Introducción
El problema de la inseguridad y la delincuencia se ha posesionado en los últimos años como el problema central de la agenda social y política en Latinoamérica; Es tema central desde los debates presidenciales en El Salvador y Costa Rica y hasta las FARC-Ejercito del Pueblo en las mesas de diálogo con el gobierno de Santos en La Habana han señalado que este problema amenaza seriamente la estabilidad social del continente. Venezuela no escapa de esta situación; 6 de cada 10 venezolanos piensa que este es su problema principal; a pesar de ello, la derecha y sus medios de comunicación y por otro lado, cierto funcionariado pequeñoburgués, servil e hipócrita ha logrado en todo momento banalizar la discusión profunda sobre el tema y la ha utilizado 1) como herramienta de sensacionalismo para provecho económico (en el caso de Mónica Spears, el anuncio de la reedición de la novela La Mujer Perfecta), 2) para generar un clima de inseguridad y pánico en la población o su negación compulsiva y 3) como herramienta política para atacar internacionalmente al gobierno de Nicolás Maduro achacándosela exclusivamente la responsabilidad.
Las interrogantes que estos medios quieren ocultar ante la opinión pública son: ¿Cuál es el origen de la violencia delincuencial o lumpen-proletaria?, ¿esto es un fenómeno que sólo se da en la Venezuela revolucionaria o es un fenómeno continental que incluye también a los EEUU y que es un producto de la cultura del capital y del tráfico ilegal de drogas?, ¿Cuáles son las posibles salidas?
El presente trabajo parte de varias premisas: 1) que la base cultural que sustenta la criminalidad, está basada en la importancia que en esta sociedad (capitalista- dependiente) tiene “la cultura del tener” por encima del “ser”, llegando a definirlo, este sustento ideológico es reproducido ampliamente por la industria mediática, por la debilidad del sistema educativo Publio y privado y por la atrofia de nuestra estructura económica (capitalista) dependiente con vocación importadora, comerciante y de exclusión (sub empleo y desempleo).
2) Que la dinámica económica que reproduce y hace sostenible la acción punitiva del lumpen- proletario, su cultura de la violenta y el delito es el tráfico ilegal de drogas, el cual constituye un mercado altamente lucrativo[1] y que por estar al margen de la ley, representa un alto riesgo para los empresarios (lumpen-burguesía) que se ven obligados a organizar de manera violenta y/o por soborno la circulación de sus mercancías, armando a grupos de jóvenes en los barrios para garantizar y defender las plazas donde circulan las drogas.
De tal forma, la alta rentabilidad de este negocio y su rápida y violenta dinámica de acumulación, permite traspasar todas las fronteras de nuestro continente, aparece en las cárceles, en los puertos y aeropuertos, obtiene obediencia y permisos por parte de las autoridades de seguridad quienes en algunos casos la custodian; pero también aparece en los altos índices de muertes violentas, en los hoy populares “ajustes de cuenta”, en las pugnas inter-bandas, en la dinámica de los secuestros, en las denominadas “culebras”, en las rencillas en las cárceles, porque donde pisa y tiene presencia el narcotráfico, existen grupos armados dispuestos a matar por control de zonas y por privilegios.
Sobre las salidas de este flagelo hay también una gran discusión, existe en la opinión pública y en la mayoría de los(as) gobernantes latinoamericanos la certeza de que el incremento de la presencia de factores represivos (ejércitos-policías) resolverá el problema de la violencia delincuencial, también a raíz de grandes escándalos relacionados al tema, se ha visto un rebrote de propuestas estilo: ley de Talión (ojo por ojo), las denominadas “autodefensas” e inclusive de la pena de muerte por crímenes de asesinatos, sin embargo, en opinión del presidente uruguayo Pepe Mujica "en ninguna parte del mundo lo represivo ha dado resultado" contra el narcotráfico, en tanto el estado uruguayo ha iniciado un proceso de legalización y estatización de la producción y distribución de la marihuana, el cual consideran una vía eficaz y de vanguardia.
A esta propuesta de despenalizar la producción- distribución de drogas para desalojar a las mafias de su base económica, desarmar su base social de apoyo y cuidar de los consumidores adictos ya se suman muchas voces en nuestro continente, desde los derechistas CATO institute, quienes afirman que: “el 80% de las muertes relacionadas con drogas se deben a la falta de acceso a dosis estandarizadas” abogando por la despenalización, el ex presidente mexicano Vicente Fox: “recomiendo a los dirigentes mexicanos deberían estudiar la legalización de las drogas como un método "rápido y eficiente" para disminuir la violencia asociada al narcotráfico que existe en el país azteca, y que deja un goteo diario de varias muertes”, el presidente de la OEA José Miguel Insulza entre otros, hasta las organizaciones revolucionarias que como las FARC-EP han señalado: “Pero como el gobierno norteamericano pretexta su criminal acción contra el pueblo colombiano en la existencia del narcotráfico, lo exhortamos a legalizar el consumo de narcóticos. Así se suprimen de raíz las altas rentas producidas por la ilegalidad de este comercio, así se controla el consumo, se atiende clínicamente a los farmacodependientes y se liquida definitivamente este cáncer. A grandes enfermedades grandes remedios”.
Es por la gran importancia que tiene hoy este tema, que las fuerzas populares debemos colocarlo por encima de los prejuicios de la religiosidad, de los escándalos, de la programación mediática y de las coyunturas electorales, he aquí una modesta contribución.
De cómo la derecha y los medios explotan políticamente el problema de la violencia delincuencial evitando su solución
Tras el asesinato de la actriz Monica Spears y su esposo en una autopista del estado Carabobo, se ha activado con mucha fuerza desde los medios de comunicación, la producción de contenidos noticiosos, opiniones y programaciones (reedición de la novela La Mujer Perfecta, protagonizada por la actriz asesinada) que apuntan a generar sensación de terror y zozobra sobre este tema, exaltan opiniones de artistas con residencia en el extranjero que afirman no querer venir mas al país, desatando así una sensación de inseguridad restringida solo al caso Venezolano.
Como una gran cadena informativa, los medios nacionales e internacionales resaltan e inundan la opinión pública con publicaciones sin sustento científico, como las cifras de la ONG Observatorio Venezolano de Violencia que revela números de hasta 24.000 asesinatos cometidos en el año 2013. Frente a esto, en un reciente artículo, el escritor Britto García nos advierte: “Todo el discurso sobre la violencia se fundamenta en un estudio encargado por el INE, Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad Ciudadana 2009, de mayo 2010. Se trata sólo de una Encuesta sobre percepción, no de un conteo real de víctimas o cadáveres. Sus resultados desconciertan. Su página 67 suma un “total de delitos reportados” de 21.132 homicidios en 2009; la página 68 registra 19.113 víctimas de ellos ¿Cómo 21.132 homicidios causan sólo 19.113 víctimas? La percepción infla encuestas que hinchan percepciones que a su vez abultan resultados de encuestas.
Recientemente en el año 2012 la derecha internacional presentó una programación similar, se trató de la conocida escalada de tres golpes comunicacionales que apuntaron a posicionar una matriz de sensación de inseguridad sobre Venezuela, dirigida a la opinión pública internacional, que fue íntimamente ligada a la continuidad de la campaña de descredito sobre la revolución bolivariana. El primero de estos golpes comunicacionales fue el documental “Los guardianes de Chávez”, reportaje presentado en CNN, que mostró a Venezuela como un país colmado por la delincuencia, que el desborde de la misma no es combatida “intencionalmente” por el gobierno bolivariano, y que además la motiva financiando movimientos armados preparados para una escalada de violencia si las fuerzas revolucionarias son derrotadas electoralmente.
Matriz principal: un gobierno que promueve la violencia no solucionará el problema de la delincuencia y si el mismo anima a grupos irregulares por si es derrotado electoralmente, está fuera del marco democrático (carta democrática de la OEA) y del respeto a los derechos humanos.
El segundo golpe fue la matriz que rodó a través del diario El Nacional que, tomando unas encuestas realizadas por el INE que aún no se han publicado (Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad Ciudadana 2009, donde entrevistaron a 20 mil hogares) el número de asesinatos en Venezuela al año asciende a 19.133 y más de 16 mil secuestros.
Matriz principal: Una encuesta de percepción de seguridad se convierte en datos verídicos e irrebatibles sobre delincuencia en Venezuela.
El tercero fue publicado en el New York Times que tomando las cifras de El Nacional titula: “Venezuela, More Deadly Than Iraq”- “Venezuela es más peligrosa que Irak”; el documento compara la violencia de una guerra como la que es víctima el pueblo Iraquí con la que proviene de la delincuencia en Venezuela.
Matriz principal: Venezuela está en guerra. Gobierno revolucionario promueve delincuencia.
A pesar de lo desproporcionada de estas cifras presentadas por ONG inescrupulosas que destacan cifras sin sustentos de 24 mil asesinatos al año, lo que equivale a dos mil asesinatos al mes, 65,7 por día y 2.7 asesinatos por hora. Si esto no es exagerado comparen el número de secuestros que se arriesga a publicar dicho medio con una simpleza sin parangón: más de 16 mil secuestros al año equivalen a 43 secuestros diarios.
Sabemos que no existe la posibilidad real de demostrar estas cifras, por ello, el ánimo de la derecha internacional en manipular estas encuestas que el INE le enviaría al CICPC con carácter de secretividad para proteger la fuente (que no es otra cosa que la opinión de la gente sobre la seguridad) y con ellas trabajar sobre la percepción que las personas tienen sobre el tema de la delincuencia. Estos medios actúan con impunidad al margen de la ley para confundir intencionalmente: inseguridad con delincuencia.
Inseguridad y delincuencia
El problema de la delincuencia, como hemos señalado tiene 2 distinciones generales: la primera de ellas, es que se denomina Delincuencia a los hechos reales en que algunos sujetos atentan contra la estabilidad física, psíquica y contra la vida misma de otros; el termino Inseguridad en cambio se refiere a la sensación de escasa seguridad que la población percibe producto de hechos violentos ocurridos; hemos visto como la derecha confunde comúnmente estos términos.
La inseguridad es consecuencia de la delincuencia, es cierto, pero en el caso venezolano se da el caso de que la percepción sobre los delitos cometidos es desproporcionada con la cantidad de delitos reales; ¿Qué supone esto? Que la campaña propagandística que la derecha internacional ha desplegado con el uso de los medios o el rumor sobre Venezuela hace años ha tenido un efecto importante sobre la población.
En Opinión del Ministro de Relaciones Interiores Justicia y Paz, Miguel Rodríguez Torres, “aquí en Venezuela la percepción de inseguridad es muy superior a la realidad, lo que no niega que hay un problema de seguridad. Sin embargo, cualquiera que ve la noticia en Venezuela sin estar en el país cree que no se puede caminar por Sabana Grande”.
Los medios provocan inseguridad y bloquean sus soluciones
Ante esto, el diario El Nacional se lava las manos afirmando que el 80% de los venezolanos no cree que la inseguridad la generen los medios de comunicación; sin embargo, consideramos que la estructura conceptual, de estereotipos y símbolos impulsada por los medios venezolanos e internacionales, que tomando un dispositivo noticioso-masivo: cifras alteradas o escándalos como fue el caso de Mónica Spears, sumado a la sugerencia de solución (promovida como paradigma de la cultura- Liberal en el sentido común): “La policía, el estado son los responsables del problema de la seguridad”, y en este nivel (en el sentido común político) existe una posicionada campaña negativa (aceptada por unos sectores= oposición, conocida y sin aceptar por otros=chavistas) en el que todas las fallas, insuficiencias, errores y ataques recae en la responsabilidad del jefe de estado Nicolás Maduro, toda esta estructura nos induce al resultado en la opinión pública que: “el jefe de estado es responsable de la violencia en el país”.
En este nivel (sentido común- discusiones cotidianas- opinión pública), los medios de comunicación privados nacionales e internacionales le van ganando la batalla a las posibilidades de solucionar el problema, forzando muchas veces al presidente Nicolás Maduro y a las fuerzas revolucionarias venezolanas a ceder ante los consensos de la burguesía, como por ejemplo la aprobación de la ley desarme propuesta por Primero Justicia, el incremento de la presencia policial- militar en las calles, a la colaboración entre las partes opuestas, sectores religiosos, políticos de derecha etc. para atacar en conjunto el problema de la violencia delincuencial.
De esta forma, la llamada opinión pública presa ante estos estereotipos simplificadores amplificados desde los medios, no cuenta con suficientes elementos científicos, datos, debates de posturas distintas para presionar y construir medidas certeras y profundas sobre un problema social-económico-cultural como lo es la violencia delincuencial.
Podríamos preguntarnos: ¿Porque la población latinoamericana no se siente insegura sobre las grandes posibilidades de una guerra nuclear (EEUU, Israel Vs Irán- Siria) que afectaría la agricultura o la energía mundial y que tendría efectos nocivos para gran parte de la humanidad?; o por ejemplo ¿por que no existe una gran prevención sobre los peligros de la contaminación, los daños que produce el industrialismo depredador, que pueden en mediano plazo generar mayores alteraciones climáticas y acabar con la vida humana en el planeta? La respuesta nos conduciría nuevamente a los intereses de las industrias mass mediáticas en el mundo.
También es importante resaltar que a la identidad y a la cultura de las últimas generaciones se ha desarrollado un constructo del entretenimiento donde lo espectacular, lo amarillo, lo violento es lo que genera dividendos por tener un alto consumo en la población, de allí el éxito que ha tenido la superproducción hollywoodense “rápido y furioso” que hasta ahora ha sacado más de 5 partes, sin advertir de los riesgos del que su propio protagonista Paul Walker sería victima paradójicamente, muriendo por conducir a altas velocidades.
Esta cultura de la violencia promovida en las últimas décadas relativiza el valor de la vida, pretende cotidianizar la violencia, la competitividad exacerbada que lleva en últimas instancia al duelo a muerte, evidentemente es parte del proceso general de deshumanización que promueven las industrias mass mediáticas del capitalismo en todas las esferas de la vida social.
Concluimos que este constructo cultural de la violencia por décadas difundidas desde los grandes medios de comunicación y la industria del espectáculo, del cine, la televisión, la música, tiene una gran influencia en la naturalización de la violencia social.
Creemos que de no ejercerse un mayor control social-cultural sobre esta situación, de no suprimirse la promoción de la cultura de la violencia en los medios, familia, escuela, espacios públicos, no podremos abordar y solucionar el problema de la violencia.
[1] Según las Naciones Unidas, el tráfico de drogas genera $400.000 millones anuales, lo cual representa un 8% del comercio mundial, comparable con la industria de textiles. Dicho botín representa una tentación irresistible para los criminales del mundo.