Preciso es acotar, citando al maestro Luis Bigott, que no son Estados Unidos y Europa separados, sino ambos unidos en bloque para conformar el Imperio Neocolonizador, con lacayos en África, Asia y Latinoamérica, resguardando sus intereses a cambio de exiguos privilegios y la falaz promesa de ser, si no emperadores, al menos caporales de sus propios paisanos.
Quienes por nuestro origen y vínculos campesinos hemos bregado alguna vez con bestias, sabemos por experiencia que justamente cuando están heridas o acorraladas desarrollan una capacidad de agresión y contra-ataque que las hace aún más peligrosas a cuando se sienten fuertes y dueñas de la situación, pues comienzan a desconfiar en su poder normal.
Por eso, los brutales ataques que el imperio viene arreciando en las últimas semanas contra el pueblo de Libia, no son más que la manifestación de esos estertores. Ya son pocos los que les temen cuando sancionan, declaran países terroristas, mandan a callar, imponen bloqueos comerciales u otras bravuconadas, por tanto se van directamente a las bombas con aviones y ataques de artillería teledirigidos, buques y submarinos que “equivocadamente” caen sobre escuelas, universidades y en residencias con niños, mujeres y ancianos, las cuales registran luego como “daños colaterales”.
La referencia a tan criminales acciones de la OTAN, brazo armado del imperio neocolonial, por demás violadoras de todos los derechos humanos, sólo intentan contextualizarnos para reflexionar en torno a la actitud entreguista y lacaya de algunos desvenezolanizados (acudiendo otra vez a términos inexistentes) y academicistas que celebran el nuevo bufido imperial contra Venezuela, al imponerle sanciones a PDVSA por nuestros soberanos vínculos comerciales con Irán.
Cuando alguno de nuestros estudiantes en la universidad nos pregunta sobre la conducta apátrida de los diputados de la MUD, de las doñitas de Globovisión y los intelectualoides que van a Televen y predican sonrientes que “las bombas vendrán pronto”, en verdad nos quedamos sin respuesta, pues no sabemos explicar cómo es posible que alguien acepte y celebre la muerte que se está causando hoy en Libia, y menos la añoranza de que mañana venga hacia Venezuela.
No logramos explicar tanta disociación (¿o tal vez ignorancia?) en personas que prefieran ser dominados a control remoto por el Imperio, en vez de aportar y participar protagónicamente a la construcción de su país, aceptando incluso que sus propios hijos pudieran ser “daños colaterales” si alguna bombita de las añoradas cayera “equivocadamente” en el Country Club, en las Terrazas, las Colinas y/o los Conjuntos Residenciales de cualquier parte del país donde residen.
Igualmente absurda nos resulta la postura deshumanizada de algunos universitarios, academicistas engolados para quienes sólo cuentan las ventas de petróleo a USA, desconociendo el soberano ejercicio económico de Venezuela para establecer relaciones con diversos mercados petroleros, mientras justifican el derecho gringo a bombardear al pueblo de Libia. Pero peor aún nos resultan los “autónomos” rectores que desconocen la autonomía de la Patria y apoyan las sanciones a la Empresa Estatal que sufraga sus inmensos presupuestos.
Las agresiones políticas a Venezuela, camufladas bajo sanciones comerciales, no sólo son injerencistas y abusivas sino además contradictorias, pues según Doña Hilary PDVSA no recibirá financiamiento ni licencias para exportar-importar o licitar contratos petroleros con el gobierno yanqui, pero sí podrá venderle “normalitamente” a las empresas privadas gringas todo lo que éstas quieran en crudo y derivados.
Esta posición casi raya en lo ridículo si consideramos que en USA todo (hasta la seguridad y el ejército), está privatizado y que el gobierno estadounidense no vende ni compra nada (o muy poco), sino a sus propios proveedores nacionales, es decir, las empresas privadas gringas, las cuales mantienen el parapeto de Estado-Gobierno para asustar de vez en cuando a los pueblos políticamente débiles, que son sus proveedores de materia prima barata y con gobiernos títeres generalmente impuestos por las asustadizas oligarquías locales.
La bestia neocolonizadora debe tomar en serio el despertar de los pueblos otrora oprimidos, convertidos hoy en Gladiador que la enfrenta con las armas de la conciencia, para ser libre y soberano. En nuestra Venezuela ya no suena sólo la sibilante complacencia de los universitarios serviles, ahora resuena la voz de la Universidad Liberadora, la misma que en sesión del CNU defendió a PDVSA condenando enérgicamente el sueño pitiyanqui de traer la agresión de Libia hacia Venezuela…
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