Claro de Tierra

190 años del nacimiento de Karl Marx

Como estudioso y admirador de la obra de Karl Marx, quiero sumarme a los homenajes que se han publicado, en ocasión del aniversario de su nacimiento, un 5 de mayo de 1818, en Tréveris, Alemania. Han pasado ciento noventa años del parto de este hombre excepcional, cuyos estudios críticos del sistema económico capitalista establecieron las bases para consolidar las luchas socialistas mundiales. Antes de él, hubo teóricos y luchadores por el socialismo, pero lo fueron en un sentido utópico, como diría el mismo Marx, o romántico. Fueron románticos, porque sus posturas no habían llegado a la médula de la explicación de la forma como opera la economía capitalista, por lo que erraban las acciones dirigidas a promover el reemplazo de este régimen económico explotador, por otro bajo el control de los trabajadores.

Marx advirtió la necesidad de alcanzar una cabal comprensión del capitalismo, como paso previo, que permitiera convencer a las organizaciones de los trabajadores de la importancia de su lucha y, posteriormente, facilitara la construcción del modo de producción alternativo, socialista, que redimiera a los pueblos de las cadenas de la explotación. Cumplió la tarea con tanta solvencia y rigor, que todos los esfuerzos de los factores reaccionarios se han estrellado con el sólido y monumental edificio que es su obra cumbre: “El capital. Crítica de la economía política”, cuya publicación marcó un hito definitivo en la historia de las ideas de la época moderna.

Como todo verdadero gran hombre, Marx debe ser reconocido no solamente por sus frutos intelectuales, sino también por su excepcional condición humana. Se entregó en cuerpo y alma a la investigación y a la escritura y sacrificó a su tarea la salud y la comodidad, sin que por ello dejara de tener una vida familiar ejemplar y una relación con su mujer y sus hijos digna de admiración. Igualmente fueron fraternales y admirables sus relaciones con los obreros y los luchadores revolucionarios de su época, aunque se mostraba implacable con los adversarios, especialmente en el terreno de las ideas, cuando consideraba que estaban tergiversando el buen rumbo de las organizaciones y confundiendo la orientación de las luchas.

En este sentido, fue un polemista agudo y dotado de una excepcional capacidad para la ironía y el sarcasmo, que refutaba con certera precisión los argumentos y soportaba con singular erudición sus proposiciones, citando autores antiguos y modernos, en una colosal muestra de rigor investigador e insaciable voracidad lectora.

El mundo del trabajo, es decir, los trabajadores de la industria, emblemáticos del escenario capitalista en que vivimos, le deben a él la más completa doctrina de su proceso emancipador, pero, su alcance va más allá, porque la superación del capitalismo es hoy un asunto de vida o muerte para la humanidad en su conjunto.



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Luis Vargas


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