Marcha del 11 de Abril 2.002: Experiencia de un opositor

Una semana después del 11 de Abril del 2.002 un amigo me contó las experiencias que tuvo ese día en la marcha a Miraflores. Nunca olvidé lo que me dijo. Luego de cuatro años lo busqué para que me recontara su historia y hacerla del conocimiento público. Como comprenderán mi amigo desea que su nombre permanezca anónimo, pero, su experiencia no. Nada de lo que leerán es inventado ó manipulado. Son sus palabras exactas.

Su padre tiene una pequeña empresa que en el año 2.002 se encontraba muy cerca de la Plaza Altamira y mi amigo trabajaba con él. Su continuidad de trabajo depende de la oportunidad de contratos que se les presentan. Por esta razón no pudieron unirse al paro en aquellos días y además no son personas politiqueras aunque se inclinaban hacia la oposición. A continuación leerán la historia de la cual espero que saquen sus propias conclusiones:

"En la mañana del 11 de Abril, como de costumbre, me fui a trabajar con mi padre. Cuando llegamos nos quedamos hablando con los empleados afuera de la oficina mientras veíamos personas que se dirigían a la Avenida Fco. de Miranda y a la Plaza Altamira gritando consignas. Debido a la eufórica situación decidimos suspender las labores ese día.

Yo quería ver la marcha, la multitud, sentir a la gente. Me fui con mi hermana a Altamira y de ahí a Chuao. En el camino me encontré con unos amigos. Había mucha gente. Gritaban consignas, otros jugaban fuchi ball, pero se sentía en el aire algo extraño, confusión. Cuando llego a PDVSA Chuao todo cambió. Veía cómo los que estaban en la tarima agitaban a la gente. No me sentí igual pero quería presenciar ese momento clave. De repente nos dicen que vamos a Miraflores y seguimos la marcha hacia el Centro. Hacía mucho calor. Al llegar a la Avenida Bolívar a la altura del Museo de los Niños, un amigo me llamó por mi celular para que me regresara porque no creía en "los personajes" y en el movimiento de la oposición, y que en la TV se veían cosas feas. Me quedé tranquilo, seguimos caminando hacia el Centro Simón Bolívar y nos metimos por la derecha. Comenzamos a sentirnos incómodos ante tanta euforia de la gente. Veíamos que estaban parados como si no avanzaran.

De repente, se escuchó una detonación en el lugar y todo el mundo empezó a correr en dirección contraria y ahí se perdió mi hermana. La buscaba por todos lados. Luego de unos quince minutos la encontré. Dios me la puso en el camino. Nos dirigimos a la Baralt y la mayoría de los amigos de ella desaparecieron. Sólo dos se quedaron y seguimos adelante. Había mucha tensión en la gente. Para salir de la multitud y por seguridad nos fuimos hacia abajo pero fue una mala movida. Caminábamos rápido, había gente bajando y cuando llegamos a una esquina empezaron a escucharse detonaciones y otra vez todo el mundo empezó a correr. En la confusión, veo un poste de esos de la CANTV que tienen cuatro teléfonos públicos azules, agarro a mi hermana y corremos para protegernos ahí. En esos segundos mientras corríamos hacia el poste me percato que el hombre que estaba al lado mío se cae al piso. Una vez en la casilla, me volteo para ver al hombre y veo bastante sangre en su cabeza y el rostro. Inmediatamente llegaron personas que lo cargaron y se lo llevaron. Entre el pánico me doy cuenta que yo ó mi hermana pudimos ser disparados en vez de ese hombre.

Sólo nos quedó huir hacia la Avenida San Martín. Ahí habían cientos de Policías Metropolitanos en motos estacionadas en la acera, como en fila. Me asomé a la Plaza del Silencio y veo y oigo a la PM diciéndole a la gente de la marcha que se fueran. Me acerqué a un PM para preguntar qué pasaba y me contestó que me largara y que ese no era sitio para estar. Seguían las detonaciones y arriba se veía mucho humo de bombas lacrimógenas que bajaba por las calles. En ese momento decidí que debíamos irnos. Se escuchaban más detonaciones, en abundancia y empezamos a correr hacia la Plaza Capuchinos.

Aparentemente fuimos los primeros en hacerlo. Nos dirigimos al elevado que pasa por encima de la autopista Fco. Fajardo que creo cae al Paraíso. Cerca se encontraba un taller de zapatos que estaba abierto y tenían un televisor encendido. Los empleados nos invitaron a ver en su TV lo que en ese momento pasaban los medios de comunicación: NADA, NINGUN CANAL estaba transmitiendo lo que estábamos viviendo, NINGUNO.

Inmediatamente decidí salir del taller y nos trasladamos hacia el elevado en dónde conseguimos un taxi que nos llevó a nuestra oficina cerca de Altamira. Nos montamos en nuestro carro y fuimos a la casa. En el camino me sentía muy confundido, defraudado, engañado, decepcionado, demasiado triste, escuchando la canción “The Cost of Freedom” ("El precio de la libertad") de la banda Cosby Stills, Nash and Young, lo cual me abrió los ojos y me sentí muy mal. Una vez que llegué a casa no quise saber ó ver nada. Sólo me fui a dormir".



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Ivana Cardinale


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