La Batalla Final: el Estado burgués vs. Chávez

Hasta el mismo Presidente lo ha aseverado: en diciembre de 1998 la Revolución tomó un pequeño pedazo de un Estado burgués intacto, vivo y coleando. “Soy un presidente prisionero”, llegó a decir el Comandante ese primer año, consciente de que, como lo manifiesta la teoría marxista (Nicos Poulantzas y Antonio Gramsci) el Estado es el equilibrio inestable de los compromisos de las clases dominantes, la suma de las contradicciones internas de la Burguesía.

Entonces, más allá del trabajo diario de la Revolución y del presidente Chávez por demoler ese Estado burgués, él ha sobrevivido. A lo que debió ser una explosión nuclear de poder popular, la Asamblea Constituyente, la clase hegemónica capitalista supo domesticarla en su momento: basta recordar quién la presidió (Miquilena) y quién redactó o corrigió la mayor parte de la nueva Constitución (H. Escarrá), que apenas superó la predominancia de las viejas instituciones y en muchos casos dejó intacta su estructura.

De allí que la corrupción y el burocratismo no sean más que las manifestaciones de vida, los movimientos sutiles o grotescos de esas clases enquistadas en el Estado burgués que se ríe del Poder Popular, por cuanto desafía su hegemonía. Ese Estado siembra la ilusión de ser un controlador de las ansias capitalistas en función del bienestar colectivo, pero es en realidad el gran organizador de la dinámica social, para que la economía capitalista siga intacta.

Siguiendo a Poulantzas, las clases dominantes subsisten y perduran, se enfrentan al interior del Estado, que no es monolítico, ni expresión de una sola clase; de allí que puedan “convivir” en él corrientes enfrentadas, la lucha misma de clases llevada al terreno del supuesto gran mediador, donde por lo general las clases dominantes, las que procuran el mantenimiento del modo de producción capitalista, aceptando ciertas modificaciones y concesiones, tienen la batuta.

Es el Estado derecho y fuerza, consenso o coerción. Escoge el Comandante Chávez el camino distinto a la fuerza, la modificación profunda de la Carta Magna y de las leyes resultantes, para la creación de un Estado de Derecho socialista. Allí está la batalla, entre ese Estado burgués que ha demostrado su sapiencia de siglos para modificarse y sobrevivir, para mutar y ocultarse, y el Poder Popular que surge desde abajo, en ocasiones mediatizado y condicionado por ese mismo Estado.

De allí la causa del envejecimiento prematuro de las nuevas instituciones, o de la condición de enfermos crónicos de viejas instituciones: todas responden al viejo Estado diseñado para dominar, lucrar, para ejercer lo que considera su derecho natural: el Poder. La Batalla ha comenzado, y ni siquiera Chávez, con sus mil peleas ganadas, tiene el triunfo asegurado si no se abren las puertas al pueblo de ese Estado camaleón que en ocasiones predica el socialismo y practica el capitalismo.

Periodista/Docente UBV-Zulia


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Rafael Boscán Arrieta

Periodista y Docente universitario

 boscan2007@gmail.com      @raboscandanga

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