Un guarimbero desesperado

Ricky Cachaco, andaba desesperado, como perro con pulgas, y se movía de un sitio a otro con su moto de lujo y de alta cilindrada. Llegaba al lugar, observaba por un momento y al no ver movimiento alguno, arrancaba, cual Cecotto, en sus buenos tiempos. Se observaba además de alterado, nervioso, y hasta quien lo miraba, no dejaba de pensar que estaba muy inquieto.

En otra esquina el periodista Pedro Cuartilla, lo observaba detenidamente y por lo que observaba, entendió que aquel individuo, por la indumentaria, por la moto, por la capucha que cargaba y el morral que tenía sobre la espalda, era un guarimbero, buscando “trabajo”. Por eso el reportero se acercó a uno de los parajes donde Ricky llegaba y se devolvía, y ahí esperó al desesperado motorizado, quien al acercarse y al no ver a nadie por ahí cerca, quiso arrancar su potente máquina; pero en ese instante Pedro Cuartilla, le gritó: “Amigo qué se le ofrece, yo lo podría ayudar”.

Ricky Cachaco, se paró en seco y pensó que ésta era la oportunidad de preguntar qué había pasado, pues ahora no encontraba a sus compañeros para formar el bochinche y cerrar las vías. Por eso se dirigió al periodista y éste sin dejarlo hablar, lo abordó:
- ¿Amigo qué le pasa, que anda como perro que le han prendido el rabo?

-El motorizado lo vio detenidamente, y decidió responder: “Sucede, amigo, que yo fui un trabajador que vine desde afuera a trabajar en las guarimbas y ahí teníamos no solamente los derechos garantizados, pues el gobierno ni se metía con nosotros; pero eso no es nada, pues yo me garantizaba mi papa por lo que cobraba, lo cual aumentaba de acuerdo a las acciones que emprendiera, o sea, me explico, entre más cauchos prendidos ponía aquí y allá, tumbada árboles, cruzaba calles con guayas, derribaba postes y lanzaba bombas molotov, mejor me iba”.

- Y ahora, ¿qué pasa? Preguntó el ingenuo periodista y Ricky, contestó: “No estás viendo que no hay trabajo, ando desesperado y con bastante temor de pagar los platos rotos, pues nadie se responsabiliza ahora por ese vandalismo”. Y dicho esto arrancó su poderosa máquina como la misma alma que lleva el diablo y con el miedo entre las piernas.


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Emigdio Malaver

Margariteño. Economista y Comunicación Social. Ha colaborado con diferentes publicaciones venezolanas.

 emalaverg@gmail.com      @Malavermillo

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