Me gusta imaginar las canciones que habría hecho Alí Primera después del 27F y lo que habría escrito Aquiles Nazoa para develar que los poderes creadores del pueblo no son solo asuntos de flores y aparentes bellezas. Y el Chino Valera Mora, ¿qué habría dicho?, seguramente habría ratificado: “Amanecimos de bala pues”
Lo cierto es que El Guarenazo, El Caracazo, El Sacudón Venezolano, es una fecha madre, generadora y paridora de un nuevo momento para el país y para el mundo, vale decir, un nuevo pueblo que se sacudió el adequismo y se la jugó a cuenta y riesgo, enfrentando nada más y nada menos que a las transnacionales.
Es así, porque el 27F nadie salió a apostarse en un ministerio a pedir justicia, no se hizo una marcha contra la burocracia, no fue un acto político para denunciar la especulación, no, el 27F, la indignación rebasó los niveles de arrechera acumulada desde el viernes negro y mucho antes, estallando en la calles y redimensionado la palabra Pueblo.
Pero ocurre que tal grandeza y profundizada implicada en los acontecimientos de del 27F, son renegados aun hoy. Si bien es cierto que la fecha ha sido reivindicada y se reconoce su importancia, se sigue “disimulando”, “invisibilizando” los contundentes hechos que poco después dieron al traste con el gobierno de Carlos Andrés Pérez. Esa contradicción o confusión que aparece cada vez que se dice: “Estaba bien alzarse pero no saquear”, o, “Si era por hambre, porque se agarraron las neveras, televisores y demás”. Hay que recordar que ese día la cadena de automercados CADA, IMGEVE y SUPERVOLUMEN, entre muchas otras, sintieron la furia del pueblo, dejando un vacío en sus anaqueles y en sus entrañas
Sin embargo, a la hora de evaluar, se reniega, no se ve con claridad la importancia política de esos hechos, se desdice de tales acciones, tal vez porque no tuvieron proclama ni consignas, o tal vez porque revelaron de manera inequívoca la presencia de la una indianidad irredenta y de una cimarronera, que sigue haciendo posible la diversidad que nos constituye y que continúa rechazando la estandarización, la marginación, la colonia. El miedo y la confusión que no permiten ver la capacidad visionaria del pueblo alzao, el 27F, es un asunto de vergüenza étnica que requiere revisión y problematización, para avanzar en la dimensión sociocultural de la lucha.
Si algo enseña el 27F, es nuestra identidad, nuestra capacidad para “ser”, nuestra irreverencia sabia, que derrota a tiempo la “decencia burguesa” que dice: así no, así no, ¡vamos por los canales regulares! Mientras que el pueblo en lucha supo y sabe qué hacer cuando se le desconoce, pues solo los pueblos hacen revoluciones, solo el pueblo salva al pueblo, solo como pueblos en lucha podemos.
NO HAY PUEBLO VENCIDO
VIVA EL ESPIRITU REBELDE DEL 27F
VIVAN LOS PUEBLOS ORIGINARIOS
LA LUCHA SIGUE…