Crímenes sin motivo aparente

Con estupor, con incredulidad, se enfrenta uno a la infausta noticia sobre el muy lamentable hallazgo, en las inmediaciones de Yare, de los restos de los hermanos John, Kevin y Jason Faddoul, y del chofer Miguel Rivas, secuestrados el pasado 23 de febrero en la urbanización Vista Alegre de Caracas. Basta con ser padre de familia, y sentir en carne propia lo que duele un hijo, para imaginar el tormento por el que deben estar pasando sus progenitores Faddoul Diab, a quienes el sector sensible de la población venezolana expresa sus más sentidas condolencias y enérgico repudio a tan execrable crimen cometido sobre la persona de unos inocentes.

El problema de la inseguridad personal tiene vieja data en nuestro país, y una de sus secuelas, el rapto de personas para pedir rescate por ellas, ha sido frecuente contra hacendados de los Llanos occidentales venezolanos. Lo que no es frecuente, siendo más bien insólito, es el imprevisto y presuroso homicidio de los secuestrados sin que esas bestias humanas, los raptores, hayan tramitado el pago de un rescate por ellos. Resulta extraño, por decir lo menos, que en cortísimo lapso semejante monstruosidad haya sido cometida contra el industrial Sindoni y contra los referidos infantes, en abierta contradicción con el modus operandi propio de este tipo de delito. El norteamericano Niehaus, el empresario Boulton y otros tantos conocidos secuestrados en nuestra patria pueden dar fe de ello. Tan aberrante acción, la de secuestrar para matar y no para pedir rescate, parece algo producto de ajuste de cuentas entre bandas rivales que, por razones obvias, en modo alguno se relaciona con estos recientes crímenes. La motivación, pues, forzosamente debe ser otra… si es que puede hablarse de motivaciones para hacer cosas que ni los animales salvajes hacen con sus congéneres.

En el decurso de menos de un lustro, nuestra Venezuela se ha visto obligada a sufrir y soportar repetidas barbaridades sin nombre –muertes por francotiradores para apuntalar un golpe de Estado, orates disparando en plazas públicas, el asesinato de un Fiscal del Ministerio Público, paros petroleros, atentados contra Embajadas, guarimbas y demás actos de violencia callejera, etc.-, gestados, impulsados y financiados por quienes, amparándose en el refrán aquel de que “el fin justifica los medios”, han demostrado ser capaces de todo para crear desestabilización sociopolítica cuyo único objetivo es la caída violenta del Gobierno liderado por Hugo Chávez Frías: terrorismo frío como un bisturí, alimentado por un odio sin límites, que ha demostrado a manos llenas un absoluto desprecio por la vida humana con tal de acabar con el Proceso Revolucionario en marcha. Que Dios se sirva perdonarme si me equivoco… pero, bajo esta óptica, los cinco recientes y absurdos crímenes parecen ostentar el oscuro sello del citado terrorismo, destinados exclusivamente a crear una matriz de opinión adversa al Gobierno en materia de seguridad personal. Tratándose de un año electoral donde, basándonos en lo que ya hemos vivido y soportado, es de temer que los vendepatria echarán el resto para impedir que Hugo Chávez gane de nuevo las elecciones presidenciales, la hipótesis antes formulada no suena, por desgracia, tan descabellada.-


Ab. EDUARDO SANTANA GÓMEZ
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Eduardo Santana Gómez


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