Decía Jean Jaurés, intelectual socialista francés de comienzos del siglo XX, que el objetivo de la izquierda era no solamente buscar la verdad, sino decirla. En este sentido deseamos exponer que las elecciones legislativas del 26 de Septiembre ocurrieron en un momento de excepcional importancia para la historia de la Humanidad. Venezuela, a partir de la Revolución Bolivariana, se ha convertido en un valioso experimento social para evaluar las alternativas que podrían seguir los pueblos oprimidos para liberarse finalmente de las garras miserables del capitalismo financiero neoliberal. Esa es la razón por la cual las red mundial de medios de desinformación: agencias de noticias, televisoras, radios, prensa escrita, internet, etc., han orquestado una mortífera campaña de desprestigio contra la Revolución Bolivariana y contra la figura de nuestro presidente y líder Hugo Chávez Frías, campaña que es repetida y rebotada localmente por los medios venezolanos de desinformación: Globovisión, Televen, El Nazional, El Universal, y el resto de pasquines y emisoras de radio en manos de la derecha escuálida vernácula. Mientras nuestro Comandante Presidente y el PSUV se esfuerzan por crear un sujeto histórico colectivo y socialista, la inversión de la derecha mundial en esa campaña mediática es multimillonaria. Los millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses invertidos en Venezuela por el Departamento de Estado y la CIA, así como por diversas “fundaciones” y ONG’s europeas para pagar los costos de la “campaña electoral” de la oposición, tienen como meta la creación de un imaginario cultural contrarevolucionario Tanto la derecha transnacional como la local saben perfectamente que -luego del triunfo del Partido Socialista Unido al alcanzar la mayoría simple en la Asamblea Nacional, la Revolución Bolivariana debería comenzar una fase de autocrítica, consolidación, profundización y radicalización de su proyecto cultural para la construcción de la sociedad socialista venezolana. Si no lo hacemos, el triunfo de la Revolución será incierto Un dirigente político de la comunidad del 23 de Enero, nos dijo en una reunión que sostuvimos en 1995, la cual tenía como finalidad elaborar una propuesta de Política Cultural de Estado en Venezuela: …la cultura no da votos, pero quita votos que jode… Una Revolución Social es un hecho cultural. Un proyecto de país socialista es un proyecto cultural, ya que supone la creación de un modo de vida, de una cultura, de un imaginario revolucionario. La oligarquía venezolana, siempre atenta a esa máxima, creó el imaginario europeizante de Guzmán y posteriormente el de la “cultura adeca” neocolonizante que todavía llevamos en los tuétanos. Para lograr una mayoría calificada en la Asamblea que le permita a la Revolución seguir avanzando en el proceso, tendrá evidentemente que concertar alianzas, coyunturales o permanentes, con determinadas fuerzas políticas de la oposición, pero simultáneamente tendrá que definir el perfil cultural, que no artístico, del proyecto de país socialista bolivariano que establezca claramente las diferencias y afinidades estratégicas con los posibles aliados. La política exterior de la Revolución Bolivariana ha sido muy sabia, particularmente en este momento cuando las sociedades capitalistas comienzan a sufrir las contradicciones históricas del sistema: el reciclaje del mismo solo es posible explotando cada vez más a los pueblos, eliminando las conquistas sociales obtenidas durante la época del Estado Social en Europa y en países como Estados Unidos, México, Colombia, Perú, Chile, entre otros. Venezuela y su Revolución Bolivariana son un mal ejemplo para dichas sociedades que se hallan al borde de la desesperación, ya que les enseña que sí hay otra alternativa que permite juntar el desarrollo social y económico con la justicia social y la soberanía efectiva del pueblo en todos los órdenes de la vida, propuesta que no podrá ser ignorada ni desechada por ninguna de las fuerzas de la actual oposición: el futuro inmediato de nuestro país está íntimamente ligado con la estrella ascendente de la República Popular China, con Irán, la ALBA y Mercosur, no con el decadente imperio estadounidense. Para que el Imperio vuelva a controlar –como antes- toda la América Latina y recuperar algo de la fuerza del capitalismo en esta nueva fase de recesión mundial, es necesario que pueda montar un gran negocio transnacional para convertir el petróleo, el gas, el agua, la biodiversidad, la mano de obra barata así como la cocaína, la marihuana y las anfetaminas en mercancías que se muevan dentro de un negocio transnacional multimillonario. Por esta razón, apoderarse nuevamente del petróleo, el gas, los recursos minerales, la biodiversidad y la fuerza laboral venezolana, es una apuesta que bien vale los millones de dólares que debe pagar el Imperio a los traidores venezolanos que ejecutan sus políticas en nuestro país. La victoria del PSUV el pasado 26 de Septiembre es, en tal sentido, crucial no solamente para Venezuela, sino también para todo los movimientos sociales progresistas de América Latina, para la victoria de Dilma Rouseff en Brasil, para el progreso de la Revolución Cubana, de la Revolución Ciudadana, de la Revolución Sandinista, de la Revolución Boliviana y en particular para abrir las compuertas de la Paz al sufrido pueblo colombiano. Sin embargo, el éxito de la construcción del socialismo en democracia requiere de teorías y prácticas muy concretas, no solamente del pragmatismo que se apoya en la experiencia vivida, para vencer los grandes retos que nos esperan. La actual Asamblea Nacional y la que viene, deberá abocarse a legislar -sin demora y sin vacilaciones- para vencer la mafia bancaria que alimenta y sostiene la gran estafa inmobiliaria. Para poder mantener y expandir sus negocios, crearon este juego de Pirámide o Esquema Ponzi que le permite apropiarse del salario y los ahorros de cientos de venezolanos y venezolanas de clase media, chavistas o no chavistas por igual, que luchan por tener una vivienda propia. Para tal fin será necesario declarar que la vivienda como bien de primera necesidad, no como una mercancía. Esa mafia bancaria-inmobiliaria es uno de los pilares que ha sostenido el poder de la oligarquía venezolana. Así mismo traba la liberación definitiva de nuestra sociedad financiando campañas de la oposición para contar con diputados propios en la Asamblea Nacional, donde ya ha logrado sobornar a representantes de ciertas parcialidades políticas. Los sectores de la derecha venezolana y de la derecha internacional se han unido para tratar de derrotara el futuro socialista del pueblo venezolano utilizando el miedo, la corrupción y el desprestigio para confiscarnos por anticipado ese futuro. Todos los venezolanos socialistas, toda la gente democrática de buena fe tiene que unirse contra la derecha que no se detiene, para lograr su fin de enriquecerse sin medida, en asesinar y eliminar a todos quienes estorban sus planes de dominación social y económica. Los ejemplos pasados y actuales de Chile, Colombia, Honduras y México están a la vista. El camino revolucionario es largo y está lleno de asechanzas. No nos equivoquemos nosotros, porque la derecha no se equivoca.
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