde este ejemplo atendemos el reciente llamado del Presidente Chávez, radicalizar la crítica y optimizar las prácticas comunicacionales nos permitiría ser ejemplo y así, con la frente en alto, exigir la férrea aplicación de las leyes a los medios privados, incidiendo cada vez más propositivamente en la consolidación de nuevas prácticas sociales y de una nueva conciencia. Debemos asumir ese gran reto.
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