Objetivo: zurrar al candidato de Primero Justicia

Estaba invernando y me despertó Dieterich con sus bolsadas analíticas cargadas de veneno, envidia y recibo de pago. Escribí como para que bajara el artículo y le sirviese de ejemplo de lo perversamente que tratan en estos andurriales subdesarrollados a los genios europeos traídos a esparcir su sabiduría. Infamó en nombre de quienes en el país no se atreven a decir lo que realmente piensan del Presidente y la Revolución, y jumea entre quienes salieron alabados en la monserga euromiérdica del campeón de los análisis baratos. ¿Quién dio más? ¿Los locales o los norteños? ¿El partido o el individuo? Y bien valió la pena cada uno de los dólares, porque llevó y llevará más palo que gata ladrona; no ha salido el primer comunista a defender al pobrecito (tampoco a condenarlo), pero los artículos de condena están lloviendo. Despertado como fui y mientras me vuelvo a encuevar escribiré algo sobre un tema que dominará el análisis político en los próximos cinco meses.

En la cruzada del 16-D, el resultado de las elecciones en los municipios del estado Mérida fueron semejantes a los del país: 20 municipios ganados por la Revolución y 3 por la oposición; un mapa regional rojo rojito, como el nacional. La oposición ganó el municipio de mayor población, Libertador, y dos de los tres menos poblados, Aricagua y Zea.

Zea es un caso especial. Desde las elecciones presidenciales de 1947 hasta la de gobernadores del 16-D, en todas, ha ganado COPEI. Creo que se trata del único municipio del país donde ha ocurrido este fenómeno. La ganancia de la oposición se produce en la capital del municipio, Zea, mientras que en la parroquia Caño Tigre, perteneciente al eje de la Panamericana, gana la Revolución. Esta vez se estuvo a punto de romper definitivamente ese maleficio histórico, pero lo impidió el 10,87% de los votos que sufragaron en la tarjeta del PCV por Porras. ¡Lástima! Lo hubiésemos disfrutado.

Aricagua es otro asunto. Hay elementos culturales que hacen ganar o perder elecciones. Por su aislamiento han sobrevivido formas de organización social con valores positivos y negativos. Subsiste la presencia de un tipo de paterfamilias, que decide en última instancia. Un desacuerdo nimio con un alcalde en ejercicio puede determinar el resultado de las siguientes elecciones, y esos desacuerdos son muy frecuentes.

El Libertador es el objetivo. El más poblado y con mayor peso específico, por las características ideológicas y políticas de la ciudad capital, Mérida. Aún cuando con prestigio e influencia en declive, sigue siendo importante ser la sede de la Universidad de Los Andes y de un arzobispado; máxime, cuando alcaldía, universidad y arzobispado conforman una única punta de lanza que arremete cada día contra la Revolución Bolivariana. La explicación de la ideología dominante de Mérida, que en algún otro artículo diseñé someramente, trasciende el análisis tan frecuente del conservadurismo de los andinos, y cada vez que un practicante de sociólogo afirma tal cosa, está repartiendo ofensas contra los andinos que, si alguna cosa hemos sido, es transformadores, revolucionarios. Que la clase dirigente imponga su ideología sobre el resto de la sociedad, normal hasta en las mejores familias. Si no, no habría necesidad de hacer revoluciones. Pero esta es otra historia.

La alcaldía de Libertador la ganó la Revolución en una oportunidad, la gestión anterior a Lester Rodríguez, pero se perdió estrepitosamente. En esta oportunidad tenemos todo lo necesario para rescatarla. La pérdida del Presidente Chávez en el estado Mérida en las elecciones del 7-O, sucedió por la debacle en el municipio Libertador. La diferencia en éste a favor de la oposición fue de 39.596 votos, mientras que en todo el estado, incluyendo a Libertador, fue de sólo 12.377. Pero en las elecciones del 16-D, con el rechazo del candidato Lester y la ejemplar campaña de Alexis, la diferencia en el municipio fue de 16.054, a pesar de que tras Porras fueron 12.163, fracción de los cuales pertenece al PCV.

Pero vamos por todo, que es posible. Tenemos cartas a favor; la primera, el desencanto acumulado por dos derrotas consecutivas y las nuevas promesas de “esta es la última, no volveré a votar”, sentimiento muy extendido entre la oposición. La segunda carta, el candidato triunfador en las elecciones internas de la MUD. Pertenece a Primero Justicia y parece estar hecho de una costilla extraída a Capriles, a su imagen y semejanza; parece un clon de menos edad, con menos orate-oria, igual lugarcomunesco y mayor miedo escénico. ¡A buena vaina le echaron a ese muchacho! Con tanto zorro viejo opositor acechando la alcaldía, alguien –hasta Lester– inventará una razón de oposición para desbancarlo, y se presentará un nuevo caos opositor. En su escondite casero fue a buscarlo la prensa, y con su gorrita de dormir caprilera declaró en un ratico la misma cantidad de estupideces que hubiese dicho su mentor. De la sarta de capriladas reseñaré dos: que si la votación por Capriles se hubiese mantenido “no sólo se habría ganado la Gobernación del estado, sino 18 gobernaciones del país para que el mapa fuera multicolor” (¡!). Que si el discurso de Alexis en su proclamación estuvo “orientado a aspectos que no están conectados con lo que quiere el ciudadano común, que es la solución de sus principales problemas”. ¿No les vengo diciendo? No le da la cabeza para entender un discurso distinto al rosario de estupideces de los primerojusticianos. ¡Pobre cachorro de candidato!

Para completar el trío de cartas, la posibilidad de que el PCV no incurra nuevamente en aventuras de candidatos aventureros, anti revolucionarios, y sepa jugar el papel que le corresponde en las tácticas revolucionarias del presente.

La última carta es la de las 16.000 lochas, un poderoso comodín: el candidato que seleccione la Revolución, para lo cual tendrá desde ahora hasta bien entrado mayo, es decir, podrá actuar sin apresuramiento. Y, al igual que comencé la serie de la elección de gobernadores, en la próxima entrega les detallaré lo que no queremos de un candidato a cualquier alcaldía y menos a la emblemática del estado Mérida.



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Fermín E. Osorio C.

Historifabulador socialista y antiimperialista.

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