El ejemplo que Caracas dio

Aún hay inocentes que piensan que la decisión de Carmona Estanga de eliminar todos las instituciones democráticas, aquel 12 de abril de 2002, fue el error que permitió el regreso de Chávez al poder. De hecho, no son pocos los escuálidos que creen que si Carmona no se “vuelve loco” hoy Chávez sería cosa del pasado.

Esta manera de pensar reduce a sus propios errores el fracaso de los golpistas y menosprecia la actitud de un pueblo que no dio por cierto los argumentos con los que se pretendió justificar el golpe, y por el contrario se lanzó a la calle a exigir el regreso de su líder.
El hecho es que no hubo error alguno en aquellas decisiones que dieron al traste con las instituciones democráticas y desataron una represión que desnudó en toda su dimensión el alma fascista de la oligarquía y la derecha venezolana.

Todas las acciones y decisiones eran ilegales y ellos lo sabían desde su concepción misma, pero su puesta en práctica era la única vía que tenían para hacerse del poder. ¡Qué importaba la legalidad! Si esta se la brindaría su victoria. ¿No es cierto, acaso, que la historia la escriben los vencedores?…sobre todo si cuentan con los medios de comunicación.
Nada fue dejado al azar, todas las acciones habían sido planificadas y acordadas entre los miembros de la banda. Obligados estaban no sólo a eliminar la Asamblea Nacional, sino a poner en fuga a todos los diputados del chavismo. Dejarlos actuar libremente era un riesgo que no podían correr.

Estaban claros en que no podían darse el lujo de permitir que alguien exigiera ver la renuncia de Chávez o hablar con el Presidente. A cualquier precio había que hacer creer que Diosdado Cabello estaba inhabilitado para ocupar la primera magistratura. A nadie del Tribunal Supremo o de la Fiscalía podía brindársele la oportunidad de que emitiera opinión contraria a la legitimidad del breve gobierno.
Por ello es que se afirma que el golpe del 11 de abril fue un golpe mediático. Era imposible hacer lo que hicieron sin la complicidad de los dueños de medios y sus serviles asalariados.
En el plan del golpe le fue asignado a los medios misiones para antes, durante y después del mismo.

Todos vimos como antes de abril desataron la campaña de descrédito más feroz que contra gobernante alguno haya existido; como incitaron a la rebelión civil y militar, y como promocionaron a los artífices del atentado contra la democracia.
Mas tarde, durante el golpe, no sólo trataron de minimizar la reacción del pueblo, sino que desataron una campaña de terror destinada a poner en fuga a los chavistas.
La captura de Tarek Wiliam (Diputado), de Rodríguez Chacín (Ministro) y de Ronald Blanco la Cruz (gobernador); las vejaciones y la violencia de la cual ellos fueron víctimas; y el allanamiento de la residencia de Lina Ron y otros líderes populares, fueron acciones enmarcadas dentro de esa estrategia. La transmisión en vivo y directo de las vejaciones y la violencia de la que resultaron víctimas los ya nombrados, enviaba el mensaje de que se buscaban vivos o muertos los dirigentes chavistas.

La idea era ponerlos en fuga y que se preocuparan más por resguardar sus vidas que por defender la democracia y la revolución. Ello les brindaría el tiempo que necesitaban para consolidar el golpe.

Resulta inexplicable que a cinco años de aquellos hechos, no haya ni un dueño de medio preso por haber formado parte de un plan que incluía el asesinato de inocentes para justificar un asalto al poder.
Es tan obvio la complicidad de los dueños de medios y sus asalariados estrellas, que un simple ejercicio de imaginación demuestra que de haber contado el país con unas plantas televisivas ajustadas a la legalidad y la verdad, jamás hubiese ocurrido lo que ocurrió.
Que diferente habría sido la historia si el espacio radioeléctrico dado en concesión a Venevisión, por ejemplo, hubiese sido utilizado para transmitir la realidad de los hechos.

El pueblo venezolano se habría enterado de inmediato que en Puente Llaguno un grupo de compatriotas se defendía de una Policía Metropolitana que masacraba al pueblo, en un intento por abrirse paso hacia el palacio de Miraflores. Pero no, el plan era afirmar que se disparaba contra una manifestación pacífica y desarmada, achacándole así las víctimas de unos francotiradores que ellos mismos habían contratado para producir las muertes que justificaran el golpe.

De igual manera, otra habría sido la historia si Globovisión da un “tubazo” mostrando el video tomado por Carla Angola, en el cual quedaba demostrado que Venevisión mentía descaradamente cuando afirmaba que en Puente Llaguno los chavistas disparaban a mansalva sobre la marcha. En ese video se ve claramente que la marcha de la oposición jamás llegó a Puente Yaguno… Pero claro, Globovisión jamás haría una cosa como esa. Eso sería pedirle peras al horno, como dijo el tercio aquel.

¿Qué habría pasado si Otto Neustald (periodista de CNN) o Gladys Rodríguez (su esposa y narradora de Globovisión) hubiesen conocido el significado de la ética o poseyeran un poquito de sensibilidad, y en consecuencia le hubieran informado al país que tenían en sus manos un video, en el cual un grupo de oficiales de alto rango, desconocen al presidente de la república por el asesinato de decenas de personas, pero que para el momento de la grabación aún no se había producido la primera muerte?

Sólo a periodistas sin moral se les puede ocurrir callar una información tan impactante e importante, pero por allí andan con su sucia conciencia, como si nada hubiese ocurrido y sin que nadie los acuse como lo que son: cómplices de varios asesinatos.
En todos los canales de televisión se presentaron deslenguados golpistas afirmando que todo lo tenían preparado con antelación y que habían trabajado en el plan por varios meses. No hubo uno solo de esos periodistas “acuciosos y defensores de la verdad” que les preguntará ¿cómo es que el golpe se da como consecuencia de unas asesinatos y ustedes afirman que venían trabajando en ello desde hace tiempo?

Fue tan evidente el protagonismo de los medios y periodistas cipayos en aquel golpe, que a los mismos que hoy les parece una actitud propia de un dictador, imponer la ley seca en Semana Santa; les pareció de maravilla que un exfiscal asegurara que a un gobernador, elegido por el pueblo, había que “someterlo por la fuerza y hacerlo preso” por no reconocer a Carmona Estanga como presidente.

Hoy cuando conmemoramos aquellos hechos de 2002, no nos queda sino dar gracias a Dios por ser parte de un pueblo que lleva con orgullo en sus venas la sangre de los libertadores del continente y que hace lo imposible por honrar esa herencia. Ni aún aliados con el imperio más poderoso de la historia de la humanidad pudieron torcer la voluntad de un pueblo que al igual que hace 200 años, está empeñado en mostrar al continente que lo mejor para su futuro es seguir el ejemplo que Caracas dio.


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Alexis Arellano


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