Las amenazas de "solución militar para Venezuela" proferidas por Trump hay que rechazarlas de plano. No sólo eso. Hay que estar dispuesto a empuñar las armas, si se concreta la agresión, para "hacer morder el polvo al invasor rubio", como dijera dignamente en 1927 Augusto César Sandino ante la invasión yanqui a Nicaragua.
Eso no implica que vayamos a empuñar las armas juntos ni subordinados a la cúpula cívico-militar ultracorrupta que está saqueando el erario público venezolano. Habrá que inventárselas para combatir la injerencia imperialista con banderas propias, al margen del corrupto madurismo.
Creo que Trump es un loco y un hablador de paja. Pero puede cumplir sus amenazas, de eso no me quedan dudas.
Ahora, puedo agregar que su estrategia es muy mala. Una agresión militar no se anuncia, se realiza. Con su amenaza previa, alerta a todo el continente e induce a pronunciarse en contra prácticamente a todos los países latinoamericanos, cuyos gobiernos por más que se opongan a Maduro y apoyen de una u otra forma su salida, no van a acompañar de manera explícita una invasión o un ataque puntual de Estados Unidos contra Venezuela.
Ya hemos visto como los gobiernos de Colombia, México, Chile y otros que en días recientes se han pronunciado contra Maduro y su ilegal asamblea “constituyente” han rechazado la amenaza militar de Trump. Es de esperar que continuarán pronunciándose el resto de países Latinoamericanos, o en todo caso guardarán silencio y evitarán cualquier respaldo a Trump.
El costo para los Estados Unidos será altísimo en términos de geopolítica mundial, si llega a concretar esa amenaza. Este barbarismo de Trump es la mejor demostración de que los gringos no son ninguna "raza superior" ni cosa que se le parezca. Pueden cometer errores garrafales como cualquier mortal, y hundirse ellos mismos con estrategias equivocadas.
Una agresión abierta de USA contra Venezuela levantaría en armas a medio continente. No a sus gobiernos. Levantaría a los pueblos de Nuestra América y traería un profundo desequilibrio dentro de los gobiernos que hoy le son fieles al imperio.
Cada vez que se habla de guerra, tanto de una eventual guerra civil en Venezuela, como de una guerra de agresión externa, traigo de recuerdo una memorable frase de Lenin en 1914: "Si la revolución no impide la guerra, la guerra propiciará la revolución", vaticinio que se cumplió en Rusia al pie de la letra, al triunfar hace 100 años la Revolución de los Soviets.
Esa es nuestra consigna si sobreviene la guerra: LA GUERRA PROPICIARÁ LA REVOLUCIÓN, CONTINENTAL. Esa debe ser la consigna de todos los pueblos de Nuestra América. Sacar al invasor imperial y derrocar a sus lacayos internos, sean estos de derecha o de falsa izquierda.
Claro que la mejor salida será siempre la que permita la solución pacífica de la crisis actual. Sobre esto seguiremos planteando alternativas, aunque las que se vislumbren por ahora sean algo difíciles de cumplir.
Ante una eventual agresión estadounidense contra Venezuela, hay que cuidarse de no caer en el entramado de la confrontación que mantienen los gringos contra Chinos y Rusos. Aunque sea válido recibir todas las solidaridades y todos los apoyos materiales, debemos tener en cuenta que ni los Chinos ni los Rusos ofrecen programa alguno de transformación social que pueda ser apoyado por los pueblos en cualquier parte del mundo. Chinos y Rusos sólo ofrecen respuesta militar y carrera armamentista ante una eventual agresión estadounidense. Su única receta es la guerra, y no precisamente una lucha popular revolucionaria, sino una competencia que se reduce a quién dispara primero las bombas atómicas y aniquila al adversario.
No tiene sentido hipotecar la disposición revolucionaria del pueblo venezolano enganchándola en el carro de guerra de estas potencias capitalistas emergentes. Estos, chinos y rusos, ni siquiera se toman la molestia de abogar por un “capitalismo más humano” ni de “preservar el ambiente de la depredación industrial”. Son capitalistas por la calle del medio, y sólo se diferencian de los gringos en que no invaden ni agreden militarmente a otros países “hostiles” a su política.
Si la eventual agresión yanqui termina colocándonos en la órbita de la “nueva guerra fría” y la confrontación entre potencias capitalistas, sufriremos todas las consecuencias negativas de ese alineamiento, y nada conseguiremos en términos de futuro para nuestros pueblos.
Por los momentos, la inédita amenaza de agresión militar contra Venezuela por parte del presidente de los Estados Unidos debe servir para un debate urgente en el seno de las organizaciones populares sobre las estrategias y los mecanismos a implementar para generar una respuesta político-militar a partir de la autonomía de clase y la soberanía popular consagrada en la constitución del 99. Es una tarea inmediata pues en las próximas semanas o meses la amenaza gringa puede hacerse realidad.
Así como en 1902 Cipriano Castro se levantó contra el intervencionismo de Inglaterra y Alemania, hoy el pueblo de Venezuela debe prepararse para enfrentar la planta insolente del extranjero. Nuestro nacimiento como República se produjo mediante una larga guerra de liberación nacional, que hace doscientos años expulsó del continente a la potencia imperial española. El ejemplo de Bolívar, Sucre, Urdaneta, Páez y demás patriotas es el paradigma del momento actual.
¡¡ PATRIA O MUERTE, VENCEREMOS !!
Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 13 de agosto de 2017