Tú sabes, escurridizo, porque hay que serlo para andar impecable pero lleno de pecados. Y ese “atributo” infaltable de quienes tienen real ajeno en los bolsillos, que es hablar de sus faenas birladoras con la propiedad de un erudito.
Se parecen tanto que son como tocayos, pues los arrejunta un adjetivo común: malandros. Aunque depende del globo ocular con que se mire, ya que si se trata de los ojos sancochados de los Vargas Llosa, entonces son unos tipazos, una especie de filántropos enrazados con querubes neoliberales. Que ya su tiempo viene, según estos profetas tarifados.
Si usted supiera lo arrecho que es subirse a un avión, a su avión, cargado de todas las guarandingas que necesita para cazar y salir para el África ardiente y misteriosa en pos de raras especies. Allá también usan toyotas tundra. Le encanta cuando pregunta: ¿Y la camioneta? Y le contestan: Ya esta lista, boana.
Guille sabe lo arrechas que son esas bichas. Él se monta en una y arranca por la sabana subsahariana echándole plomo a todo lo que sangre ¿Cómo creen ustedes que va a vender a precio de gallina engripada una camioneta tan eficiente? Ni que estuviera loco. Su peso en oro es lo que es.
La gente habla mucha paja. El único motivo por el cual él tiene las cabezas de los animales que mata, es porque aparte de cazador, le mete a la taxidermia. Mire cómo le ha disecado el presupuesto a más de un bolsa. Aunque a veces los panas lo joden diciéndole: ¡Coño, Guille! ¿Y por qué no pones también las cabezas de las “lapas” que le has vendido camionetas? El les retruca: Me conformo con la ficha que les tengo archivada en el sistema ¿quieren verlas? Y todos se cagan de la risa.
Peter se queda pensativo: “Este güevon se cree la gran vaina porque vende camioneticas con sobreprecio. En mis tiempos de la cuarta lo que yo vendía bien caro era aviones caza y me daba el tupé junto a Marcel de silenciar nada más y nada menos que al presidente…”
Fernán lo baja a tierra diciéndole: ¿Y ahora cómo vamos a hacer con este carajo? Cuadramos la vaina de los carros con los bancos y los seguros para darle continuidad a la espiral inflacionaria y cuando comenzaba a formarse la burbuja, pasa esta verga. Es que Guille es demasiado atorado y Chávez como que lo puso loco de verdad. La otra vez le dije: permítanos pensar por usted. Ni bolas me paró. Ahora el tiro le salió por la culata y nos bañó de guáimaros. Hay que arrear con el peo juntos, total somos del mismo charco.
Guille se les acerca y les dice: “Vamos a tener que ponerle más seriedad a la cacería que tenemos pendiente desde hace tiempo”.
Se quedan viéndolo como buscándole la vuelta y le preguntan: ¿Estamos hablando de lo mismo?
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