Están de pláceme los empresarios de la SIP: Qué buena está la mataperrera
en Venezuela, por lo que ya están manos a la obra en la elaboración de
otro informe mucho más duro y contundente que el de Quito. Cada vez que
ocurre un muerto de este tipo aumentan las acciones de la SIP en la bolsa
de Nueva York, de Caracas, de Chile, México, Argentina, Perú, etc. El
Bobolongo de Miguel Henríque coge aire fresco para entrar en los ruedos
del Matacuras e ir dando los posibles tubazos periodístico del próximo
encuentro de los mafiosos dueños de medios. La relación de esa “magnifica
muerte”, que confirma el horrible peligro del ejercicio del periodismo en
Venezuela y que la SIP responsablemente ha venido denunciando.
Es decir, van apareciendo los muertos que se vienen anunciando, tal cual
con el guión como se encontraron aquellos seis muertos el 11-A, varias
horas antes de que realmente sucedieran.
Estos son, pues, los adivinos de la muerte que se auto-colocaron en el
pasado bombas en Globovisión y en “Así es la Noticia”, para propiciar
condenas que se encargaría de difundir por el mundo el José Miguel
Vivanco, Director para las Américas de Human Right Watch.
Obsérvese como los canallas de Globovisión conjuntamente las otras putas
de los medios, sobre todo el Anotoneti, tratan de enredar al fiscal del
caso encargado del asesinato del periodista Jorge Aguirre, para luego en
cambote pasar a la fase de crear confusión en las investigaciones. Las
eufóricas putas de los medios que trabajan siempre en dos direcciones:
primero provocar el máximo escándalo con los hechos sobre las denuncias de
algún crimen, para hacer ver que es el gobierno quien crea y alimenta la
inseguridad y la violencia; luego, una vez que se capturan a los
culpables, hacer lo imposible para descalificar las investigaciones y de
este modo propiciar que los implicados queden en libertad o se les aminore
la pena.
Yo imagino lo felices, guapos y apoyados que se sentirán los
asesinos en este país, reconfortados por la acción de docenas de medios
que hacen maravillas para burlarse de las investigaciones de la policía,
del Fiscal General, del Ministro de Interior y Justicia, del Presidente de
la República. Los expedientes deben ser horriblemente voluminosos, en cada
caso, enriquecidos por las barbaridades que inventan, que elucubran, que
suponen, que producen y reproducen como el monstruo de mil cabezas las
putas de los medios. Un juego horriblemente macabro, exactamente como lo hicieron con el caso de Danilo Anderson.
Este tipo de procedimiento nos permite ver a las claras que son los medios
los que están profundamente comprometidos en un ardoroso complot por
tratar de desestabilizar el país. Juegan cerrados para desconceptuar
cualquier señalamiento que apunte hacia los elementos de la oposición que
puedan aparecer involucrados en los hechos, como ocurrió con el
funcionario delincuente, Boris Blanco, quien trabajó para Alcaldía de
Chacao.
¿Con cuántos otros criminales de tamaña catadura contará este Alcaldía,
cuyo jefe máximo se vanagloria de haber encabezado las guarimbas contra
“régimen”? Pero en esto los medios no profundizarán en sus investigaciones
para nada. Una guerra criminal de las putas, pues, que empezó de manera
frontal desde el 2001, y que se ha acrecentando de manera intolerable y
desgraciada hasta el día de hoy.