Dos propuestas se presentan como “alternativas de solución” ante el inclemente ataque cambiario que está sufriendo la economía venezolana: la dolarización y la flexibilización cambiaria. Ambas propuestas dan por sentado que el control de cambio ya no sirve, y hay que tirarlo por la ventana [1].
Ambas, una en mayor grado que la otra, están representando modelos socioeconómicos basados en la fe incondicional en el mercado como mecanismo regulador. Ambas se pueden convertir, una más que otra, en una de las más eficaces herramientas para contribuir con el desmontaje económico y político del proceso bolivariano. Ante el escenario de caos y colapso construido por la contrarrevolución, las dos opciones se presentan en deslumbrantes envoltorios de caramelos de miel, resultando muy atractivas, tanto para un sector de la población desesperada -porque “la cosa esta fea” [2] - como para los dirigentes sociales y los decisores gubernamentales.
Es importante decodificar las visiones que están detrás de cada una de estas propuestas, para aclarar si son caramelos, no de miel sino de cianuro.
La mágica dolarización
Con los promotores de la dolarización pasa como con aquellos vendedores de pueblo que ofrecían el “elíxir milagroso”, que resolvía las grandes enfermedades y los déficits orgánicos. El pueblo se convertía en un cliente, que encantado por el atractivo discurso del vendedor, terminaba por comprar la panacea universal. El vendedor se iba, con las monedas de los incautos, a buscar otro pueblo que le sirviera de víctima. Mientras que, luego de cumplir con el tratamiento, los descontentos compradores se daban cuenta que los males continuaban igual o peor.
La dolarización es promovida en América Latina por los economistas neoliberales ultramonetaristas. En su versión más extrema, se elimina el signo monetario nacional, se elimina el Banco Central y se elimina la capacidad de hacer política monetaria. El mecanismo económico que opera bajo la dolarización es coherente con esquemas de superexplotación de los trabajadores.
El ultraneoliberal economista Stephen Hanke es uno de los gurús de la dolarización, quien estuvo de moda en los años noventa y tenía como discípulos a uno de los economistas venezolano más ortodoxos, el profesor del IESA Hugo Faría, quien trató de mercadear la idea de la “Caja de Conversión”. Stephen Hanke, agente del monetarismo más radical, no perdió tiempo para pescar en río revuelto y publicó en El Universal un artículo que se titulaba “El fallecimiento del Chávez ¿Y de su moneda?” [3].
Este escrito, publicado en el mes de marzo, forma parte de una estrategia para posicionar “ideas claves”, aprovechándose de coyuntura económica complicada y de las debilidades que presenta el pensamiento económico del proyecto bolivariano. En un artículo publicado en aporrea.org, titulado “Venezuela: ¡Nos quieren dolarizar!” (verhttp://www.aporrea.org/tiburon/a161690.html), denuncié que el señor Hanke tenía a más de un discípulo en el territorio nacional, que por desconocimiento o por conveniencia se convertirían en los promotores de esta idea letal.
Hay varias modalidades de dolarización:
1) Una donde el dólar sustituye totalmente el dinero circulante en moneda nacional (en nuestro caso sería el bolívar). Este ha sido el caso de El Salvador y Ecuador;
2) Otra donde, existiendo una moneda nacional, las cuentas de ahorro, la compra y venta de activos físicos y financieros y las deudas se contabilizan o se valoran en dólares. Es decir, no es necesario que el dólar circule libremente para que una economía tenga un alto grado de dolarización. Bajo este esquema estuvieron países como Bolívia, Perú y Paraguay.
3) El caso de la aplicación de una Ley de la convertibilidad, la cual por decreto hace que la moneda nacional se iguale al dólar estadounidense (1 peso=1 dólar). Este es la experiencia de Argentina de Menem gobernando y su Ministro de Economía mandando (Domingo Cavallo). Este caso está inspirado en la sustitución del Banco Central por una Caja de Conversión. El desenlace de este esquema fue dramático y tuvo mucho que ver con los sucesos de 2001, cuando las calles de Buenos Aires contemplaban la huida del Presidente de La Rúa como símbolo de la bancarrota de un país.
La mayoría de los países que estuvieron bajo diferentes modalidades de dolarización, incluyendo los que tenían gobiernos más derechistas, huyeron de esta trampa. Bolivia, Argentina, Paraguay y Perú aplicaron políticas para bolivarinizar, pesificar, guaranizar y solificar [4] sus economías rescatándolas del cepo de la dolarización.
El caso de Ecuador y del presidente Rafael Correa es puesto como ejemplo por Hanke en su citado artículo. Este monetarista, como todos ellos, miente y manipula cuando señala que los éxitos económicos de Correa se deben a la dolarización. Para el economista heterodoxo Rafael Correa la dolarización es el peor absurdo técnico–económico. Sin embargo, luego de heredar este esquema cuando se convierte en Presidente, Correa está consciente que salir de la dolarización actualmente sería caótico y complejo. [5]
Ese es uno de los motivos del protagonismo de Correa con la integración financiera, y especialmente con el sistema Sucre. El Sucre y una futura Unión Monetaria es una de las forma de escapar de la trampa de la dolarización, según Correa.
Frecuentemente, la dolarización es ofrecida en un empaque muy atractivo y seductor cuando se afirma que con ella se lograría un salario mínimo de 2.700 dólares [6]. Esta maravilla sería posible con un ejercicio de magia aritmética (Igualar 1 Bs.F = 1 US dólar). Pero la economía política no es ingeniería ni es matemática.
Los trabajadores argentinos fueron engañados con la cuentita de que “un peso argentino era igual a un dólar”, por ley de convertibilidad. Años después del experimento primitivo y salvaje de la “convertibilidad” en Argentina, el nivel de pobreza, desindustrialización y dependencia al capital financiero se profundizó en esta oscura era neoliberal.
A quien menos beneficia la dolarización es a los trabajadores. Beneficia a la acumulación y centralización de capital, y especialmente el capital financiero. Por tanto, su implementación es tan incoherente con una política económica soberana como es incoherente que los que se autodenominaran en el pasado “defensores del bolívar”, ahora sean defensores del dólar.
Finalmente, el predominio del dólar como signo y símbolo monetario tiene una significado claro: es uno de los componentes del desmantelamiento de Estado Nacional y de su capacidad soberana llevar a cabo políticas económicas.
Anteriormente, hemos advertido sobre los riesgos de la dolarización de facto que está avanzando en la economía venezolana desde 2006, y que se ha agudizado desde hace cuatro años. El festín hecho por la mala gerencia financiera de PDVSA y por los infiltrados que han pasado por la Tesorería Nacional, quienes impusieron las emisiones de bonos pagaderos en dólares; la intervención ilegal y antipatriótica de organismos del Estado con inyecciones de dólares en el mercado paralelo; la complicidad de cuatro bancos privados en este mercado; el sabotaje programado en CADIVI desde 2006; la creación de cuentas en dólares por el Banco Central de Venezuela; y, especialmente, la impunidad con que la banca privada ha actuado en los últimos tres años: para desincentivar el ahorro en bolívares (eliminando de hecho los depósitos a plazo y desestimulando la creación de cuentas de ahorro).
La flexibilización y el deslizamiento del tipo de cambio
El segundo plato en el menú de opciones lo presenta el Ministro de Finanzas, un esquema que no quieren llamar de dólar permuta pero lo es (en honor a Cantinflas). Ciertamente, ambos esquemas se presentan en un escenario donde el llamado dólar paralelo se escapó y abrió una brecha enorme. Es un esfuerzo, entre los esfuerzos fallidos (como el Órgano Superior Cambiario, el SICAD y la intervención de CADIVI) del Gobierno para enfrentar la batalla aparentemente desigual contra los mercaderes del dólar petrolero. Batalla fundamental en el escenario de la guerra económica. Pero este tema lo analizaremos la semana próxima.
Simón Andrés Zúñiga: economista venezolano, forma parte del colectivo Sociedad de Economía Política Radical
[1] “tirar por la ventana” es una expresión que alude aquellas soluciones que no atacan la causa del problema, con una maniobra evasiva que permite crear la ilusión de eficiencia. Por eso se toma como ejemplo la historia de aquella pareja víctima de adulterio, que al enterarse de esta afrenta, decide lanzar por la ventana el sofá donde le han informado que su pareja le monta los cuernos.
[2] En referencia al oportuno y acertado artículo “La cosa está fea” de Rubén Marcano. El periodista, en forma sencilla caracteriza el escenario del “capitalismo de caos” construido por la contrarrevolución (facciones de la burguesía nacional con una pequeña ayuda de los infiltrados y de la ineficiencia gubernamental). Ver artículo en http://www.aporrea.org/actualidad/a173766.html. Sin embargo, el periodista no va más allá, no se pregunta por los que están detrás de este escenario catastrófico. De tal forma que un artículo meramente descriptivo, queda como una crítica que señala al gobierno como único culpable. Con esta crítica unilateral, le hace juego, tal vez sin querer, a la guerra de Cuarta Generación emprendida por los diarios golpistas El Mundo, El Nacional y El Universal.
[3] El Universal, Cuerpo de Política, 1-11. Lunes 11 de marzo de 2013
[4] Estos términos se refieren a las monedas de los respectivos países: el boliviano de Bolivia, el peso de Argentina, el guaraní de Paraguay y el sol de Perú.
[5] Ver una entrevista por los malintencionados de CNN al presidente Correa en http://www.youtube.com/watch?v=UOWk26gBf3A (Vista previa). Para que aquellos que quieran conocer la posición de Correa sobre la dolarización, hay documentos en la internet que testimonian su posición crítica a este esquema.
[6] Ver artículo de los antiguos “Defensores del Bolívar”, ingenieros Eudes Vera y Jairo Larotta, ofreciendo el elixir milagroso “Como una solución definitiva a los problemas de la inflación, desabastecimiento y baja productividad de nuestra industria y agroindustria“. Una poción milagrosa: ¡nada más y nada menos!. Ver en http://www.aporrea.org/actualidad/a173744.html