El caso Bolivia y el Plan Balboa

Las pretensiones autonómicas de los sectores dominantes del oriente de Bolivia, basadas en un referéndum convocado para el 4 de mayo próximo, cuya validez fue desconocida por la Corte Electoral, al igual que por la OEA, supone una dura prueba para los cambios estimulados desde el gobierno por el Presidente Evo Morales, así como también para el avance y la consolidación de aquellos que, siguiendo el modelo venezolano, se han originado en gran parte de nuestra América. Por ello, lo que acontezca en Bolivia, de una u otra forma, terminará por afectar la correlación de fuerzas entre los sectores conservadores o de derecha y los revolucionarios, lo mismo que el papel a cumplir por Estados Unidos en lo que siempre consideró su patio trasero. Para los latifundistas, sojeros, mineras, trasnacionales del gas, exportadores de aceite y los intereses políticos que los defienden, la presidencia de Evo Morales representa una situación intolerable, a tal punto que la secesión es uno de sus objetivos para conservar su poder, contando para ello con la buena disposición del gobierno de Bush.

Estos planes nos recuerdan el ejercicio militar llevado a cabo por España en 2001 en simulación de una guerra de invasión al occidente de Venezuela desde Colombia y Panamá, al cual se le dio el nombre clave de Operación Balboa. Este “juego de guerra” comprendió operaciones por aire, tierra y mar, según las cuales las fuerzas armadas de Estados Unidos, junto con las de sus aliados autorizados por la resolución 1580 de la ONU, atacaban el occidente de Venezuela, ocupando el rico territorio petrolero del estado Zulia y así acabar con el gobierno “tiránico” venezolano, casi del mismo modo como se hizo en Irak con Saddam Hussein. Quizás una aproximación a tal ejercicio de guerra lo haya sido el ataque del ejército colombiano a miembros de las FARC en suelo ecuatoriano, buscando conocer cuál sería la reacción de los Estados y pueblos vecinos en caso de una extensión del conflicto colombiano a otras naciones, vietnamizando la región, cosa que favorecería enormemente los designios hegemonistas de la clase gobernante estadounidense, suprimiendo al mismo tiempo toda tentativa de cambio revolucionario, a semejanza de lo hecho hace casi medio siglo cuando Cuba socialista encendiera los ánimos de liberación en este continente. Por eso, es innegable el interés del imperialismo yanqui en contar con esa buena oportunidad que busca para deshacerse de Chávez y de sus potenciales aliados en América Latina, si estallara un conflicto armado en Bolivia.

Lo cierto es que la derecha boliviana está mostrando los dientes e igual cosa puede acaecer en otras naciones latinoamericanas, azuzada por Washington. Esta confrontación parece inevitable y es parte de la gran batalla que deben librar los pueblos para sacudirse el yugo de discriminación, de explotación y de miserias. De ahí que la situación interna boliviana es un reflejo de lo que pudiera ser la nueva estrategia diseñada desde Estados Unidos para abortar cualquier tentativa de cambio, especialmente si afecta sus intereses económicos. En el caso de Venezuela, debiera observarse con detenimiento dicha situación, puesto que hay sectores radicales de la oposición que no han ocultado sus deseos de que las tropas imperialistas estadounidenses desembarquen en territorio venezolano, siendo parte de los objetivos del Plan Colombia, y derroquen a Hugo Chávez, en una posición antinacional que no les causa vergüenza alguna.

Por todo ello, es significativo que muchos de los gobiernos y pueblos latinoamericanos estén llamando al diálogo en Bolivia, convencidos de que una secesión de los cuatro departamentos de la 'Media Luna' (Pando, Beni, Santa Cruz y Tarija), representaría una tragedia de proporciones desconocidas, semejante a la de Yugoslavia, que involucraría, de una u otra forma, a sus vecinos. No por casualidad, el actual embajador norteamericano en La Paz, Philip Goldberg, fue antes diplomático en Yugoslavia y promovió el separatismo de Kosovo, que varios años después se proclamó 'país independiente' y fue inmediatamente reconocido por Estados Unidos. ¿Se aplicará el Plan Balboa? Eso dependerá de los pueblos y gobiernos de nuestra América.-

mandingacaribe@yahoo.es


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Homar Garcés


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