La oposición ante la regulación de colocar nombres

Sin la debida autorización de los torrenciales aguaceros que han caído en el país y de los huracanes que recorren el Mar Caribe, vamos a tomarnos la libertad de señalar que la propuesta de una regulación para colocar los nombres en Venezuela ha logrado alterar al oposicionismo, tanto como la perturbación provocada por la presentación del proyecto de la Reforma Constitucional.

La oposición ha protestado de manera furiosa esta nueva medida gubernamental, porque la falta de una normativa que sistematice y reglamente la colocación de nombres le ha permitido desestabilizar al Gobierno nacional y denominar sus acciones como mejor le han parecido.

Bien mirado, sobran ejemplos para sustentar con pruebas que la laguna de restricciones legales para poner nombres, ha sido aprovechada con creces por la oposición golpista y anti democrática para actuar con libertad e impunidad frente al gobierno bolivariano. Veamos como abundan estos casos conocidos y comprobados.

En una impecable operación mediática, el fogonazo manipulador del oposicionismo para quitar y poner nombres se puso de manifiesto durante el golpe de Estado del 11 de abril de 2002 y los días siguientes. De tal modo, los oposicionistas hicieron uso total de la palabra para convertir en un buen lema y darle un bello sonido democrático a todas sus marramuncias. Justamente el derrocamiento del presidente Hugo Chávez, por un eufemismo del abultado glosario del sector opositor, que encontró decidido apoyo mediático, convirtió al quiebre constitucional en un insólito “vacío de poder”.

La noche del mismo 11 de abril, el oposicionismo golpista le cambió el nombre a Conatel y le puso el de Enrique Mendoza, quien se encargó de cerrar al canal Venezolana de Televisión en vivo y directo: “A esa basura, que se llama el Canal 8, la vamos a sacar fuera del aire”. Y le bajó el suiche a VTV.

Pero fracasada la salida inconstitucional, el 13 de abril los opositores, tratando de lavarse las manos, le colgaron rápidamente a su “vacío de poder” el remoquete de “El Carmonazo”, con la finalidad de purgar sus pecados y que el muerto de la imposición de un régimen de facto lo cargara sólo Carmona Estanga.

Fracasado el golpe, a las encumbradas “Firmas de apoyo al Decreto Carmona” le cambiaron el nombre y las denominaron “Firmas de asistencia al Palacio de Miraflores”. Así todos los que participantes de la denominada “Generación Golpista” pasaron a ser conocidos como la “Generación Yo no Fui”. A los militares que protagonizaron éste movimiento de facto, una decisión del TSJ los llamó pomposamente “Militares preñados de buenas intenciones”.

Uno de los tantos sucesos que ocurrieron durante los hechos del 11-A, fue el asedio de la embajada de Cuba. Éste asalto, en el que se produjo la destrucción de algunos de los autos del personal cubano, el corte de la electricidad y el agua de la sede diplomática, la variable personalidad del alcalde de Baruta, Henrique Capriles Radonski, la denominó: “Mediación con los diplomáticos cubanos”. ¡Azúcar!

Al sabotaje petrolero la oposición le confirió la fastuosa denominación de “Paro Cívico Nacional”. Pero al ver frustrado su intento golpista, Carlos Ortega identificó al nuevo fracaso oposicionista con un simple calificativo: “El paro se me escapó de las manos”. A los saboteadores que destruyeron las instalaciones de Pdvsa y paralizaron la producción petrolera se les identificó como “Meritócratas” y “Gente del Petróleo”.

Por otra parte, enfrentar a la Policía Metropolitana, obstruir el libre tránsito de personas y vehículos, quemar cauchos, incendiar contenedores de basura en las calles Chacao y Baruta, el oposicionismo lo apoda “Guarimba”, en lugar del difundido apelativo de “violencia callejera”.

Asimismo, el “clientelismo político” que es financiado por la gobernación del estado Zulia, la alcaldía de Chacao, instituciones bancarias, empresas privadas y organizaciones internacionales, es denominado cínicamente como “Redes Populares”. Son los mismos que a la conocida socialdemocracia la llaman ahora democracia social. En una operación de marketing opositor con chaqueta reversible y bustos parlantes, a la desaparecida Coordinadora Democrática la renovaron poniéndole el nombre de Parlamento Nacional Joven Estudiantil.

Se equivoca gravemente quien diga que todos estos cambios de nombres son algo novedoso generado por la inventiva del sector opositor. Pues, en la IV República, al presidente Rómulo Betancourt, quien ordenó “disparar primero y averiguar después” y suspendió las garantías el mismo día cuando fue aprobada la Constitución de 1961, el puntofijismo político y mediático -que ahora es oposición- le endosó el calificativo de “Padre de la Democracia”. Es decir, el mismo miasma de los mismos miasmeros con su mismo glosario de engañifas de siempre.

Debemos destacar que estos cambios de nombres por apelativos, patronímicos, denominaciones y designaciones, son producto de una grave dislexia política que le impide a la oposición leer correctamente la realidad del país.

Así vemos que, después de llamar a la abstención en las elecciones parlamentarias, cuando podía haber logrado una estimable fuerza legislativa, la desvergonzada dirigencia opositora acudió a la Asamblea Nacional para discutir la Reforma Constitucional. Si el llamado a no concurrir a los comicios parlamentarios era para deslegitimar a la Asamblea Nacional, ¿quién entiende la presencia del sector opositor en el parlamento?

Desconocemos a qué nuevo eufemismo de su voluminoso glosario de engañifas recurrirá el oposicionismo para denominar su participación escandalosamente perversa en la Asamblea Nacional. Llámenla como la llamen, para mis contertulios del café mañanero esta nueva y descarada bufonada no tiene nombre.

Y tienen razón. Porque la presencia en la Asamblea Nacional de ese embuste del abstencionismo que se llama Henry Ramos Allup, es la mejor demostración que el oposicionismo atraviesa un momento crítico que no tiene nombre. ¡No tiene nombre!

vchavezlopez@hotmail.com


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Vidal Chávez López


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