Me he pasado casi todo este día, sábado 11 de abril, intentando evitar lo inevitable: hablar del 11 de abril. Intentándolo para evitar caer en el lugar común de la fecha, junto al temor de no saber, si aun estamos en la distancia equilibrada para escribir sin que la emoción se consuma todo el discurso.
Creo que 7 años son mucho para muchas cosas, pero breve para otras.... Por supuesto no estuve en la marcha de ese día en Caracas. Vivo en Maracaibo, ni siquiera recuerdo si la vi por la tele. Seguro estaba fuera de la casa, porque estar allí, era como estar encerrada, sintiendo que el país se caía a pedacitos y una como simple espectadora.
Dicen muchos de quienes estuvieron allí, que ha sido una de las más grandes de las que se ha dado en el país en estos años. Luego vinieron otras y con ellas, la guerra de asistentes y aprendimos a contar personas por metro cuadrado, con los métodos más disímiles, para sacar nuestras propias cuentas. Debo confesar que siempre me pareció algo alucinante sacar estas cuentas, pero producto de la tensión reinante, la cuantificación se convertía algo de vida o muerte.
Hoy me gustará saber con precisión cuántos fueron los asistentes. No sé la cifra, pero creo que fueron muchos, muchísimos. ¿Qué sentido tiene negarlo? Viajaron de toda Venezuela y todas las gobernaciones y alcaldías escuálidas se hicieron presentes con sus buses, recursos y militantes.
De las pocas cosas que hoy veo con nitidez, una es la planificación en sus diferentes aspectos del golpe, con algunos imprevistos incluidos. Creo que la gran mayoría de los opositores no sabía que los iban a llevar para una emboscada en Miraflores. Jugando a ser valientes se dejaron llevar y aun no sé bien porqué el saldo no fue mayor. Todo estaba dado para que la mortandad fuese de tal magnitud, que el escándalo llegara a Marte y esto me recuerda a la famosa noche de los cristales rotos en Alemania, en los inicios del nazismo.
Tal vez el imprevisto y la barrera que impidió una masacre mayor fueron las personas que comenzaron a repelerlos desde el puente LLaguno, hoy creo eso. Antes no lo tenía claro. Leyendo las actas del juicio a la gente de la PM, lo logré entender. Oyendo también sus testimonios y sobre todo oyendo las noticias de los " dos pistoleros del puente Llaguno" por parte de los canales-partidos de oposición. Hace algunos años no lo vi tan claro como ahora.
Hoy también sé que hubo un plan, que pocos conocían ¿tal vez Peña; Guaicaipuro, Juan Fernández, Molina Tamayo, Carmona, Rosales, Miguel E. Otero? cuántos más, creo que no muchos (por cierto, ninguna mujer, tal vez Corina Machado?) por eso es que se han pisado la manguera entre ellos, porque algunos no entraron en el primer anillo de conspiración, estando en ella, como Cecilia Sosa.
También sé que difícilmente los autores intelectuales serán juzgados, primero porque no resulta fácil encontrar las pruebas, aunque las hay de carácter general, como lo probó el juicio de Maracay. Además, muchos no están en el país y otros se llevarán el secreto a la tumba, como algunos de los ya enjuiciados, sabrá Dios porqué razones, por cuántos favores recibidos o cuántas promesas hechas a los familiares que están libres, que dependen de ellos y que no cuentan con holgura económica. Lo único esperanzador es que estos delitos no prescriben y allí está Argentina como ejemplo.
La otra gran constatación es recordar una vez más, como en el alto gobierno no hizo caso a las llamadas de atención sobre la traición y la emboscada de algunos militares y civiles. Eso, por ahora, no lo he logrado entender.
En fin, que este día quedará en nuestras vidas, como una fecha en permanente proceso de reflexión, intentando explicar cosas que sólo el tiempo, ay el tiempo, nos permitirá medir en su justa dimensión.
mgonzalo@cantv.net)