El 7 de agosto de 1819 se libró sobre el Puente de Boyacá , en territorio del entonces Virreinato de la Nueva Granada, una batalla que creó las condiciones para la total y definitiva liberación del norte de Suramérica del dominio colonial español. Bolívar ve la guerra en Venezuela empantanada por la presencia de las tropas expedicionarias del General Pablo Morillo y por las insubordinaciones que Mariño, Bermúdez, Arismendi y Brión hacen frente a su autoridad. Es en este momento cuando El Libertador toma una arriesgada y audaz decisión: Concentrar todas las tropas llaneras, (mal vestidas y no habituadas a otro medio distinto a sus cálidas llanuras) a su disposición, cruzar las moles graníticas y heladas de Los Andes y tomar por sorpresa y derrotar a los contingentes realistas acantonados en ese Virreinato.
Relata O`Leary la cara de sorpresa y estupefacción que pusieron los miembros del estado mayor del Libertador, (Soublette, Anzoátegui, Briceño Méndez, Ambrosio Plaza y el Coronel inglés Rooke de la Legión Británica) cuando este les expuso su plan la noche del 21 de mayo en el caserío llanero de Sesenta. El sitio escogido para cruzar la cordillera andina fue el paso del Páramo de Pisba, a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar. La travesía fue terrible, duró más de un mes. Las muertes por frio y por accidentes en los desfiladeros se contaron por decenas.
La nieve y rugientes tormentas se abatieron sobre el ejército patriota durante casi toda la travesía hasta que el 5 de julio de ese año las tropas patriotas arribaron a la población de Quebradas en la región de Socha, en donde recibieron un merecido descanso. El paso de Los Andes por el ejército libertador es una de las empresas militares más audaces, asombrosas y heroicas de la historia. El 25 de julio el ejército Libertador, en inferioridad de posiciones estratégicas en el campo, trabó combate con las fuerzas realistas en El Pantano de Vargas sufriendo en los primeros momentos un duro castigo que amenazaba con convertirse en una derrota total. En ese momento dramático de la batalla El Libertador se dirigió al Coronel llanero Juan José Rondón y le gritó: "Coronel, salve Usted la patria!!". Rondón se volvió hacia sus llaneros y a su vez les gritó: "Los que sean valientes vengan conmigo que en este momento triunfaremos!!" Catorce llaneros, catorce héroes, catorce Centauros se precipitaron tras de Rondón y se lanzaron sobre el ejército enemigo.
Enardecidos por el gesto valeroso y heroico de sus camaradas, cientos de llaneros los siguieron al instante, destruyendo a su paso las líneas españolas que se quebraban al empuje de las lanzas de nuestros llaneros. La batalla del Pantano de Vargas fue un triunfo apoteósico y épico, pero no fue decisivo; el Coronel Barreiro, jefe del ejército español, salvó buena parte de sus tropas y comenzó a retirarse rumbo a Santa Fe de Bogotá con la intención de reunirlas a las del Virrey Sámano y organizar desde allí la defensa del virreinato.
El Libertador entiende que debe impedir esa reunión a toda costa y se lanza a una carrera desesperada por cortar el paso a Barreiro y sus huestes. En apenas un día se han invertido los papeles, ya no es Barreiro quien viene a perseguir y destruir a Bolívar y sus tropas, es ahora nuestro Libertador y sus tropas quienes persiguen a los españoles. Esa persecución dio frutos el 7 de agosto de 1819 en El Puente de Boyacá donde las tropas libertadoras destrozaron al ejército realista, sellando en apenas dos batallas la definitiva libertad de la Nueva Granada y echando las bases para la campaña libertadora que culminará en Carabobo y años después en Pichincha, Junín y Ayacucho.