Váyase a lavarse ese paltó, señor Varguitas

El que a su tierra no adora, tiene espíritu prestado.

(Ali Primera)

Me confieso un gran admirador de la calidad literaria de Mario Vargas Llosa, he disfrutado desde 1975, año en que leí “La Casa verde”, pasando por “La ciudad y los perros”, “La tía Julia y el escribidor”, hasta llegar a “Las travesuras de la niña mala”. En esa época era admirador de la revolución cubana. He aquí el extracto final del discurso pronunciado al recibir el premio el día 04 de agosto de 1967: “…Otorgándome este premio que agradezco profundamente, y que he aceptado porque estimo que no exige de mí ni la más leve sombra de compromiso ideológico, político o estético, y que otros escritores latinoamericanos con más obra y más méritos que yo, hubieron debido recibir en mi lugar -pienso en el gran Onetti, por ejemplo, a quien América Latina no ha dado aún el reconocimiento que merece- demostrándome desde que pisé esta ciudad enlutada tanto afecto, tanta cordialidad. Venezuela ha hecho de mí un abrumado deudor. La única manera como puedo pagar esa deuda es siendo, en la medida de mis fuerzas, más fiel, más leal, a esta vocación de escritor que nunca sospeché me depararía una satisfacción tan grande como la de hoy.” Bueno, y como pasa el tiempo “que de pronto son años” como diría Pablo Milanés, 42 años después sentimos pena ajena al ver al otrora militante de las ideas marxistas convertido en un pobre cachorro del imperio. Lo vemos por TV, llegando a Caracas, al foro de la derecha, como un defensor a ultranza del neoliberalismo, en momentos en que la crisis mundial, ha demostrado con creces el fracaso de ese modelo opresor, egoísta, que solo favorece a los especuladores, a los privilegiados, a los que juegan a ser dioses, y que se creen dueños de nuestros destinos. Cada 15 días publica sus panfletos políticos, en el pasquín del Bobolongo, El Nacional, y no escatima epítetos para atacar al comandante Chávez. Lo vemos declarando, “preocupado, por la escalada de la dictadura que hoy oprime a Venezuela”. Yo le diría como dicen en algunas películas: “Ocúpese de sus asuntos, señor Varguitas”. No le perdona que en apenas siete años, entre el golpe de febrero de 1992 y el 06 de diciembre de 1998, nuestro comandante haya conquistado el alma del pueblo venezolano, mientras que él, con todo y su genio literario, no haya alcanzado la primera magistratura del Perú, y que un desconocido como Alberto Fuimori y su jeep, le hayan dado una paliza electoral. Del carajazo se nacionalizó como español. Vaya, frustración.

Luce envejecido, no tanto por su edad, sino por esas ideas proimperialistas, ya derrotadas por la historia, la implacable historia, que echó por tierra esa pretensión de colocar a todo el planeta con vara rasa, consumidores del “american way of life”, que a decir verdad solo “disfrutan” los pobres de la tierra cuando consumen en esa detestable comida de McDonalds. Viene a decirnos a nosotros que hacer con nuestro país, con nuestra revolución, la cual aun con sus fallas, tiene muchos logros que mostrar y muchas cosas de las cuales sentirnos orgullosos, a diez años de distancia, pues aquí, señor Varguitas, la gente se siente tomada en cuenta y ya no son esa masa amorfa que solo era convocada cada cinco años para que los “legitimara” y los dejara pensar, hacer y deshacer por nosotros.

Pero hace diez años, dijimos: ¡basta! Y nos dimos un gobierno que no ha traicionado sus promesas, sino que por el contrario, se ha atrevido a profundizar los cambios que propendan a darle al país una vida digna. Hay dificultades, basadas en la vieja cultura que se niega a extinguirse, pero esa es la lucha, las culturas no se extinguen por decreto, y mucho menos las malas costumbres, el egoísmo, la mezquindad, y todos esos males que el capitalismo ha impregnado en el imaginario colectivo. Sigamos con el discurso de Vargas Llosa: “Es preciso, por eso, recordar a nuestras sociedades lo que les espera. Advertirles que la literatura es fuego, que ella significa inconformismo y rebelión, que la razón del ser del escritor es la protesta, la contradicción y la crítica. Explicarles que no hay término medio: que la sociedad suprime para siempre esa facultad humana que es la creación artística y elimina de una vez por todas a ese perturbador social que es el escritor o admite la literatura en su seno y en ese caso no tiene más remedio que aceptar un perpetuo torrente de agresiones, de ironías, de sátiras, que irán de lo adjetivo a lo esencial, de lo pasajero a lo permanente, del vértice a la base de la pirámide social.”

¿Qué puede pasar por la mente inteligente de un hombre, que ha marcado pauta dentro del boom latinoamericano, junto a García Márquez y Miguel Angel Asturias”, para dar un vuelco tan hacia atrás? Pero aquí dicen que “chivo que se devuelve se esnuca” y el pobre Varguitas, tendrá su “Fiesta del Chivo”, atreviéndose a comparar a ese vulgar dictadorzuelo, “Chapita” con nuestro comandante Chávez. Te pregunto Varguitas, como nos decían nuestros padres cuando éramos niños: “Entonces, muchacho ¿Qué estás aprendiendo en la escuela?”

Entonces, como dice el propio Vargas Llosa, en “Travesuras de la niña mala” en un capítulo refiriéndose a la habilidad de un personaje, quien era políglota y dominaba con pasmosa facilidad 12 idiomas (palabras más, palabras menos): “Ciertas habilidades del ser humano, por muy grandes que sean no tienen que ver con la inteligencia”. De acuerdo, Varguitas: El hecho de ser un gran literato, definitivamente no te convierte en una persona inteligente, o por lo menos en alguien con derecho a querer decirle a los demás lo que deben hacer en materia política.

Así que, Varguitas súbdito español, que has renegado de tu nacionalidad, el hecho que Fujimori, te derrotara y por paliza, parece que te ha convertido en un cachorro muy amargado, pretendiendo dar lecciones de democracia, y nunca le pareció inmoral que papa Bush Jr. bombardeara a Iraq, ni que Uribe sea un narcopresidente, ni que Calderón haya ganado en México con trampas, es una especie de estrabismo ideológico, del cual padece a sus 73 indignos años.

Así, que compañera, siga echándole nalgas, y póngase a hacer lo que si sabe hacer: escribir.

La política le queda grande.

Nuestro comandante tiene algo que usted no tiene: don de gente. Con esas carencias, no nos va a joder nuestra vida, no sea pendejo.

Váyase a arrodillársele y a besarle los pies a su Rey Juan Carlos. Somos socialistas, allá usted con su monarquía.

Amante de la literatura y de la revolución cabimero

pedroqueral@hotmail.com


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Pedro Querales C (*)


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