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¿REVOLUCION O CONCILIACION ENTRE ELITES?

Mario Sanoja Obediente.

Una Revolución consta de dos actos: la destrucción del viejo modo de vida y la construcción del nuevo. En nuestro caso, si queremos hacer una revolución social tenemos que destruir el viejo modo de vida capitalista venezolano, el imaginario socialdemócrata consolidado durante la IV República. Tuvimos una oportunidad de hacerlo cuando pueblo y fuerza armada bolivariana derrotaron el golpe de estado del 11 de Abril de 2002 y rescataron al presidente Chávez y cuando derrotamos el sabotaje petrolero y el lock-out patronal ese mismo año. La oposición fascista estaba desmantelada y acorralada, pero la Revolución Bolivariana escogió ser magnánima con el enemigo. Pero el enemigo, que no acepta ni cree en perdones, ni da disculpas ni pide cuartel, volvió a la carga y nos tuvo acorralados hasta el 15 de Febrero pasado. Los nuevos gobernadores fascistas electos en Miranda, Carabobo y Táchira están desmantelando la estructura de las misiones, atropellando a los médicos cubanos, conspirando abiertamente con los militares golpistas activos y ¿qué estamos haciendo nosotros? : conciliando, durmiendo alegremente con el enemigo, tendiendo unilateralmente puentes para que vengan a liquidarnos con mayor facilidad. El argumento de la derecha reformista enquistada en la revolución bolivariana, es que somos un país dividido, que hay que evitar la violencia ¿Pero es que alguna vez no hemos estado divididos? Toda Revolución, aun las democráticas como la Bolivariana, divide a la población: los que están a favor y los que están en contra. Solo que este caso la derecha bolivariana y la derecha fascista hablan el mismo idioma político: frente a la contradicción ideológica, conciliación entre las élites o entre los cogollos. La esperanza del pueblo que se fuña. En 1988, cuando fue reelegido Carlos Andrés Pérez a la Presidencia de la República, la sumatoria de los votos de todos los venezolano(@)s que de una u otra manera optábamos por el socialismo (MAS, PCV, MEP, MIR y Liga Socialista,) era de 267.667, esto es, el 3.69% del total de electores, contra 93,29% de AD+COPEI. Hoy día los que declaramos votar por el proyecto socialista del PSUV, sumamos casi 6.500.000 votos (casi 55%) es decir, 6.243. 333 más que en 1988, mientras que el caudal de votos de la derecha (sumando lo que nos quitaron) ha descendido a 46% ¡No es que estemos divididos, es que hemos crecido exponencialmente! Asustada del auge revolucionario bolivariano, la élite derechista incrustada en nuestra revolución busca apoyo en la élite de la derecha fascista opositora para frenar nuestro avance. Es cierto que hemos perdido un millón de votos populares y hay 3 millones que no se deciden a apoyarnos pero tampoco votan por el fascismo, pero una de las causas principales de este hecho negativo es la continuación de políticas culturales burguesas que han consolidado el imaginario capitalista, en lugar de crear y consolidar el imaginario socialista que legitime el nuevo modo de vida socialista bolivariano. La cultura es ideología y como decía Marx. “... la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante... las relaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante son también las que confieren el papel dominante a sus ideas...” Si no tenemos una cultura revolucionaria, no podemos pedirle a esos cuatro millones de venezolanos que crean en el proyecto socialista bolivariano solamente porque les damos buenas condiciones materiales, porque estaremos simplemente estimulando gratis el imaginario consumista que mantiene al modo de vida capitalista. Estamos en una encrucijada donde tenemos que razonar ideológicamente nuestra victoria socialista. Caso contrario, si conciliamos ingenuamente y volvemos a fallar, hay que estar preparados para enfrentar, sin vacilaciones, la violencia fascista que ya se anuncia en el Plan de Puerto Rico.

mario.sanoja@gmail.com