Uno de os aspectos mas destacados de este proceso revolucionario venezolano es la profunda crisis de credibilidad en la que se encuentra la intelectualidad y los académicos venezolanos por su incapacidad para darle respuesta científica a los fenómenos políticos y sociales que se han desatado en nuestro país a partir de la errupción del volcán social del 27 de febrero de 1989 y de, manera particular, al proyecto revolucionario liderizado por el comandante Hugo Chávez Frías.
Durante todo el período de la cuarta república las Universidades públicas y, en escasísima medida las universidades privadas, se crearon centros productores del conocimiento económico y social con una perspectiva crítica de cuestionamiento del modelo dependiente, subdesarrollado y transculturizado que los Estados Unidos, en alianza con la burguesía venezolana, impusieron en los países de América Latina desde los años 40´s del siglo pasado, aportando importantes visiones que permitieron a toda una generación de venezolanos y venezolanos aproximarse al conocimiento de las causas históricas y estructurales de nuestro atraso como pueblo y la imposibilidad de desarrollarnos integralmente mientras se mantuviera vigente el orden político, económico y social impuesto por el gran capital imperialista norteamericano.
Durante más de 40 años, con la riqueza producida por millones de trabajadores y trabajadores, se crearon institutos de investigaciones y se contrataron cientos de científicos sociales, se les envió en año sabático bien pagado para estudiar y continuar sus interesantes investigaciones en las mejores universidades de Europa, Estados Unidos y América Latina, organizándoles eventos nacionales e internacionales y publicando sus trabajos en revistas universitarias. En fin, millones de bolívares y de dólares fueron invertidos en crear una elite académica en las ciencias sociales, con nivel científico internacional, para la producción de un conocimiento que sirviera al conocimiento, comprensión y transformación de nuestra realidad nacional.
En momentos en que irrumpe en 1999 el proyecto de refundación de la República liderizado por el comandante Hugo Chávez Frías, cobijado con los aires de frescos de sincretismo ideológico originados en las ideas de Simón Bolívar, las enseñanzas de la teología de la liberación y la diversidad del pensamiento marxista universal e indoamericano; los científicos sociales venezolanos escudriñaron sus gastados recetarios e inútiles investigaciones para explicarse el nuevo fenómeno pero, imposibilitados de entenderlo, apelaron al recurso de la descalificación científica y la deslegitimación política, para reducir este proyecto revolucionario a un simple “sacudon” coyuntural, ocasionado por la crisis del modelo de dominación imperante, el cual no tendría mayor trascendencia, por carecer de un cuerpo teórico-doctrinal que soporte su formulación y ejecución en el desarrollo histórico concreto de la realidad venezolana.
Cuando el proceso se acelera y profundiza como consecuencia de la primera gran confrontación histórica (Diciembre 2001-Febrero 2003), entre el capital nacional e internacional y sus nuevos e históricos contradictores por el control del Estado y la hegemonía política e ideológica de la sociedad, lo cual provocó la ruptura de los aliados tácticos burgueses con el proyecto de cambio y la transición en la construcción del Socialismo del Siglo XXI; los laureados y sesudos científicos sociales venezolanos persistieron en su anticientífico recurso de descalificar las ideas del comandante Chávez y del creciente número de intelectuales que le acompañan, declarándolas como frustrados intentos de socialistas nostálgicos, reivindicadores de experiencias políticas fracasadas en el siglo XX, por lo que no tendrían ninguna viabilidad en el contexto de un mundo globalizado, bajo el dominio económico y militar del dólar y el gran aparato militar industrial norteamericano.
De allí que, el 6 de Agosto de 2007, cuando en cadena nacional y ante la Asamblea Nacional, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, comandante Hugo Rafael Chávez Frías, presentó al país y a los voceros de la soberanía popular el Proyecto de Reforma de la Constitución, estos académicos del viejo claustro, con sus teorías superadas y sus libros inservibles, no pudieron hacer otra cosa acompañar al coro de reaccionarios burgueses, fablistanes tarifados, corporaciones mediáticas internacionales y al gobierno de los Estados Unidos, en sus ataques al proyecto bolivariano y socialista de avanzar en la destrucción del viejo Estado colonial-burgues, y sus sociedad de miserias, exclusiones, depredación de la naturaleza y explotación del Ser Humano quienes, con su estrategia de miedo, apelando a las más burdas mentiras y despreciando la capacidad de sintonía del pueblo con el proceso de cambio, utilizaron las más impecables flurituras teóricas de las ciencias sociales y del Derecho para justificar su postura de clase, al lado del bloque de poder que durante tantos años, en sus libros y aulas de clase, insinceramente cuestionaron.
Con el CENDES y los demás, disque centros de investigaciones económicos y sociales de las universidades del país, se entierra un período histórico de nuestra academia, caracterizada por la inutilidad de sus ideas, la frustración de sus investigaciones y, la decepción de sus académicos pero, especialmente, por la comprobación de que, los cientistas sociales, cuando orgánicamente no forman parte de los procesos de cambios revolucionarios de los pueblos, terminan por ser columnas enmohecidas al servicio – por acción u omisión - del capital y sus estrategias de dominación y explotación de los pueblos; por lo que, más temprano que tarde, una nueva generación de cientistas sociales deberán asumirán la investigación de nuestro proceso histórico, dotando al Estado, al gobierno revolucionario y al pueblo bolivariano, de los instrumentos de estudio, comprensión y transformación revolucionaria de la sociedad, en el proceso de construcción del Socialismo del Siglo XX.
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